Al-Hakam Morilla Rodríguez •  06/08/2016

11A: hacia el II Renacimiento Andalusí (I)

11A: hacia el II Renacimiento Andalusí (I)

«Prestigiados los movimientos independentistas, estrechas las relaciones de los andaluces con vascos y catalanes, por ser nutrida la emigración, se temió que surgiese en Andalucía un movimiento nacionalista, a semejanza de los que tantos quebraderos de cabeza daban al régimen. Antes de que sucediese se llenó el hueco de un regionalismo embrionario, creando la ASA, agrupación moderada de carácter socialista, cuya cabeza visible sería Alejandro Rojas Marcos, exconcejal en el ayuntamiento de Sevilla. A nivel de calle fue conocida como Asociación de Señoritos Andaluces». Luisa Álvarez de Toledo. La Transición de los pactos.  

Como ya comenzamos a desentrañar en dos anteriores artículos publicados en distintos medios, sobre la impostura de un sedicente ‘andalucismo’ – ved: Rojasmarquismo: semblanza aproximativa y Clerical-andalucismo: misión cumplida -, en este largo fin de penitencia vaticano-andaluzoide el propósito ha consistido en extrapolar a los tiempos actuales, de modo fraudulento, la gran herencia del verdadero Andalucismo histórico desde el S. XIX hasta el inicuo asesinato de Blas Infante, el próximo once de agosto hace ahora ochenta años. Puede verificarse tanto falsificador paraespañolismo, paralelo al de ese sector criptojacobino de la ‘izquierda’ antihistoricista de sainete: por efecto de las patrañas subordinadas al centralismo, la mayoría de sus chaqueteros cargos profesionalizados en la política, tras su endógena agonía año tras año, han ido recalando sin rubor en el PP, en menor medida en la PSOE. Y en suma, sin poder ocultar ruines objetivos bien definidos.

El primero neutralizar cualquier conato soberanista o de construcción nacional reales, siguiendo la vieja estrategia de infiltración e implosión de ‘la vacuna’, utilizada por aquella Brigada político-social nacional-catolicista, con objeto de agostar movimientos sociales insurrectos y que el colonialismo económico se eternice. En segundo término extirpar la más mínima toma de conciencia colectiva, proseguir una alienación sistemática, apartar al Pueblo andaluz de su milenaria vertebración identitaria con nuestra prestigiosa Civilización andalusí, satanizándola y extranjerizándola; se perseguiría de modo tan xenófobo como racista que nuestro inmenso Legado cultural quedara recluido en los museos, sólo sustanciado por ‘lo árabe’, solapando la importancia de los autóctonos mundos mozárabe, amasij (‘bereber’), morisco, sefardí o gitano, entre otras excelsas aportaciones al tratarse de una próspera sociedad abierta, con pujantes rutas comerciales intercontinentales. En tercer lugar, no debemos subestimar los encubiertos intereses de los lobbies eclesiásticos, siempre deseosos en perpetuar la confusión del lícito plano espiritual o de creencias con un trasfondo de ‘negocios’ hermético a la menor fiscalización, al servicio del codicioso Estado extranjero creado por Mussolini, el Vaticano; impidiendo siquiera el conocimiento claro de sus inmuebles por los contribuyentes, por puro ventajismo y medrar en la alegalidad, amparados hasta en la legislación franquista.

Por ello había que desvirtuar  el propio pensamiento infantiano, ¡solapando incluso lo reconocido por su propio nieto, Estanislao Naranjo Infante, sin ni siquiera considerar la enorme importancia de la influencia filosófica de la masonería en su abuelo, presente en el léxico de su imprescindible obra El ideal andaluz! Tras su vil ejecución cobarde y desaparición de sus restos hace ocho décadas, la propia esposa por miedo al régimen genocida canónigo-castrense de la posguerra quemaría parte de sus manuscritos, los que supuso más conflictivos o peligrosos para la vomitiva moralina reinante, ¡y aún así los restantes nos resultan vanguardistas y subversivos ahora!

Sin embargo lo más repulsivo, del intento de querer destruir la fecunda transmisión a las generaciones venideras del genio de Casares, consiste en su ‘beatificación’ oficiosa por parte de seglares aplicados. Al intentar institucionalizarle como ‘santo’ – o ‘santón laico’ como bien denuncia el perspicaz Isidoro Moreno -, invocar ‘el martirio’, o ‘el advenimiento’ de su figura, caemos en la trampa del adversario monárquico-papismo (invasor de Al-Andalus desde la Edad Media): la deshumanización de su personal sello de carne y hueso, de su fértil mente indeleble.  Al reducir al sabio libertador a la esterilidad seráfica, manido ardid clericaloide, queda desactivado su potencial revolucionario tan necesario hoy. Cesa su transformadora capacidad de emulación por el Pueblo, sus ideas pasan a una platónica esfera celestial ajena a la sociedad. El Hombre se eclipsa en medio de la generalizada farsa o candor de los rancios devotos, casi tan responsables como sus sanguinarios verdugos de la no revitalización del ejemplo de su vida y de su perenne obra. Eso sí, creyendo estar amparados muchos de estos veneradores patéticos con las mejores intenciones, aunque el dantesco infierno esté empedrado de ellas.

Se olvida el mojigato beaterio enmascarado o el pseudonacionalismo de ciertos epígonos rojasmarquianos, que el asumido por los partidos políticos institucionalizados (salvo el naranja de un amnésico hijo de unos aldeanos de la Axarquía malagueña en Barcelona, exempleado de la Caixa) y otros en Andalucía, como ‘padre de la Patria andaluza’ – aunque él no la fundara -, se reconocería muslim con su ‘Shahada’ en una pequeña mezquita de Agmat, al lado de Marrakech, junto a la tumba del rey-poeta andalusí Almutamid, el 15 de septiembre de 1924, siendo sus testigos dos andalusíes, Omar Dukali y uno de la kabila de Beni al-Ahmar, adoptando el nombre de Ahmed (‘el que pone en acto lo que estaba en potencia’, según traduce nuestro sabio murciano, maestro de Teresa de Ávila y Juan de la Cruz, Ibn al-Arabí). ¿Seguro que este decisivo hito de su biografía no interesa ni al menos a los numerosos hijos de la emigración musulmana, educados en el sistema de enseñanza andaluz? ¿Sigue siendo algo clandestino, criminalizado, al igual que en tiempos de la Inquisición… en un nuevo milenio?

(Continúa…)

Al-Hakam Morilla Rodríguez, Coordinador nacional de Liberación Andaluza