La vida en el panel derecho de El Jardín de las Delicias •  06/04/2014

La dignidad se llama Corrala Utopía.

La dignidad se llama Corrala Utopía.

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Esta mañana salí apresurado de mi casa. Hoy es domingo y no estaba previsto que en un día de descanso tuviese que hacerlo pero las malas noticias son así, y generalmente no avisan. Había recibido varios mensajes cuando todavía estaba en la cama y al encender el ordenador confirmé la tragedia: La Corrala Utopía, símbolo de la resistencia ante la codicia y la especulación de unos pocos estaba siendo desalojada por la policía. La cobarde acción de la Subdelegación del Gobierno me extrañó. No era algo que se esperase, ya que la Consejería de Vivienda de la Junta de Andalucía estaba negociando una salida y había ofrecido unas viviendas para realojar a las familias en septiembre, pues en este momento no se disponían de pisos vacíos. La negociación se estaba llevando a cabo con el Ayuntamiento de Sevilla -que sí dispone de cuatrocientas casas de titularidad municipal-, y se estaba intentando que las familias fuesen realojadas allí hasta entonces. Se suponía que existía voluntad política y esto nos había hecho soñar con que una solución era posible y que al final, David vencería a Goliat, y las valientes mujeres de la Corrala conseguirían finalmente aquello que les garantiza la Constitución: una vivienda digna.

Pero no sería así, y justo cuando se había llegado ya a un acuerdo con Ibercaja se procedió al desalojo.  La delegada del Gobierno Carmen Crespo sabía que la solución estaba a punto, con lo que en principio la acción que ordenó podría parecer absurda. Pero no lo era ni mucho menos. Carmen Crespo, como Zoido y como todos los que han puesto trabas a la negociación desde un principio saben muy bien lo que han hecho. La semilla que sembró la Corrala Utopía era extremadamente peligrosa para ellos, ya que si triunfaba podía cundir el ejemplo y por eso había que acabar con ella. Y eso es lo que han hecho.

Al llegar a la zona una desmedida operación policial me recibió. Una cincuentena de personas ya estaba allí sin saber muy bien qué hacer, pero seguras de que había que hacer algo. De repente más gente se acercó, e incluso vecinos que nada habían tenido que ver con la Corrala vinieron a preguntar. ¿Hay niños?. ¿Y dónde van a ir ahora?. ¡No es justo! No. Efectivamente no lo era, y el chico que miraba llorando desde la ventana estaba ahí para recordárnoslo, en una imagen que nos sobrecogió a todos los presentes, salvo tal vez a la policía. Los agentes no se preocupan por un niño llorando, ellos cumplen órdenes y siempre están dispuestos a hacer cumplir la ley, al menos una parte de ella, ya que la misma ley que ellos dicen defender también ampara a las familias de la Utopía en el artículo 47 de la Constitución. Pronto supimos que no cabía esperar ninguna compasión de ellos, y cuando saltamos a la carretera e hicimos uso de la resistencia pacífica comenzaron los golpes y las amenazas.

A pocos kilómetros de allí el alcalde estaba en un mundo mucho más bonito. Ajeno a la tragedia de las mujeres y niños que no tendrían dónde dormir esa noche, Zoido asistía al pregón de la Semana Santa. Rodeado de curas, crucifijos y sevillanos de bien nuestro alcalde no podía pensar en lo que unas alborotadoras reclamaban, y que cuestionaban que pudiesen existir viviendas sin gente y gente sin viviendas. ¡Menudo disparate! Él, atento al pregón estaría a buen seguro pensando en su virgen de la Macarena –tan bonita- o en su Gran Poder –que grande es-, seguro de su enorme devoción y nada disimulada religiosidad. Cabría preguntarse si persignarse y olvidar a las personas necesitadas es muy cristiano, y si asistir a un pregón libra a Zoido de sus pecados por haber cortado el agua a las familias de la Utopía en verano. No lo sé. Yo no soy ni teólogo ni cristiano, pero como soy buena persona sólo le deseo a Zoido que no exista Dios, porque de ser así pasará toda la eternidad ardiendo en el infierno por lo que ha hecho con las familias de la Utopía.


La vida en el panel derecho de El Jardín de las Delicias / 

Alejandro Sánchez Moreno (Sevilla, 1982.)

Profesor de secundaria e historiador. Actualmente es doctorando de la Universidad de Málaga en una tesis sobre los inicios del comunismo andaluz. Realizó sus estudios en las universidades de Sevilla, Toulouse II Le Mirail, Complutense de Madrid y Autónoma de Madrid. Ha trabajado desde hace años en el campo de la docencia. Es miembro de la Fundación de Investigaciones Marxistas y de los órganos locales del PCE e Izquierda Unida en Sevilla.

Sus publicaciones han girado fundamentalmente hasta ahora en torno a estudios historiográficos, siendo autor de diversos artículos publicados en Chile y España.

Su primer relato de ficción “La Catarsis de Clío”, fue seleccionado por la Latin Heritage Foundation para formar parte de un libro recopilatorio de “jóvenes promesas de la literatura hispanoamericana” (Hijos de la Pólvora. Antología de relatos hispanoamericanos, Latin Heritage Foundation,Washington, 2011.)

El autor del blog ha presentado recientemente su primer libro “José Díaz, una vida en lucha”, biografía del dirigente obrero José Díaz Ramos que ha sido publicada por Almuzara y además, próximamente verá la luz su segunda monografía sobre un importante episodio represivo de la Andalucía franquista.