Nuevos Narcóticos en Política
Siento ser yo quién te de la noticia. Quizás sea demasiado tarde y hayas pasado la vida pensando lo contrario, pero no vas a ser rico. No vas a ser rico nunca. Olvídate de esta idea y de lo que pensabas hacer disponiendo de grandes sumas de dinero. Olvídate de viajar por todo el mundo cuando te apetezca, olvídate de tostarte en playas dónde solo estés tú. No vas a ser amigo de los famosos, no van a venir a tu mansión a cenar. Olvídate de salir de fiesta con estrellas de Hollywood. Es más probable que CR7 y Messi se enamoren de ti y luchen a muerte por tu corazón.
Asúmelo. No vas a ser rico.
¿Cómo volvemos a vivir sin esta ilusión? La base de nuestro sistema es creer que podemos llegar al Olimpo económico, dónde no existen los problemas materiales y sobra el tiempo. Por eso aceptamos que nos pisen, para poder pisar algún día. Es lamentable, pero es real. El multimillonario David Siegel decía en el muy recomendable documental “The Queen of Versailles” que no hay nada mejor que ser rico, únicamente hay algo parecido, sentirse rico. Esta sensación la vi en los rostros de muchos trabajadores justo antes de que estallara la crisis.
Y sí, esa vez ya nos engañaron, nos estafaron y nos siguieron engañando hasta el día de hoy. Robaron a los trabajadores de este país diciéndonos que podíamos ser ricos, y cómo en una película de terror nos sedaron repitiendo hasta la saciedad que todo iba a ir bien.
Prohibido olvidar.
No nos podemos permitir olvidar. Es demasiado peligroso. No hay que olvidar quiénes nos ha robado, quién ha condenado nuestras vidas a la miseria, quiénes intentan que vivamos con miedo. Han bajado salarios y han despedido. La jauría que nos gobierna ha primado su entorno al interés general. Asumámoslo, estamos gobernados por unos cleptómanos.
No creamos que seguimos con opciones de ser ricos aunque nos lo vuelvan a repetir, a jurar y perjurar. Ha-Joon Chang nos lo advirtió en su artículo “Patada a la escalera” (1), los que han conseguido llegar al Olimpo se han blindado para no tener que repartir un pastel que cada vez es más grande.
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