Cibermachismo.
Reconozco que cuando empecé a dar mis primeros pasos en el activismo de izquierdas, allá por los años noventa, y oí hablar por vez primera de la discriminación positiva, me eché las manos a la cabeza. En mi tierna juventud de inocente agitador impulsivo, no podía entender cómo las organizaciones progresistas estábamos dando cabida a una idea que era discriminatoria hasta en el nombre, y por eso, cada vez que tenía una oportunidad, atacaba esa propuesta con el furor extraordinario que caracteriza a los más jóvenes. Creía entonces, que aunque ciertamente, la igualdad entre hombres y mujeres no era una realidad, sería un hecho en algunos años, y propiciar medidas discriminatorias a favor de las mujeres era algo innecesario, más en organizaciones que ya habían superado esas contradicciones. Ja.
Poco tardé en darme cuenta de lo erradas que estaban mis ingenuas predicciones y hoy, después de pasados casi veinte años, no sólo soy consciente de que la situación no ha mejorado sino que, al contrario, vamos hacia una clara recesión respecto a lo avanzado. ¿Quieren una prueba?, les voy a dar una, y no, no les voy a aburrir con los argumentos de siempre, que si el paro tiene nombre de mujer, que si está demostrado que ellas cobran menos por realizar el mismo trabajo, que si los anuncios son sexistas,…no, no voy a volver a reiterarme en lo que por todo el mundo es conocido, y voy simplemente a limitarme a proponerles un sencillo experimento que podrán realizar a golpe de ratón.
Abran ustedes la página de google en su versión española: https://www.google.es/
¿Ya?, bien. Como sabrán en el buscador de google se autocompleta la búsqueda que vamos a realizar con lo que otros usuarios han buscado antes que nosotros. Como dice la propia web, lo que aparece es “un reflejo de la actividad de búsqueda de los usuarios”. Sigamos con el experimento y escriban: “las mujeres”.
Interesante el resultado: Las mujeres más guapas, las mujeres más guapas del mundo, las mujeres de verdad tienen curvas y las mujeres que aman demasiado. Cualquiera diría que los usuarios de google cuando hablan de una mujer lo hacen sólo para reducir su valor a la belleza ¿no? Bueno, a lo mejor esto es así porque hemos escrito en positivo, hagámoslo en negativo, “las mujeres no”:
Flipante: Las mujeres no saben conducir, las mujeres no se tiran pedos, las mujeres no saben lo que quieren, las mujeres no pueden. Los dos primeros son tópicos machistas sin base científica alguna (todo el mundo sabe que ellas conducen mejor, y todo el mundo sabe también que si una persona acumula el gas acaba explotando por dentro.) El segundo admito que es verdad, pues en un país en el que la mayoría vivimos ahogados y gana el PP por mayoría absoluta, ni mujeres ni hombres sabemos lo que queremos. Es el último el que me deja más desconcertado ¿no pueden? ¿Qué no pueden? ¿Volar? ¿Andar por el techo? ¿Salvar al Betis? Sigamos y veamos, demos otra vuelta de tuerca para saber qué es lo que “las mujeres no pueden”:
No pueden conducir en Arabia Saudí, no pueden ser daltónicas, no pueden trabajar y no pueden estar solas. La primera es objetivamente cierta, la segunda falsa –aunque es verdad que hay menos probabilidades de ser daltónico si se nace mujer- y la cuarta ni siquiera la comento porque me parece ridícula. Pero la tercera es brutal. ¿Se referirá la tercera a que las mujeres no pueden trabajar porque en España no hay trabajo ni para Dios? Clicamos y vemos los resultados y aparece que la primera página es una consulta de una secta cristiana que aconseja que la mujer se quede en casa. Normal, con los fundamentalistas pasa eso (ahí estaba lo de Arabia Saudí para demostrarlo), pero el caso es que entre las páginas encontradas hay una de foro.enfemenino.com, en la que una señora justifica que la mujer casada no trabaje porque es ¡antinatural! ¡Tócate los cojones –o los ovarios- que encima la tía dice que seguro alguien la tildará de machista por ello!
Llegados a este punto seguro que se preguntarán que pasaría si repitiésemos la operación con los hombres. Hagámoslo:
Vaya. Parece que de los hombres no se espera ningún esfuerzo en el físico: Los hombres de Paco, Los hombres que no amaban a las mujeres, Los hombres de Paco online, y por último y para no variar: los hombres de Paco capítulos.
Con el no:
Que los hombres no mienten y no lloran parece claro para esta nación de machotes, a menos que la selección gane el Mundial o que te digan que no han votado al PP, algo que -en Andalucía al menos-, casi nadie reconoce abiertamente.
Vamos a por el “no pueden”:
Los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez, no pueden tener amigas, no pueden estar solos y no pueden cruzar las piernas. Sin comentarios. Bueno sí uno solo. Yo soy hombre y cruzo ambas piernas perfectamente en plan yoga, y eso me sale natural incluso cuando estoy en un bar tomándome una cervecita.
Hasta este momento el experimento ha resultado casi gracioso, pero demos un paso más para ver qué es lo que pasa cuando no deben:
Ahora sí que parece que hemos llegado a la cima de lo absurdo. En pleno s. XXI los usuarios han buscado: Las mujeres no deben trabajar, no deben votar, no deben maquillarse y no deben ser iluminadas ni educadas de forma alguna. La última, para el que no lo sepa es una frase de San Agustín de Hipona que llegó a lo más alto en la historia de las citas misóginas al afirmar: “Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones.” Me ahorro poner la versión de los hombres ya que los cuatro resultados hacen referencia a que los hombres no deben llorar.
Siendo el buscador de Google un medidor sociológico mucho más certero que el CIS –vale, reconozco que tampoco había que correr demasiado-, he de confesar que siento miedo por el machismo que existe en nuestro entorno. Un machismo sutil, y a veces oculto, escondido tras el anonimato de una pantalla de ordenador, y que demuestra que allá donde no se tiene que ser políticamente correcto, encontramos a una proporción importante de la sociedad que todavía siente que el hombre es superior a la mujer. Cierto es que no se puede cambiar la mentalidad de una sociedad patriarcal de milenios de historia de la noche a la mañana, pero es que en estos momentos, es el propio sistema el que está cuestionando a la mujer derechos que ya parecían conquistados, como su derecho al trabajo o su derecho a decidir sobre su propia maternidad. Parece que, lejos de lo que pensaba cuando era un chaval, la lucha por la liberación de la mujer no ha hecho más que empezar.