Notitia Criminis •  15/06/2009

El PSOE de Castilla-La Mancha se desentiende otra vez de Seseña mientras la ministra de vivienda ofrece apoyo jurídico a los vecinos de El Quiñón

Hay cosas que no tienen remedio y el apoyo, unas veces manifiesto y otras de facto, del PSOE toledano a los intereses del Pocero en Seseña es una de esas cosas. En los últimos días Francisco Hernando ha vuelto a lanzar un envite al Ayuntamiento de la localidad toledana. Se larga, se va a construir a otros países donde hay gobiernos que le respetan ―Por ejemplo el gobierno de Obiang Nguema, un ejemplo de honestidad política, lo cual, para que no haya duda, digo irónicamente y también con una cierta amargura― y abandona la urbanización de El Quiñón y las obligaciones que aún le ligan a ella.

En este sentido, hoy, Manuel Fuentes (en la foto) ha contestado en extensa rueda de prensa a las últimas declaraciones o manifestaciones de Urdaci, digo del Pocero, pero esta no es la cuestión que me ocupa ahora, sino lo dicho el pasado día 12 por la Secretaria de Comunicación del PSOE de Castilla-La Mancha, Esther Padilla.

Según esta señora, que habla en nombre del partido de Barreda «Si el promotor tiene que urbanizar, que urbanice; y si deposita una fianza y no urbaniza, pues la fianza se podrá hacer cargo de la financiación».

En otras palabras, que ni el PSOE regional, ni el Gobierno de Barreda tienen nada que decir en un asunto como el de la urbanización del Pocero en Seseña; un asunto que se está viendo en los tribunales, con José Luis Martínez, alcalde socialista de la localidad cuando todo comenzó, acusado a instancias de la Fiscalía Anticorrupción de Toledo, de graves delitos; un asunto con el que destacadas figuras del PSOE toledano han sido relacionadas por informaciones reiteradas en los medios de comunicación, como es el caso de Emiliano García Page; o un asunto que tiene por protagonista central a Francisco Hernando Contreras, el mismo que fue descubierto haciendo obras en el hipódromo de José Bono.

Si el Pocero se va de Seseña y deja incumplidas obligaciones que tenía contraídas como el Agente Urbanizador que era, el problema es del Ayuntamiento. El PSOE de Castilla-La Mancha no tiene opinión sobre el caso y, mucho menos, ninguna iniciativa que impulsar en apoyo de Manuel Fuentes ―un «gilipollas, el único alcalde honrado de España», como dicen que le dijo un día el Pocero― y de los vecinos de El Quiñón.

Sin embargo, hoy mismo se ha dado una curiosa noticia. La ministra de vivienda, Beatriz Corredor, sin ninguna competencia funcional en los problemas urbanísticos de Seseña, ha declarado que su ministerio prestaría la asistencia jurídica que necesitaran a los vecinos de la urbanización del Pocero, en el caso de que éste hiciera efectivo su anuncio de abandonarla.

El hecho contrasta violentamente con la actitud de los responsables políticos del PSOE toledano, por no decir con la actitud del silente José María Barreda, que tan efusivos abrazos dicen que le daba a Paco el Pocero cuando le recibía en su despacho.

Este intenso contraste en las reacciones, me trae a la memoria un párrafo del libro de las periodistas Alejandra Ramón y Ruth Hugalde: «El Pocero de Seseña», que en su día fue «Premio Debate» y del que nadie ha desmentido ni una sola coma. En la página 160 de ese texto se lee lo siguiente:

«Verano de 2006. A las puertas del despacho de la ministra de vivienda, un consejero de una de las mayores inmobiliarias españolas espera reunirse con María Antonia Trujillo. Habían hablado un día antes por teléfono y ella le había citado en su despacho: “Ven a las cinco de la tarde, tengo que contarte algo”, le dijo. Mientras esperaba su turno, el consejero vio marcharse al director de uno de los primeros periódicos del país. Un encuentro que había retrasado ligeramente su cita. Pero la información valió la pena. Tras las formalidades de turno, Trujillo empezó a contarle una extraña trama de intereses inmobiliarios y supuestos favores políticos en Seseña que salpicaba directamente a José Bono. Moncloa no tenía pruebas, pero sospechaba que las acusaciones eran ciertas… El consejero se despidió de la ministra, consciente de que le estaba utilizando para trasladar la historia a la prensa. Quería que él fuera la bolita que golpease la primera ficha del dominó e impulsase la caída del resto».

Entonces algo cayó. Concretamente, un ministro de defensa al que el Pocero tenía por amigo y que en los últimos tiempos asegura no haberle conocido nunca: José Bono. Hoy en día, con las barbas de Manuel Chaves desprendiendo flamígeros destellos, uno diría que el injerto capilar del señor Bono debería ser puesto a remojo urgentemente, pero se trataría de un cálculo arriesgado. ¿Quién se acuerda ya del decálogo contra la corrupción que tanto aireó el PSOE durante las últimas elecciones municipales? ¿Qué fue de aquellas afirmaciones de José Blanco de que no era «consentible» que un imputado por corrupción continuara desempeñando su cargo público? ¿Se lo preguntamos a Alejandro Pompa, alcalde de Carranque, Toledo?

Castilla-La Mancha es un universo cerrado, una extravagancia en la que una caja de ahorros quiebra por dar créditos multimillonarios a los amigos del presidente o a los protagonistas del caso «malaya» ―que supongo que no serán, también, amigos del presidente― donde en los aeropuertos sólo sobrevuelan los grajos, donde los destituidos consejeros de la caja quebrada acusan de falsificación a los directivos que ellos mismos pusieron o donde el presidente regional se pasea sin vergüenza al lado de algún imputado por graves delitos de corrupción. Castilla-La Mancha necesita una Fiscalía Especial para ella sola porque va a estallar y cuando se produzca el ziquitraque, amables y no tan amables lectores, ríanse de Málaga.


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