Tiempos Modernos •  13/01/2016

Vida sana y Muay Thai

Vida sana y Muay Thai

Entrevista a Oscar Cofrade

Oscar Cofrade es un luchador. Entrena cada día para mejorar, y ya lleva diez años practicando Muay Thai, arte marcial típica tailandesa. Dice que se siente feliz y que no entiende su vida sin este deporte. Es el actual Campeón de Catalunya de Kick Boxing (2015). Este noviembre ha vuelto a Tailandia para entrenar.

Oscar Cofrade nació en Ibiza hace 31 años. A los 12 años empezó a practicar ciclismo, pero tuvo que dejar ese deporte por incompatibilidad. Había llegado un punto en que el siguiente paso que debía dar era convertirse en ciclista profesional y no lo dio, se fue a vivir a Barcelona para emprender sus estudios universitarios.

Los años de duro entrenamiento sobre bicicleta le sirvieron para ganar un fondo envidiable y para aprender a vivir con el sufrimiento. Los que conocen el significado de luchar contra la misma mente saben que cuando el cerebro pide que se deje de correr o de pedalear el cuerpo falla, pero la voluntad silencia todos esos inputs para dar un poco más. Los que conozcan la dureza del aprendizaje entenderán de lo que les hablo.

Cuando uno lleva el cuerpo al límite con regularidad se conoce, y cuando uno se conoce sabe cuáles pueden ser sus verdaderas limitaciones. Cuando uno se conoce convierte sus limitaciones en metas y las metas hay que superarlas. Los verdaderos deportistas luchan para superar sus propias metas.
Una vez cuelga la bicicleta dedica su tiempo a entrenar artes marciales. Siempre ha tenido en mente aprender a luchar, pero debido a la disciplina que le imponía el ciclismo nunca se había animado a hacerlo. Así, con su llegada a Barcelona empieza sus entrenamientos, hasta que a los 24 años decide dedicarles más tiempo y esfuerzo. Cambia el chip y pasa de entrenar dos veces por semana a hacerlo cuatro días cada semana.

Cofrade cuenta que se le estaba acabando la estancia en Barcelona. “Decidí ir cuatro meses a Tailandia, que es lo que siempre había querido, porque allí está la cuna del Muai Tai”. Estuvo entrenando en un gimnasio en la provincia de Phuket. Tuvo suerte de conocer un buen entrenador que se preocupó por él desde el primer día. Es habitual que cuando en un gimnasio llega un “farang” (un extranjero de origen europeo), los entrenadores enseguida les preparan combates para ganar dinero, aún siendo combates extremadamente desiguales y perjudiciales para el “farang”.

En su gimnasio había un buen ambiente y enseguida hizo piña con los demás luchadores. No todos eran “farang” y los entrenamientos eran muy distintos a los que había realizado anteriormente. Cofrade explica que “es muy duro” y añade que “los entrenos se alargan más de dos horas. Eso significa que un mes de entreno en Tailandia son cinco meses de entreno en Europa”.

Oscar reconoce que cuando uno lleva tres años practicando un arte marcial comete errores. El luchador se siente seguro, confiado, capaz de todo y ya no tiene los complejos que pueden aparecer al inicio. Es entonces cuando puede pecar de vanidoso, creerse mejor de lo que realmente es. Eso es lo que le sucedió a su vuelta a España.

Cuando puso los pies de nuevo en Ibiza quiso probarse contra los luchadores españoles, daba igual que arte marcial practicasen. Acudió a un combate de Sanda, kickboxing chino, y perdió, no por falta de nivel, sino por no dominar la técnica que requería ese arte marcial. Después de esa derrota se sintió tan humillado que tardó un año en volver a luchar.

El camino del guerrero es duro, no es nada fácil aprender que cuando uno está en la cima tiene que aprovechar esos momentos para mirar desde lo alto el camino a seguir. En la cima no se puede vivir, no hay vida en ella. La mayoría ni siquiera verán la cima, se rendirán durante la marcha.
Cuando se le pregunta a Oscar si alguna vez ha luchado en peleas clandestinas dice que no, se ríe y replica que eso sale en las películas, que “ya resulta bastante difícil poder competir en los circuitos oficiales”. Se cuida para lograr los objetivos marcados, “para lograrlos hay que ser constante y disciplinado, hay que prescindir de distracciones y centrarse”.

Este año por primera vez Oscar participará en combates profesionales en Tailandia, cinco asaltos de tres minutos y quién gana se lleva el dinero. Si se quedara más tiempo podría participar en ligas, donde participan varios luchadores y los campeones suben su caché por combate y pueden acceder a ligas más exclusivas. El mayor objetivo de cualquier luchador es llegar a combatir en el Estadio de Lumpini, el mejor de Tailandia.

