Sin mujeres no habrá cambio
Todavía sonrío. Todavía leo las noticias con mariposas en el estómago. A lo largo de estas semanas he estado segura de que lo conseguiríamos, he dudado de si seríamos capaces, he llorado, reído, me he enfadado, he aprendido, he dormido poco y soñado mucho. Y ahora miro hacia atrás y sólo puedo sentirme orgullosa de todo lo que hemos conseguido. Entre todas, con gente que ni siquiera conozco y que sé que comparte mi alegría. Gente que se sabía protagonista del cambio, que se creyó el “Si Se Puede” y empezó a hacer lo único que podía hacer: empezó a trabajar, a explicar a quien quisiera escuchar –incluso a quien no- que era nuestro turno, que se acababan los años de aguantar y quejarse en el bar. Que nos tocaba a nosotras, que ya no nos valía con la indignación.