Escritos desde Suburbia •  17/05/2020

Prevalecerán, Julio

Prevalecerán, Julio

“Levántate y piensa”. Amores y desamores. Entrar en IU. ¿Qué hacer? El 15-M. La Juve. Una fiesta del Partido. Muchas manis. El Frente Cívico. “Vamos a ver”. Mérida. Las Marchas de la Dignidad. ¿Podemos? Estamos corriendo demasiado. Fuenlabrada. La caseta. La unidad. Seguimos queriendo correr demasiado. ¿Qué hacéis? “Los partidos son instrumentos”. Un avión. “Sacúdete la pereza”. La sierra cordobesa. Historia. Y ahora, ¿qué?

No sé muy bien si me corresponde a mí hablar sobre Julio. Desde ayer corren las palabras de homenaje y recuerdo. Soy incapaz de no emocionarme con muchas de ellas. He leído a Manolo Monereo, a Felipe Alcaraz, a Antonio Romero… a muchos y muchas, que creo que son a quienes corresponde hablar ahora. Mis palabras las dirijo como un joven que descubrió a Julio muy pronto, pero desde su faceta ya retirada de la llamada primera línea. Recuerdo conversaciones con mi amigo Gonzalo con sólo 15 años. Fue él quien comenzó a hablarme de cierta gente, entre ellos un nombre que sobresalía: Julio Anguita. Comencé a leerle y a escucharle muy pronto, recuerdo buscar vídeos en internet en sitios rarísimos, no había Youtube. En 2008, cuando comenzaba a descubrir de cerca las miserias del mundo laboral, recuerdo su escrito de refundación de la izquierda: no hay tiempo para más dilaciones. Quizá fue el primer material de Julio que me motivó a militar, junto con su discurso en 1999 con Saramago que también descubría por aquellos tiempos y que se hizo viral con el 15-M. Tardé todavía un par de años en militar debido a mi carácter introvertido y mi reticencia hacia los partidos. Entré por ese escrito.

Así comencé a conocer a Julio y después siempre ha estado ahí. Leo muchos homenajes y recuerdos de gente que se motivó con el Anguita de los noventa, que se posicionó a su lado cuando el grupo PRISA fabricaba un montón de mierda sobre él. Yo esa faceta la descubrí más tarde y todavía sigo descubriéndola. Pertenezco a esa generación de jóvenes que con 20 años se empaparon del 15-M, del que él era uno de los referentes morales. Meses antes del 15-M le vi por primera vez en un acto de la FIM y desde entonces me acercaba siempre que podía a escucharle cada vez que venía a Madrid. Muchísimas charlas suyas. Así me fui empapando de su propuesta de Frente Cívico, que un año más tarde, visiblemente emocionado por la muerte de Paco Fernández Buey, decidió lanzar en Sabadell. A Fdez Buey también le descubrí por él, como tantas otras lecturas y autores. Tuve la oportunidad de conocer a Julio gracias a ese Frente Cívico y si veis el vídeo del acto constituyente en Rivas, veréis a un chaval de 22 años que no sabe dónde meterse por tener que compartir mesa y minutos al lado del que siempre ha sido su máximo referente. Lo mío hacia Julio es la admiración que se le puede profesar a un maestro de escuela, de esos que te acompañan toda tu juventud y te forman como persona. De los que nunca vas a olvidar.

Siempre ha estado ahí, en muchísimos momentos. En momentos de hartazgo, de duda, de ganas, de tristeza, siempre he acudido a leerle y a escucharle. Daba igual lo que me atravesase la cabeza y de lo que él hablase, siempre me servía de guía para saber qué hacer. Le leía de forma literal, pero también entre líneas. Julio dijo aquello de “la gente no sabe que sabe”, era un enamorado del método socrático y su estilo lo demostraba. Tengo su dedicatoria y su firma estampada en las páginas de sus “Combates de este tiempo”. Simplemente pone: “Para Alejandro, espero que te ayude a reflexionar”. Lo hizo, Julio, como siempre hicieron tus palabras. Desatascas mentes, motivas a muchos jóvenes como yo, marcas estilo, impulsas a la gente a luchar. La última vez que acudí a ti en medio de una crisis profunda fue el año pasado. Por casualidad volví a ver una entrevista donde te quejabas de que no tenías tiempo para terminar tu Tesis Doctoral (siempre sacrificaste tu salud y tu tiempo por los demás), pero que la estabas retomando. Con 70 y pico años. Y yo me veía mayor con 29 para empezar la universidad. Preparé en un mes la prueba de acceso y ahora estudio Historia. Me quitaste la tontería de un plumazo, Julio. Porque si algo hacías bien era despertar de la tontería a muchos. Motivar a alguien a pelear por sus sueños, a pensar.

Recibí la noticia de tu infarto cuando estaba yendo a por tu último libro. Lo tenía encargado, sólo esperando que la librería abriera en medio de esta pandemia que ha impedido que te despidamos con honores. Malditas sean las casualidades.

Quienes hoy te lloramos somos tus hijos. Que a nadie se le ocurra decir que has muerto, Julio. Las semillas que sembraste están muy vivas. Prevalecerán.


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