Ciudadanos de Espartinas publica la segunda parte de “La Nephila Vasca”, el hilo de los Lasa Ayani en la telaraña
Arteche Tarascón, el hombre que le cedió gratia et amore un piso de lujo a Roca en el centro de Madrid; Maya Galarraga; Agustín Aguirre Iguíñiz –administrador único de Aguirene, la empresa que pagaba la visa oro de Montserrat Corulla; Luis Firnando Linares Torres, el detenido en la Operación Astapa, y su socia María Eugenia Yeregui Kinkel… son algunos nombres que han alcanzado cierta fama –nunca tanta como merecen– en relación con la Operación Malaya. Sin embargo no son los únicos miembros de la Trama Vasca y, a juzgar por lo visto en la primera parte de La Nephila Vasca, publicada por Ciudadanos de Espartinas, puede que ni siquiera sean los más decisivos pues en este gremio lo invisible o lo borroso suele ser más determinante que lo manifiesto.
Esta segunda parte del artículo citado se centra en los Lasa Ayani, otro hilo de la telaraña que inexplicablemente –o todo lo contrario– permanece hasta ahora invisible o ensombrecido por la fama de los otros cofrades.
Asuntos turbios en Arroyo de La Encomienda, en Tres Cantos donde ha intervenido la Fiscalía Anticorrupción y, sobre todo, en Estepona; conciernen directamente a los Lasa Ayani, estrechamente vinculados a Javier Arteche Tarancón, a Luis María Maya Gallaraga, a los Yeregui, etc.; todos ellos –me refiero a los asuntos– enredados en una madeja que supera de lejos las doscientas compañías en continua metamorfosis; un masa plástica o, mejor dicho, proteica donde las sociedades anónimas o limitadas aparecen y desaparecen, se absorben, se liquidan, dividen sus patrimonios o se fusionan, pero donde la topología del fenómeno permanece.
Todas las hojas de los árboles caen de una forma única, pero todas ellas caen como caen las hojas de los árboles. Ya sabemos que hay orden en el caos y en este caos societario hay una constante universal. La forma cambia, pero la estructura permanece.