Santos y pecadores •  20/04/2024

Invisible

Ayer nomás

Cuando mis abuelos y mis padres me hablaban de «su época», a mí me parecían unos viejos amargados que querían quedarse en el pasado porque, pensaba yo, era una forma de detener el tiempo, de no aceptar «lo nuevo» y renegar del camino a la vulnerabilidad, vejez o como se llame.

Hoy creo que, en algunas cosas, tenían razón.

No siempre se mira hacia el pasado con nostalgia, sino, e incluso, con ánimo de comparar lo vivido y lo que se vive.

No todo pasado es nostalgia, a veces, es una estampita milagrosa que nos puede advertir de cierta degradación, involución o vaya a saber qué deriva.

Evocaciones

Entendí que en aquel pasado evocado, había aromas, juegos, costumbres, músicas, que tenían un significado fundacional.

Las palabras estaban menos desvalorizadas, aunque siempre hubiera por ahí, una excepción a la regla.

Hoy me veo, tal vez, interpelado por los jóvenes, en el mismo sitio en donde estaban mis abuelos y mis padres.

Me pregunto qué es lo que muchos consumen hoy como cultura, cuáles son sus palabras, sus diccionarios, y en qué consiste la amistad, el encuentro, el arte, los aromas.

Un presente

Lógicamente que lo que se ve en las redes no es toda la humanidad, pero es un gran recorte que modifica, crea tendencia y hace ruido; sobre todo, hace ruido.

Preguntas

¿Qué quieren decir muchos jóvenes hoy cuando rechazan la política?, ¿no es lo que nos enseñaron que estaba prohibida cuando las dictaduras arrasaban tierras, pueblos, teatros y generaciones?

¿Lo que llaman «música urbana» tendrá que ver con la naturalización del maltrato, el fin de los sueños, la rebeldía entre pandillas, la atomización de las ciudades o el fin de la melodía?

¿Hacia dónde van las nuevas generaciones, en medio de la guerra y la poesía, en medio de un retorno a las cavernas, a la nueva Inquisición, a las cancelaciones que decretan qué está bien y qué está mal?

Ante los ojos de abuelos y padres, ¿yo no habré formado parte también de esas tribus que venían con intenciones de «cambio» y a romper estructuras?

Entre las pocas cosas que tengo claras, es que deseo creer que algo de todo aquel pasado (el de ellos y el mío) valorable, perdurará, aunque lo sepa muerto.

Y que haremos honor a aquellos que, en ciertas circunstancias, nos hablaban de «su época» con orgullo.

Un tiempo de meriendas con cascarilla, de carnavales en las calles, mojándonos a baldazos de agua entre vecinos, de salir a la vereda a tomar algo fresco o un mate, y charlar de vaya a saber qué historias.

Una época en donde los enemigos estaban claramente definidos, la mayoría de los artistas eran dignos de ser llamados artistas y donde importaba más su arte que lo que hacían en sus camas o con sus cuerpos.

Un espacio de sueños, que también es deseo, que también es milagro, en medio de la sobre oferta de egos y mediocridades recortadas.

INVISIBLE

Y que también, detrás de lo que se ve en las redes, o mezclados en ellas, están los brotes de una humanidad que siembra otra manera de crear y vincularse, pero que, a diferencia del resto, no hace ruido.

Entre aquellas estampitas milagrosas en la cultura argentina, por ejemplo, está INVISIBLE; un grupo de rock que supo ser la síntesis perfecta y sublime de todo lo que nos atraviesa como sociedad sensible.

Ellos hicieron música y poesía en los años 70 que todavía es nueva, que todavía no sucedió, que es futuro.

El género musical que abordaron, giró por el jazz, el rock, el pop, guiños al tango y al folclore y la lírica de las letras que contienen bellas metáforas literarias.

Su trayectoria se extendió por pocos años: desde 1973 hasta 1977; durante ese período editaron tres álbumes adelantados para la época y para hoy mismo por su riqueza musical.

Hace poco, se editó un álbum en vivo, una presentación del grupo liderado por Luis Alberto Spinetta en el Teatro Coliseo de Buenos Aires en 1975 que había estado inédita hasta ahora.

Para confirmar lo dicho, uno de sus clásicos, extraído de su tercer disco: EL JARDÍN DE LOS PRESENTES.

«El anillo del capitán Beto»

Néstor Tenaglia Álvarez


Santos y pecadores / 

Néstor Tenaglia Álvarez

 https://nestortenaglia.wordpress.com/

Comunicador y escritor argentino: En 1989 comienza una experiencia comunicacional en Radio Nacional Esquel, Patagonia, Argentina, por lo cual es convocado por la Dirección Municipal de esa ciudad para realizar trabajos de prensa y difusión. A partir de 1992, en Buenos Aires, comienza el programa de radio "SANTOS Y PECADORES "que se extenderá en el tiempo hasta 2018. Allí vincula las letras con las entrevistas, convoca a importantes músicos, historiadores, artistas y vuelca periodísticamente todas esas experiencias en lo que se denomina "radio arte". Con una fuerte impronta en los derechos humanos, colabora para el periódico Madres de Plaza de Mayo, organismo mundialmente conocido. La poesía ha sido siempre la forma de encarar los proyectos comunicacionales, anclando las temáticas en cuestiones marcadas por sucesos históricos y también atemporales. Su trabajo comunicacional le ha valido algunos premios y varios reconocimientos. En 2005, la Editorial Dunken edita "La gran apuesta", antología poética donde participa con el texto "Mapuche". En 2020, Ediciones La Esfera Cultural (España) edita "El club de los relatores" donde participa con el texto "Un árbol gigante" siendo premiado entre más de seiscientos participantes. En 2021 gana el segundo puesto en el Concurso Relatos de Otoño que organiza Ediciones Embrujo, por lo que su relato "Viento de octubre" forma parte de la antología "Flor de Otoño y otros relatos" editada en el mismo año. En 2022, forma parte del Libro editado por la Falla Sant Nicolau Mosquit de Gandia, titulado "Construim" con el poema "Tierra removida", traducido al valenciano. También, en 2022, es seleccionado para participar de una antología como resultado del Fallo del III Certamen Literario de Relato y Poesía, organizado por el Ayuntamiento de Encinas Reales, Córdoba, Andalucía con su poema "Hoja en blanco". Es director de contenidos en su sitio, "Periodismo en Cronopia" Actualmente reside en la Comunidad Valenciana, desde 2019.
Primer año en España A un año de varias fotos: abrazos, lágrimas, miedos, incertidumbre, canciones, porvenir, un avión en Ezeiza rumbo a Madrid, un sol radiante. Qué rápido pasamos por el tiempo. En estos días la red me recuerda últimos brindis, palabras con significado profundo, sonrisas, regalos, buenos deseos. No somos originales; el mundo está hecho de adioses y bienvenidas. Cuando uno se aleja, invariablemente algo sepulta y, a la vez, algo siembra. Toda evocación conlleva cierta nostalgia y la rara sensación de observar con el zoom de la mirada que permite discriminar lo bueno, lo malo y lo feo de cada sitio, de cada época, de cada persona, pero también, permite reflexionar sobre las propias sombras, los propios demonios y hacer de la distancia una experiencia de búsqueda y aprendizaje.