¿Deseos de izquierdas?

A menudo veo a gente que define su ideología como de izquierdas, pero cuyo mayor activismo es hacer comentarios a favor de la izquierda expresando su deseo de que “ojalá haya algún día una III República”, “ojalá algún día deje de haber hambre en el mundo” u ojalá gane las elecciones tal o cual partido de izquierdas.

Y es curioso, porque es un pensamiento alejado del espíritu democrático. ¿Por qué? Porque democracia significa “la voz del pueblo”, en la cual nosotros somos el pueblo, y es el pueblo quien se gobierna a sí mismo implicándose en política. Cuando uno expresa su deseo de que algún día haya un cambio de gobierno real o su deseo de que todos seamos iguales y deje de haber discriminaciones, está generalmente situándose fuera de la lucha política y social, como si fuese un agente externo no incluído dentro de esa parte del pueblo que lucha. Esta gente también olvida que hay gente como nosotros que está en peor situación, pasando hambre y sufriendo guerras, y no sabe que como parte de este mundo, los demás tenemos de alguna u otra manera parte de responsabilidad en ello. A veces, expresar el deseo de que ojalá algún día tal realidad política o social se dé, expresa también un sentimiento desmobilizador y de desánimo porque de ese deseo se percibe que la persona que lo expresa piensa que es poco probable que llegue a cumplirse algún día, y todo desde una posición acomodada en la cual no es necesario luchar para tener una vida medianamente digna.

Me fiaría más de la gente que dice “al final conseguiremos la república” o “estamos luchando para lograr la igualdad real y efectiva”. Por eso prefiero la letra de la Internacional Comunista, cargada de ideas anti-patriarcado, de ateísmo, de rebeldía, de palabras que infunden valor y espíritu revolucionario. No me gusta la letra de la Internacional Socialista, cargada de palabras vacías, simples deseos y muy poca determinación.

No va a haber un salvador para el pueblo ni un dios que nos salve. Si queremos un cambio, tendremos que impulsarlo nosotros mismos, de la misma manera que nadie salvará al pueblo de Honduras de los golpistas salvo el propio pueblo.