A diferencia de los luchadores de Europa del Este que combaten en Tailandia, que les gusta ganar por KO, golpear al rival hasta destrozarlo y dejarlo tumbado en la lona, a Oscar le gusta ganar por puntos o por KO técnico, dando un golpe certero al adversario y dejarlo un rato sin que se mueva. No le gusta hacer verdaderamente daño.

Así es como ganó el Campeonato de Catalunya de este año, con una patada giratoria que alcanzó directa al hígado de su oponente, este restó indispuesto hasta que el juez señaló el fin del combate por KO técnico.

Cuando le pregunto cómo se siente al practicar este deporte no tarda en contestar “te invade una sensación de plenitud del cien por cien. Cuando entreno pienso en mejorar día a día, porque sé que si no hiciera eso no me sentiría bien. Así que ya se ha convertido en un estilo de vida, no en una filosofía de vida, sino en un estilo de vida”. Cofrade no se limita a entrenar, también enseña a luchar a chicas en su gimnasio, las instruye para defenderse. Además, el esfuerzo que realiza le ayuda a ser feliz, con este deporte se segrega mucha dopamina, y según dice, “eso me dibuja una sonrisa en la cara cada mañana”.

“No lucho por dinero, lo hago por pasión” confiesa Oscar, “necesito hacerlo y necesito enseñarlo.” Subraya que no enseña a la gente a luchar para que compitan, que cada uno haga lo que quiera, “yo les enseño a defenderse y a sentirse bien”. Con esta idea en 2014 abrió su gimnasio en Ibiza. En España no se puede vivir de este deporte, ni de casi ninguno, así que compagina una doble jornada laboral, por las mañanas trabaja en su empresa familiar y por las tardes en el gimnasio, dónde también entrena. Hay muy pocos luchadores que sean profesionales en España, en cambio, en Tailandia sí se puede vivir de las peleas. Se puede por un motivo, la vida allí es muy barata, y con el dinero de los combates se puede tirar adelante sin lujos.

Pero el camino hasta ganar la final del Campeonato de Catalunya no fue nada fácil. Hace tres años tuvo un grave accidente de tráfico en Tailandia, le cayó la moto encima. En un inicio le dijeron que se había hecho un esguince en la pierna, una semana después se dieron cuenta que tenía roto el tobillo y el peroné, le escayolaron la pierna, pasados diez días le quitaron la escayola con la pierna ensangrentada y moho en el pie. Al llegar a España los médicos le dijeron que ya no se podía operar, que hiciera rehabilitación pero que era probable que quedara cojo el resto de su vida y por supuesto, que se olvidara de pelear.

Oscar únicamente escuchó la primera parte, que hiciera rehabilitación. Es preparador físico, así que se autoimpuso unas rutinas que con tiempo, paciencia y dedicación le permitieron recuperarse completamente en ocho meses. No iba cojo, corría y volvía a luchar. Los médicos no podían salir de su asombro cuando vieron los progresos que había realizado.

Siguió entrenando duramente, debido a la existencia en España de distintas federaciones de lucha, de diversos calendarios y de un largo etcétera de factores exógenos, hasta 2015 no pudo participar en un Campeonato de un arte marcial que dominaba.

Los entrenamientos no cesaron tanto en España como en Tailandia. Mientras en Ibiza corría un kilómetro en menos de cinco minutos, en Phuket podía tardar alrededor de siete minutos. El clima es determinante, el calor y la humedad ayudan a desarrollar una mejor resistencia. Las primeras dos semanas hacen estragos en los recién llegados.

Regresó a Europa con un fondo perfecto para afrontar los combates que tenía por delante, pero decidió añadir una máscara que le dificultara la respiración en sus entrenamientos de Ibiza. Una semana antes del Campeonato de Catalunya enfermó por una gripe que estuvo a punto de dejarlo fuera de la competición. Finalmente acudió al torneo y venció. Reconoce que esa gripe le quitó gran parte de su capacidad pulmonar, pero que gracias a su dura preparación pudo aguantar a lo largo de la competición.

Cuando se le pregunta por el futuro nos comenta que la recuperación de las peleas cada vez cuesta más, y por eso se ve más entrenador que luchador, aunque no descarta pelear en Tailandia pasados los cuarenta años. Sus objetivos a corto plazo son preparar en las mejores condiciones el Campeonato de Catalunya que se celebrará en febrero de 2016, y el Campeonato de España que será en mayo o junio de ese mismo año. Y así pasó de la bicicleta al ring para convertirse en campeón.


Tiempos Modernos / 

Andreu Llabina.

@andrullabi

Barcelonés del 86.

Historiador.

Miembro de Observatori Internacional de Conflictes Estela Barcelona.

He colaborado en Tercera Información Catalunya.

Colaborador habitual en la revista de pensamiento y cultura El Ciervo.