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Decrepitud
La decrepitud es un estado que a casi todos nos llega si llegamos a cierta edad.
Es inevitable.
Lo que sí puede ser evitable, es la decrepitud intelectual.
Se supone que, con el correr de los años, uno tiene un recorrido de observación, lecturas, experiencias que nos van modificando y transformando, pero nada nos asegura que esa transformación nos haga mejores o que eso signifique evolucionar.
Infelizmente algunos, en nombre de la libertad de expresión constitucional y democrática, certifican lo contrario.
¿Tienen derecho?, claro que sí. Y es mejor que así suceda.
Sin embargo, cuando esas personas han ocupado cargos de enorme importancia y trascendencia para un país, la involución resulta sorprendente y, en ocasiones, hasta puede dañar los contextos que atraviesan a una sociedad.
(Foto Casa de América)
Líderes
¿Cuál es el rol de un líder?
En principio, demostrar que se poseen dichas cualidades, y luego, convencer a su grupo de que existen potencialidades para ser mejores: tanto el líder como el conjunto, luego los resultados.
La virtud de un líder es estar unos pasos adelante de su entorno y la responsabilidad va de la mano con la empatía.
En las últimas semanas, en España, el expresidente Felipe González ha hecho su aparición pública para dar algunas opiniones respecto a negociaciones que se estarían llevando adelante con algunos grupos parlamentarios para lograr la investidura y la conformación de la legislatura del gobierno del partido al que pertenece.
Lógicamente, no tiene por qué estar de acuerdo, faltaba más, pero hay algo que llama la atención: su aparición junto a la del exvicepresidente, se produjo, no casualmente, después del 23 J, y antes de la investidura fallida de Alberto NF.
No se lo ha visto a González o a Guerra apoyando, aún con sus respetables diferencias, antes de las elecciones, al partido que dicen pertenecer, cuando todos sabemos, lo que se jugaba ese día; sobre todo, después de ver la conformación de gobiernos autonómicos y municipales en gran parte del país entre el PP y el partido paleolítico.
En este sentido, queda muy claro qué rol deseaba jugar la dupla, otrora progresista y vencedora con mayoría absoluta.
Preguntas
Entonces aparecen las preguntas:
¿Dónde queda el sitio del líder y los valores de empatía y lealtad a su propio partido?
González argumenta que por su edad ya no puede opinar; lo ha dicho en algún que otro reportaje, ocupando el lugar de víctima.
¿El líder victimizado por las hordas juveniles del actual socialismo español?
Esto ratifica el viejo prejuicio respecto de la juventud tantas veces escuchado.
¿Qué más desearía un verdadero líder que la juventud pueda avanzar y superar al viejo maestro?
Si no se es consciente del tiempo y del lugar que le toca vivir al líder: ¿sigue siendo líder?
Lo cierto es que sus palabras lo han hermanado mucho más con la dupla reaccionaria que con sus orígenes. Y esto, claramente, no es sinónimo de evolución.
El expresidente, al parecer, no tiene nada nuevo para ofrecer y cuestiona (se cuestiona) la imagen que le devuelve el espejo.
Decrepitud anticipada
Algo parecido le está sucediendo al líder del PP, quien parece estar dispuesto a dar lecciones de principios, moral y valores a todo el que lo escucha.
Para Feijóo todos son mentirosos, irresponsables y no tienen palabra, salvo él, claro.
(Foto Eduardo Parra Europa Press)
En este caso, estamos asistiendo a una decrepitud anticipada, ya que alguien que aspira a presidir un país, no debiera aprovechar cada oportunidad que tiene para descalificar a todo aquel que no lo haya votado. Esa soberbia, en política, se paga muy caro, tarde o temprano, se paga.
González pasará a la historia por sus méritos y por sus deslealtades, entre otras cosas.
A Feijóo, según parece, la historia le pasará por encima como el líder que no fue y el presidente que quiso, pero no pudo.
Khalil Gibran
Néstor Tenaglia Álvarez
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