Requisito indispensable
Uno espera vivir en una sociedad madura, adulta, lo más sana posible, en donde fuera una cuestión de principios, condenar la violencia, el terrorismo de Estado y promover políticas de memoria, verdad y justicia, más allá del color político que se tenga.
Debería ser requisito indispensable para ostentar cualquier cargo en administración pública; mucho más en gobiernos y presidencias. Eso le haría muy bien a los países, y contribuiría a un mundo más solidario y equitativo. Pero eso no ocurre. Hay negacionismo gobernante, hay muertos que valen más que otros y hay derechos humanos en grave peligro.
¿Nos quedamos viendo cómo se repite el horror?
Hay profundos temas humanistas que no tendrían que tener discusión y sí, un amplio consenso, más allá de los colores partidarios.
En cualquier sociedad civilizada, el tema de los derechos humanos y la condena de sus representantes al terrorismo de Estado, debiera ser la primera condición para aspirar a algo serio.
Pero, lamentablemente, no es así y hay quienes, aún con aspiraciones a presidir un país, instan a «dejar a los muertos en paz».
Claro, pienso, porque no los considera sus propios muertos. Ni los de su familia, ni los de su país, ni los de su especie.
Son el pasado que no hay que remover.
Son las consecuencias de una pelea «entre abuelos».
Queda mucho por andar para que ciertos esperpentos políticos no tengan la posibilidad de acercarse ni a un local partidario si no tienen como mínimo valores y principios humanistas.
La política no debiera ser una autovía para que cualquiera sin el menor atisbo de sensibilidad ante la vida, consiga un sitio en las administraciones. Menos en los gobiernos.
En Italia, entre otros países, ya gobiernan.
Muchos de ellos, han instalado el supremacismo y naturalizado el odio como política de Estado.
Cuanto más dividen, mejor. Y lo que es peor, es que son blanqueados por los grandes medios de comunicación para introducirlos como personajes más o menos disruptivos y simpáticos en las casas de todos.
¿La razón?, los grandes medios son amplificadores cuyos dueños son cualquier cosa, menos periodistas. Y hay intereses comunes que defender. Privilegios de clase.
En los últimos 25 o 30 años, los que más han fomentado la lucha de clases no han sido los marxistas, sino las clases altas y las oligarquías financieras.
Para ellos se recauda, para ellos se gobierna y cuando pierden elecciones, deslegitiman a los triunfadores usando todo su arsenal hasta aplastarlos.
Según el país que sea, utilizan contactos en el poder judicial, bandas armadas, periodistas mercenarios, poderes religiosos, movimientos fundamentalistas, sectas, violencia organizada.
Esa gente nunca debiera acceder a puesto alguno.
No les preocupa la muerte, la fomentan de todas formas. Aún sin matar.
Pero, como me dijo un conocido dramaturgo una vez: «los políticos son el espejo de las sociedades»
Entonces, algo habrá que revisar por ahí.
Néstor Alejandro Tenaglia
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Néstor Tenaglia Álvarez