Notitia Criminis •  25/10/2010

La Gaceta vincula a Bono con una mansión en Somosaguas y un piso de lujo en Rosales

En la memorable fecha del 13 de abril de 2010, con número de registro 201000008899 tenía entrada en la Fiscalía General del Estado una denuncia de José Bono contra el grupo Intereconomía.

En el párrafo segundo del escrito el de Salobre informa al Fiscal que “no es la primera vez que el Grupo Intereconomía ha iniciado campañas difamatorias contra su persona. Por poner sólo un ejemplo, baste citar la Revista EPOCA de fecha 2004-09-24. en la que decían: ‘Bono RicachónEl Ministro de Defensa se ha comprado un piso de 300 metros cuadrados en Pintor Rosales… más de un millón de pesetas el metro cuadrado… Pagará más de tres millones de euros…’

Luego continuaba: “Ni el dicente (dígase Bono) ni ningún miembro de su familia cercana o lejana jamás han sido propietarios o arrendatarios de un piso en el mencionado Paseo de Rosales”.

Bono no mentía si nos atenemos a los datos públicos. Sin embargo, el tracto registral de la vivienda en cuestión, situada en el número 38 del Pº Pintror Rosales de Madrid es, cuando menos, singular y si no nos creemos sin más las protestas de aquilatada honradez de quienes manejan el poder y los presupuestos públicos, sospechoso.

La información la daba el 26 de abril de este año El Extraconfidencial y hoy la repite, con más detalle, La Gaceta. La vivienda de Rosales fue adquirida en 2004, pocas semanas después de que Bono llegara a Defensa, por la mercantil SADEPROM, propiedad de Aurelio González Villarejo, conocido por formar parte de la dotación de presa que acompañó a Luis Portillo en su abordaje de Inmobiliaria Colonial, por ser el constructor del chalet de Bargas puesto a nombre de una de las sociedades de los Bono, por su actividad inmobiliaria en Bargas y en Carranque, por ser uno de los principales deudores de la quebrada CCM, y por el uso habitual de botines de tacón cubano que le elevan varios centímetros sobre el suelo.

En octubre de 2005, González Villarejo, a través de SADEPRON, vendió esa misma vivienda a la mercantil INDO MA RENTA, controlada por otro príncipe manchego, Domingo Díaz de Mera, hombre que ha recibido especial atención en el informe que el Banco de España ha remitido a la Fiscalía Anticorrupción al hilo de los presuntos delitos cometidos por Juan Pedro Hernández Moltó y otros directivos de CCM. Finalmente, la vivienda ha acabado escriturada a nombre de la señora esposa de Domingo Díaz de Mera, Inmaculada Lamarca Maján.

Nada pues, relaciona a Bono con esa vivienda salvo las informaciones aparecidas sobre las declaraciones del portero de la finca y de distintos vecinos que, según la prensa, veían a Bono ocupándose habitualmente de las obras de reforma y de la decoración de la casa.

Sin embargo, hoy La Gaceta añade un nuevo dato especialmente significativo: “La Comisaría General de Seguridad Ciudadana realizó el informe de seguridad de la calle donde se ubica, ante la llegada de José Bono y de su familia como nuevos inquilinos de la casa de Pintor Rosales. Lo hizo a instancias del Ministerio del Interior, una vez que Defensa comunicó la intención de José Bono de trasladarse”.

En consecuencia, de confirmarse estos datos, los reiterados indicios que vinculan a Bono con la vivienda de Pintor Rosales adquieren una nueva dimensión, porque en tan temprana fecha como 2004, los Bono ya disponían de no menos de 3 millones de € para adquirir el inmueble y eso, teniendo en cuenta las declaraciones de bienes rentas y patrimonio que constan, era mucho dinero.

No menos significativo que la disponibilidad de esa cantidad de efectivo en fecha tan temprana es la presencia de los dos constructores áulicos más destacados de la región que fue gobernada por Bono hasta el 2004. Ambos, Aurelio González Villarejo y Domingo Díaz de Mera parecen cumplir siempre con la condición de satélites en órbita al rededor del complejo de poder formado por Bono y Barreda y su brillo sólo lo empaña la preeminencia del otro constructor de probada prodigalidad en lo que a los Bono se refiere: Rafael Santamaría.

A propósito de Santamaría, mayor importancia que lo anterior puede tener las informaciones relativas a una mansión de 5.000 metros cuadrados situada en Somosaguas, que aún constando en los Registros a nombre de una de las sociedades de éste, era reformada y decorada bajo la estrecha supervisión y órdenes directas, siempre según el diario citado, del actual presidente del Congreso de los Diputados.

Digo que mayor importancia tiene esto, porque la situación deja pocas alternativas: o Bono trabaja como decorador e interiorista de sus poderosos amigos o la mansión en conflicto le pertenecía, le iba a pertenecer o le pertenece, razón por la cual estaba en condiciones de realizar actos dispositivos sobre la ella.

El contrato de fiducia se remonta hasta el Derecho romano, pero por Dios que desde entonces ha tapado cosas y cosas habrá de tapar que harían hablar a las piedras.


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