«El puerto invisible», de Adriana Serlik
Acaba de aparecer y ser presentada, la primera novela de la escritora argentina, residente en España, Adriana Serlik, una obra donde se cruza la historia real y la ficción. La autora, activista cultural y poeta, asume la narrativa en base a investigación y recopilación de testimonios tomados en diversas regiones de la península.
El libro, publicado por Legados Ediciones, fue presentado el 8 de julio en el Palacio Ducal de la ciudad de Gandía.
El poeta argentino Hamlet Lima Quintana refiere a la palabra como nacida del silencio; en su poema “La breve palabra”, dice entre otras cosas:
“A veces el silencio es la palabra justa, la que enciende las luces, la que mejor se escucha, la que place o se sufre cargada de milenios, la que otorga hermosura, la flor del pensamiento”
La primera novela de la escritora argentina Adriana Serlik, residente en España desde hace 40 años, es una obra nacida del silencio, un silencio guardado por varias generaciones, entre miedo, dolor e impotencia, un desierto aparente donde se hacen visibles las esquirlas de un tiempo trágico como fue la Guerra Civil Española, pero también, la posguerra y sus derivas.
Las historias, principalmente protagonizadas por mujeres, dan cuenta de los entramados más sutiles y oscuros de lo padecido, pero no siempre nombrado; también de la valentía y los ideales de seres valerosos. De esos territorios y de lo que la escritora ha recogido en investigaciones y en atentas escuchas en pueblos y ciudades, nace la novela.
“El puerto invisible” no presume de investigación histórica, aunque en sus páginas se pueda leer historia, tampoco de autobiografía, aunque las vicisitudes de alguno de los personajes puedan atravesar la propia existencia de Serlik, mujer batalladora si las hay.
Lo que subyace al cabo de la lectura es que el peso de la derrota puede significar resignaciones y olvido, pero también nuevos desafíos para los que habitamos este presente pandémico e incierto o, como escribiera Borges, “una dignidad que la ruidosa victoria no merece”.
Quizás, lo que simboliza la dignidad de estas páginas sea haber podido rescatar fragmentos de vida de mujeres y hombres comunes, de trabajadores generalmente mal pagos, de obreros portuarios, de pequeños comerciantes o limpiadoras que, sin embargo, se hicieron de un tiempo para luchar por sus sueños aun en condiciones desfavorables.
La novela es una invitación sencilla y sin victimizaciones ni golpes bajos a desmenuzar un silencio repartido en fábricas, grandes ciudades, calles y pueblos perdidos.
Es una obra que se va escurriendo entre los dedos de una mano como si dejáramos caer la tierra en un cementerio después de recuperar los huesos de algún ser querido, depositados por decreto como NN en una fosa común. Y esa simpleza que brota de sus capítulos nos abraza sin fundamentalismo, ni retórica tan común en este tipo de narrativa; es una paciente recopilación de voces que ha traído el viento entre generaciones.
Asimismo decir que lo escrito por Serlik, si bien está enmarcado en una determinada época y territorio, también podría ser un retrato de lo sucedido en la Argentina, o en Chile, en Uruguay o Paraguay donde la violencia y el terrorismo de Estado todavía tiene sus secuelas. A fin de cuentas, todos estamos hechos de retazos, surcados por guerras, viajes, represión, luchas y esperanzas.
“Casi nadie está hecho tan sólo con lo propio”, Roberto Juarroz
“El puerto invisible”, como dice el poema de Hamlet, ha sido parido desde el silencio, un silencio que habitó por años en las casas de muchos ciudadanos de España, pero fundamentalmente, es una novela que habla de la potencia del amor, por eso lo valioso, lo prometido, lo callado, lo gritado, por eso la memoria.
Néstor Alejandro Tenaglia
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