El Cincel •  25/04/2015

Ancianos proletarios y jóvenes precarios

Ancianos proletarios y jóvenes precarios

Jesús Portillo | Nuestro país envejece, obedeciendo al comportamiento habitual de las pirámides de población de países desarrollados. La longevidad hace que la presión demográfica crezca a pesar de las bajas tasas de natalidad y de la elevada mortantad por enfermedad y accidentes de tráfico. La acuciante necesidad de tener un sistema laboral y tributario capaz de mantener las necesidades del Estado de Bienestar están llevando a los gobiernos de Europa a tomar medidas, algunas de ellas desequilibradas para la clase media trabajadora, un segmento en vías de extinción. Actualmente España, igual que muchos países comunitarios, se encuentra inmersa en la progresiva adecuación de la edad legal de jubilación, estimada históricamente a los 65 años de edad y 35 años de cotización. En 2027 quedará fijada la fecha de jubilación a los 67 años de edad o excepcionalmente a los 65 años siempre que el trabajador haya cotizado 38 años y 6 meses. Parece lógica la búsqueda de fórmulas para hacer sostenible el sistema de pensiones, siempre y cuando no se menosprecien otros problemas de base como las condiciones laborales y la conciliación doméstica, las coberturas sanitarias o la injustificada indistinción de oficios.

El estado físico requerido para cualquier oficio relacionado con la seguridad, el salvamento, la construcción, el porteo de cargas o el uso de maquinaria, es crucial para el desempeño de ese trabajo. Solo deben pensar en un policía, en un bombero, en un peón de albañil, en un mozo de almacén o en un gruista, por poner ejemplos variados, trabajando con 67 años. Es absurdo equiparar el desgaste físico que han soportado profesionales que cada día usan su cuerpo como herramienta de trabajo, con el de intelectuales de cualquier índole. Este último grupo, a menos que se vea afectado por el natural deterioro cognitivo o por una enfermedad que erosione sus capacidades mentales, puede cumplir al menos con la misma eficacia su trabajo. La renovación generacional en el mercado laboral, igual que la renovación celular en un organismo vivo, es un proceso imprescindible para mantener activa la producción, trasvasar los conocimientos de los veteranos y beneficiarse de las mutaciones (mejoras) de las nuevas generaciones.

La situación por la que atraviesa Europa, y especialmente España, es irrisoria. Según los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) del primer trimestre de 2015, el paro en nuestro país alcanza el 70,5% entre 16 y 19 años, el 47,7% entre 20 y 24 años, y el 22,4% entre 25 y 54 años. Visto en número absolutos, el 23,2% de la población está en paro en un país que intenta reflotar su economía sin generar empleo, a base de endurecer los impuestos a la población activa y reducir los gastos en prestaciones sociales. Deberíamos tomarnos en serio estas cuestiones, concienciarnos y concienciar a nuestros jóvenes de la necesidad de un cambio de paradigma. El último informe presentado por Eurostat revela que la edad media de las mujeres españolas para independizarse es de 27,9 años, mientras que el promedio en el caso de los hombres asciende a 29,8. Por otro lado, encontramos el progresivo hacinamiento generacional de la clase media debido al desempleo. La masificación de los hogares en los que conviven abuelos, padres e hijos gracias a las insuficientes pensiones de toda una vida de trabajo, proporciona un enclave perfecto para que se perpetúe la precariedad y la segregación social.

Anciano - Xabier Morrás

Pese a ser oficiales los datos de desempleo, no corresponden a la realidad, ya que no tienen en cuenta los millones de españoles que salieron del país en busca de oportunidades. Según los datos del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE), entre 2009 y 2015 el número de ciudadanos con pasaporte español que vive fuera ha aumentado en 711.352 personas. ¿Qué pasaría si estas personas decidieran volver a España? ¿Cómo recibiríamos la presión de casi ¾ de millón de nuevos parados y sin prestaciones (desempleo y seguridad social, entre otras)? No se trata de un problema de superpoblación, sino un problema grave de gestión de recursos, falta de producción e incapacidad de diseñar un programa sostenible de tributación y prestación. Obviamente es imposible mantener un país a base de subvenciones, cursos de formación y ayudas de diversa índole. Urge poner en marcha planes de inversión empresarial, fórmulas de exportación industrial y comercial, medidas para facilitar la creación de PYMES y para ser autónomo de forma rentable (eximiendo o disminuyendo cargas fiscales como en muchos países de la UE).

La amnistía fiscal, la impunidad legal ante delitos demostrados que han desangrado las arcas del Estado, el saneamiento de la banca con dinero público, la reducción del IVA en artículos de lujo y el aumento en productos de necesidad y cultura, el descenso de los salarios y el aumento de la jornada, el intento de responsabilizar únicamente al desempleo de la insostenibilidad de las pensiones, el desgranado de la sanidad, la educación y la justicia pública; el descubrimiento de millones de euros en paraísos fiscales y impasividad ante la alarmante llamada de la necesidad, dan que pensar. Étienne Bonnot de Condillac, decía ya en el siglo XVIII, “en tiempos de corrupción es cuando más leyes se dan”. Y lo cierto es que las leyes terminan sirviendo, si no se remedia con un vuelco electoral (en el mejor de los casos), para preservar la corruptela y perpetuar la miseria.

El sentido común nos dice que los jóvenes deben relevar a los ancianos y que estos últimos deben disfrutar de la recompensa de haber contribuido a la sociedad con su trabajo diario. Sin embargo y al parecer, la única idea consensuada a la que han llegado nuestros políticos, lejos de las zanjas y el trabajo duro, es incrementar en dos años completos la vida laboral, no en obligar a devolver con intereses el dinero robado a la hacienda pública e invertirlo en industria. Hace mucho que la política se convirtió en uno de los mejores negocios, “es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados” (Groucho Marx).

http://blogs.tercerainformacion.es/cincel/2015/04/25/ancianos-proletarios-y-jovenes-precarios/


El Cincel  / 

Jesús Portillo Fernández

§ Doctor en Filología e investigador del Área de Lingüística en la Facultad de Filología en la Universidad de Sevilla.

§ Miembro del Grupo de Investigación de Lógica, Lenguaje e Información de la Universidad de Sevilla (GILLIUS | HUM-609).

§ Colaborador internacional en Centro de Filosofia das Ciências da Universidade da Lisboa.

§ Colaborador en Centro Cervantes - Refranero multilingüe (CVC).

§ Columnista en prensa digital sobre problemas humanos y concienciación social.

 

Página web personal >