Notitia Criminis •  25/05/2011

El dilema Illescas. Tofiño debe desaparecer de la vida pública

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La situación creada después de las elecciones en Castilla la Mancha tiene un efecto incontestable. El “bonismo” ha sido desmantelado. Que ello se haya producido mediante la irrupción de una marejada de votos del PP es irrelevante en términos políticos porque en esos términos, los tradicionales de la oposición entre los conceptos de izquierda y derecha, no existe diferencia entre el PSOE y el PP y mucho menos entre el “bonismo” y el PP.

La estructura de infiltración en las instituciones públicas y financieras de la región puesta en marcha por José Bono –antiguo falangista y postulante a la Guardia de Franco, la organización de élite de la Falange, no lo olvidemos– no tiene nada que ver con principios y mucho menos con el posicionamiento junto a una clase social.

El “bonismo” sólo y exclusivamente ha sido un mecanismo de apoderamiento de los presupuestos públicos y del crédito y, a día de hoy, los hechos conocidos: Seseña, CCM, aeropuerto de Ciudad Real, Reino de Don quijote, créditos de CCM a las tramas de la operación Malaya, etc. etc. etc.; no dejan ninguna duda al respecto. Sólo los consumidos por la devotio iberica lo pueden negar, bien porque son incapaces de ver más allá del nomen iuris “socialista” que acompaña a lo que quiera que sea el PSOE, bien porque han visto hipertrofiarse su panza llenándola con los manjares del saqueo.

El PP, posiblemente o con toda seguridad, no hará otra cosa muy distinta. En eso se ha convertido la política, el gobierno de la cosa pública, en España, pero hoy por hoy lo previsible es un acto en potencia, lo del “bonismo” ejemplificado magistralmente en el florecimiento de Hípica Almenara y del entramado empresarial de José Bono y su familia, es un acto real.

Así las cosas, igual que en Extremadura, cuyos tentáculos manchegos ya se apuntaban en el artículo publicado en este blog y titulado “Tofiño y la urdimbre de las carreteras de Toledo”; en Illescas (Toledo) Izquierda Unida se enfrenta a un dilema tramposo y acuciante: apoyar a un, sólo nominalmente, partido de izquierda: el PSOE; o desmantelar un poder deleznable a sabiendas de que pueda estar abriendo paso a otro potencial de similar condición y naturaleza.

Este dilema, digo, es tramposo porque en realidad no existe. El PSOE no es un partido de izquierda, si acaso lo son sus bases sociales, las cuales, por cierto, han derivado claramente hacia el PP o se han quedado, asqueadas, en su casa; pero el candidato del PSOE a la alcaldía de Illescas, José Manuel Tofiño Pérez, además, es un individuo al que en 2007 Izquierda Unida denunció ante la Fiscalía Anticorrupción como presunto autor de varios delitos relacionados con la corrupción; cuyo apoyo a la especulación urbanística más descarnada ha sido reiteradamente denunciado por IU; cuyos amigos constructores:Carlos DuránAurelio González VillarejoRomán Conde o los hermanos Díaz Bermejo propietarios de la constructoraPEYBER, entre algunos otros, han determinado, a la pacífica ciencia de quien haya querido mirar, la política y el desarrollo urbanístico del pueblo; cuyo hijo entró a formar parte de una de las empresas del grupo PEYBER, cuyo hijo, coincidencias tiene la vida, se va a trabajar a Bucarest al mismo tiempo que allí se asienta esa misma constructora PEYBER –por cierto, asociada a uno de los principales protagonistas del caso Gescartera–; Tofiño es el hombre bajo cuyo mandato la redacción del Plan de Ordenación Urbana se adjudica a una empresa domiciliada en una barriada chabolista de Illescas que, por cierto, ha resultado tener vículos con CCF 21, una sociedad de los testaferros de Roca, Carlos Sánchez y Adrés Lietor… Y así podríamos seguir narrando la adjudicación a PEYBER de la construcción de la comisaría de policía local del pueblo, la notable coincidencia que llevó a Tofiño a estrenar un carísimo Lexus 640 al tiempo que el Ayuntamiento que presidía firmaba con TOYOTA un convenio muy ventajoso para la multinacional, etc. etc.

