El amigo y la poesía
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El amigo Bernardo
El amigo Bernardo, desde Buenos Aires, me envía un par de mensajes; siempre intercambiamos opiniones, con él y con un puñado más, de todo un poco, leves respiros y congojas de la ciudad.
Es uno de esos oyentes históricos que supe tener en una de las etapas del programa de radio.
Siempre cuento aquel día en que yo estaba evocando al escritor Haroldo Conti, secuestrado y desaparecido por la dictadura militar, evocándolo en la radio, con testimonios de su esposa, a quien había entrevistado unos años antes en otra radio, y Bernardo, así como Enrique de Colegiales, eran asiduos lectores de Conti.
Enrique, otro oyente que también, como Bernardo, se quedaron en mi vida como amigos eternos, era del barrio de Colegiales, Bernardo de Ramos Mejía.
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Es que, por cierto, antes los oyentes, cuando llamaban a la radio para dejar un mensaje o un saludo, se presentaban con el barrio como apellido, como una forma de pertenencia, si se quiere.
En fin, aquel día de aquella emisión, hablando de Haroldo Conti, Bernardo, que trabajó de taxista toda la vida, buscó un teléfono público, sí, un teléfono público!! porque a finales de los años 90, no existían los celulares o móviles, se comunicó con el programa, salió al aire, y leyó o recitó de memoria, no sé, un breve texto de Conti y la emoción, esas porosas arrugas del alma, se apoderó de quien escribe esto ahora.
No ha sido la única vez que me he quebrado al aire, pero eso no viene al caso.
Julio Huasi
Lo cierto es que el amigo Bernardo, por estos días, y porque a ambos nos gusta la poesía con contenido y no la poesía de los ombligos o decorativa, me recuerda a Julio Huasi, un enorme poeta argentino, y más que argentino, porteño, nacido en el barrio de Parque de los Patricios, en uno de esos llamados conventillos, en los arrabales de la ciudad, allá por la década del 30.
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Julio Huasi, guarda honrosamente, quizás, no haber formado parte de la historia oficial ni de los siempre cerrados y onanistas círculos poéticos y literarios, ni tampoco atesora en su biografía, haber recibido algún premio consuelo o haber sido beneficiado por gobierno o político alguno. Y varios poemarios editados austeramente.
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Por el contrario, sufrió persecuciones y exilio.
Colaboró fervorosamente con las Madres de Plaza de Mayo, trabajando, entre otras cuestiones del oficio de periodista, para el diario del organismo de derechos humanos; yo todavía no colaboraba para ese diario, pero seguía con mucho interés el material que allí se publicaba.
Sin embargo, la noticia de su fallecimiento, en marzo de 1987, a los 52 años, nos cortó en pedazos; las crónicas de aquel día dan cuenta de que, presumiblemente, se suicidó con un disparo en la sien en el departamento en donde vivía.
Un poeta
Como muchos otros, el poeta, había vivido penurias económicas, amarguras diversas y la miserabilidad tan común en los circuitos culturales, sobre todo, para aquellos que producen contenido crítico, sin concesiones ni silencios cómplices.
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Recién en 2019, fue editada la obra completa del poeta en una cuidadosa edición a cargo de Ediciones ryr de Buenos Aires.
En fin, por estos días de silencios cómplices, de doble moral y de verdades tergiversadas y manipuladas, Bernardo, el amigo oyente, publica en su perfil, en una red social, un poema de Julio, tan vigente, seguramente, que cuando fue escrito.
Y yo lo comparto para celebrar a Julio, a la POESÍA y a mis eternos amigos.
palestinos
a leila, a jaled
sus raíces carnales al aire claman a un cielo de napalm,
una bóveda roja de lobos devora los corderos celestes
de la antigua patria y patea las cenizas del hogar,
los niños arden entre sus brazos como teas.
Te has pasado de infiernos, señor, en mis
pies deambulan eras de pies trashumantes,
amo de este barrio sideral, jehová, deus, alá,
responde donde estés si es que estás, se acabaron
los desalojos del planeta, los inquilinos elegidos y los parias,
la tierra es de quien la sangra y todos caben bajo las uvas del sol,
dios quiera, dios, no te cuelguen el triste hatillo de los éxodos
y sepas cuánto pesa la cruz de tus errabundos,
esto será un carro de amor para todas las criaturas,
o hay mundo para todos o no hay mundo para nadie
(de Asesinaciones, 1972-81)
Néstor Tenaglia Álvarez