Sobre primarias en Andalucía.
Como ya sabemos, hace unas semanas la Izquierda Unida andaluza puso en marcha sus primarias para elegir candidato a presidir la Junta de Andalucía. No es la primera vez que IU recurre a primarias para elegir su candidato, pero la novedad en este caso es que éstas se programaron abiertas, con lo que cualquier simpatizante que lo desease podría emitir su voto y aportar su opinión en una decisión generalmente destinada a órganos o militantes de la organización. Yo personalmente nunca he sido partidario de este tipo de mecanismos, supuestamente más democrático y participativo. En Estados Unidos llevan décadas aplicándolos y no hace falta ser muy listo para observar el déficit democrático del que adolece aquel país.
El mayor peligro estriba a mi entender, en que dejando que sean personas ajenas al partido las que decidan los candidatos, estamos abandonando en manos extrañas la elección de aquél que tiene que representar una posición colectiva construida por los militantes. Unos militantes que no sólo quieren saber lo que ocurre con IU cuando llegan las elecciones, sino que día a día, donan voluntariamente su fuerza de trabajo, y organizan actos, pegan carteles, reparten octavillas, se reúnen con vecinos, van a manifestaciones,… todo para crear estructura desde abajo, en un trabajo vital pero pocas veces reconocido.
En todo caso, yo que soy muy disciplinado, desde el primer día estuve buscando simpatizantes que quisiesen participar del proceso al que finalmente se presentaron seis candidatos, uno de ellos militante de la asamblea que dirijo. La organización dispuso que, como único requisito, los candidatos debían presentar un número de avales que finalmente resultó ser muy bajo, ya que con apenas cuatrocientos, cualquiera podría ser aspirante a encabezar las listas de IU a la Junta de Andalucía.
Al acabar el plazo de recogida de avales, sólo el coordinador andaluz Antonio Maíllo había conseguido los apoyos necesarios. Parece normal y no creo que ello se deba sólo a que Maíllo representase la lista “oficial” de IU, ya que este hombre llegó a la dirección andaluza hace apenas un año, y en ese tiempo ha conseguido a ganarse la simpatía de la militancia de base, tantas veces huérfana de dirigentes que aúnan en sí valores y capacidades como la inteligencia, la honradez, la sencillez y la coherencia. Maíllo no es un profesional de la política y eso se nota, y ha sabido marcar perfectamente las líneas rojas que no se deben traspasar en el pacto con los socialistas, dejando muy claro en conflictos como el de La Corrala, que nosotros no somos la casta de la que tanto habla Pablo Iglesias, sino clase, clase trabajadora que afronta su peor situación desde el fin de la II Guerra Mundial.
Al conocerse la noticia, algunas personas incendiaron las redes sociales para denunciar el engaño. ¡IU anuncia primarias abiertas y no deja presentarse a más candidatos!…Vaya por Dios. Nadie se planteó la querencia que tenía la militancia por Maíllo, ni que sus contrincantes –la mayoría con un discurso plano y vacío- no supiesen ganarse a los afiliados. No, nada de eso, la realidad era que Maíllo había repetido la jugada de Susana Díaz y se había autoerigido como candidato en una farsa de primarias.
En muy poco tiempo el Consejo Andaluz comunicó que se ampliaba el plazo de recogida de avales una semana, demostrando con ello que de farsa nada. Entonces se ha hecho el silencio, pero estoy seguro de que éste es sólo momentáneo, ya que, se consigan o no se consigan los avales, y se hagan o no primarias, los de siempre acabaran denunciando sin pruebas la existencia de un supuesto complot para no dejar expresarse ni a las bases ni a los simpatizantes. Esas mismas voces guardianas de la democracia, seguramente jamás se cuestionaron la manera en que Podemos eligió al grupo encargado de preparar su congreso de otoño, pero sin embargo, siempre estarán dispuestos a denunciar las maldades de IU donde sea. En definitiva nada nuevo bajo el sol.