Por tanto, como estos hechos y otros de igual naturaleza, niegan y contradicen los más elementales principios éticos, pasan más allá del tolerable cinismo que se puede consentir a un gobernante, la alternativa de Izquierda Unida en Illescas no puede plantearse entre acreditar un mal cierto para impedir un mal probable que, además, no sería mayor, sino igual que el otro.

Si izquierda Unida se niega a llevar imputados por corrupción en sus listas electorales a mayor razón tendrá que negarse a dar poder político a imputados de otros partidos y, aún a mayor razón, deberá negarse a dar poder político a aquellos que la propia Organización ha denunciado como presuntos corruptos, caso, precisamente, en el que se inscribe José Manuel Tofiño Pérez y, por extensión su equipo de concejales, sin cuyos votos en los Plenos municipales, los propósitos del tal Tofiño no habrían llegado a ninguna parte.

No veo, pues, que en Illescas IU se enfrente a ningún dilema. La única postura que le cabe es mantenerse ajena a la pugna por la alcaldía del lugar entre PSOE y PP y con el mismo rigor, vigilar y, en su caso denunciar, cualquier acto, cualquier política, cualquier decisión contraria a los principios que defiende o sobre la que recaigan sospechas de delito, ya haya alcanzado la alcaldía Tofiño o el candidato del PP.

Si acaso, cabe una segunda alternativa. IU puede acordar un pacto con el PSOE, pero en ningún modo con Tofiño o con quienes más claramente se han significado en su círculo íntimo de poder. Si el PSOE, como partido, quiere el apoyo de IU para hacerse con la alcaldía de Illescas debe mandar antes a José Manuel Tofiño, a Elvira Manzaneque y a algún otro, a consolar y a asistir en su duelo a Alejandro Pompa y a los hermanos Díaz Bermejo, y proponer como alcalde a algún miembro aceptable de la lista de electos.

De otro modo, la credibilidad de IU se volverá más que discutible pero, sobre todo, su razón de ser saltará por los aires. Si por un automatismo ciego, pendiente sólo del nombre de las cosas y no de su sustancia real, los votos que IU logra en las elecciones son entregados sistemáticamente al PSOE, porque en él, como un andrajo de su historia aún cuelga el calificativo, hueco y seco, de “socialista”, al margen de programa político y de ética pública, IU no tiene motivos para seguir existiendo y, como mucho, le cabría integrarse, a modo de corriente política, tal y como hace “Izquierda Socialista”, en el PSOE.

En definitiva, que demasiadas cosas impiden que IU suscriba y convalide lo hecho por Tofiño en Illescas y en la Diputación Provincial de Toledo y que se haga cómplice de lo que pueda hacer en el futuro, y sólo una argumenta a favor de lo contrario, a saber: el falso, vano y aparente izquierdismo de un partido político que, desde hace demasiado tiempo, no es más que una maquinaria hueca de mercadotecnia electoral y de apoderamiento de lo público.

Izquierda Unida no debe, aunque puede, dar la alcaldía de Illescas a un hombre como Tofiño. Este personaje, que sin ningún rubor juraba que ni él ni su hijo tenían o habían tenido nunca nada que ver con ninguna empresa, ni de la construcción ni de ningún otro ramo, al mismo tiempo que el Registro Mercantil le desmentía flagrantemente, debe desaparecer de la vida pública; y si por razones obvias IU tampoco puede optar por el candidato del PP, que no opte, que se vote a sí misma y, luego, haga lo que debe: vigilar, controlar y, en su caso denunciar corruptelas, corrupciones o delitos.

 


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