Osvaldo Bayer: la Patagonia rebelde
Bayer, Esquel y la Gendarmería
El hombre llegó, sencillo, austero, humilde; su enorme valija atesora documentos y páginas memorables.
Horas y horas de investigar caminos, parajes, bibliotecas. Días y noches de amor y de guerra, escuchando a paisanos, preguntando a vecinos, leyendo la vida.
Corría el año 1995, precisamente, el 7 de octubre de ese año y una caricatura «nacional y popular» gobernaba la Argentina para despojarla y humillarla; el neoliberalismo se instalaba obscenamente en el país de la mano de Carlos Menem, dejando un lastre que se padece hasta hoy.
Era una época en que estos realmente grandes referentes del país, asistían a medios populares y espacios de reflexión como el que yo realizaba, sin dar mucho rodeo.
Comprometían su palabra y ahí estaban.
Hoy en día, con la excusa de las redes, cualquier perejil da más vueltas para aceptar una invitación que lo mejor es no invitarlos. Tienen un ego demasiado inflado.
Pero volvamos al hombre en cuestión. Una emisión más de mi programa de radio, «Santos y Pecadores» en el barrio de Saavedra.
Comencé preguntándole por su juventud en el sur:
¿Qué recuerdos tiene del sur, de la Patagonia argentina?
-Bueno, muy mezclados. Desde la infancia los relatos de mis padres. Y después la búsqueda, el recorrer la Patagonia, el aprender a quererla y el investigar su historia.
¿Usted vivió en Esquel, no?
-Yo viví en Esquel, si y trabajé en Esquel también. Bueno, de ahí fui expulsado y tuve que volver al norte. Pero siempre me ató la larga investigación de las huelgas patagónicas, me ató todos los veranos durante siete años yendo allá.
La expulsión
¿Por qué fue expulsado?
-El propietario de un diario me contrató, es decir, yo hacía toda la parte de redacción, pero parece que no lo interpreté bien a ese propietario y empecé a defender a los indios mapuche, a los pequeños plantadores de nogales, de árboles frutales y me ordenó rectificarme, no acepté y fui dejado cesante del diario.
Cree mi propio diario que se llamó “La chispa” y le puse con un poquito de arrogancia “El primer diario independiente de la Patagonia”.
Ese periódico no fue bien visto por la Gendarmería Nacional y se me ordenó dejar el territorio de Chubut porque me dijeron que Esquel quedaba en zona fronteriza y que esa zona no podía permitirse periódicos de esta índole.
Me dieron 48 horas para irme. Tuve que irme. Esto fue en el año 1958.
¿Y la gente cómo reaccionó?
-Hubo un apoyo muy popular de gente de abajo, pero también, como se decía antes, burgueses progresistas, como un médico, un abogado, el dueño de una café, un imprentero, que me dieron todo su apoyo; a pesar de que ellos se tenían que quedar, que tenían que vivir con la otra parte de la población, la parte poderosa, la parte que tenía el capital.
Es increíble lo que sucedía en esa provincia en el año 58. La gente bien de arriba y la gente bien de abajo.
Volver
¿Volvió a Esquel después?
-Volví muchos años después. Fui a visitar la casa en donde viví y fue una de las grandes derrotas de mi vida porque en esa casa vivía el actual comandante de la Gendarmería.
Entonces la historia parecía que había premiado con la rendición incondicional dado que en esa casa donde yo crie a mis chicos, ahora estaba el poder de la Gendarmería representado por su comandante…
¿La patria no se vende?
El reportaje continuó por largo rato y, alguna vez, lo subiré como he subido otros, a las redes sociales, pero quise rescatar este fragmento porque la historia parece reiterarse en denuncias, atropellos y con las mismas fronteras, aún después de tanto.
Al parecer, Gendarmería y sus aliados terratenientes extranjeros son los dueños de la región. Los pueblos originarios son estigmatizados y perseguidos desde siempre hasta la actualidad.
La gran prensa habla de ellos como divisionistas o terroristas, en el peor de los casos.
Algún que otro disfrazado -que no oculta aires de patrón- cuestiona extrañamente sus luchas, pero nada dice de las enormes cantidades de hectáreas en manos de Benetton o Lewis.
La inclusión está bien vista siempre y cuando el concepto de pueblo sea el “apropiado”.
Desde la oligarquía hasta los nacionalistas ven en los mapuche al enemigo, pero la verdad siempre aflora y en algún sitio hay alguien para contarla.
Cada tanto es necesario estigmatizar para justificar cuestiones de poder o de negocios, que es lo mismo y a veces se paga caro el poner el pecho y las ideas del mismo lado.
Y aunque duela, cada día es necesario revisar la hemeroteca y ver cuántos casos de asesinatos, atropellos, saqueos vienen sucediendo en el país profundo argentino, gobierne quien gobierne.
La liberación que no llegó
El historiador, escritor y periodista, Osvaldo Bayer, ya no está entre nosotros.
Hace algunos años nos dejó físicamente, pero su legado está allí a través de enormes investigaciones que dan cuenta del atropello permanente sufrido por diversas regiones y colectivos en el país.
Su obra es amplia, profunda y está respaldada por documentos históricos.
Bayer ha recorrido muchas veces el país de extremo a extremo, y eso se refleja en sus libros.
Ojalá las nuevas generaciones lo estudien y lo interpreten; será una tarea más digna que repetir consignas vacías de contenido o dejarse la vista en los mensajes de las redes sociales que hacen posible hoy que un siniestro personaje como Javier Milei, sea presidente del país.
Néstor Tenaglia Álvarez
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