Carlos de Urabá •  11/09/2016

“Diada” españolista frente al monumento del almirante Blas de Lezo en Madrid

“Diada” españolista frente al monumento del almirante Blas de Lezo en Madrid
Los catalanes saldrán este domingo nuevamente a las calles para conmemorar la Diada o el día nacional de Cataluña. Digo conmemorar porque una derrota no se celebra. Esta es la onomástica del 11 de septiembre de 1714 cuando la armada de Felipe de Borbón, al mando del duque de Berwick, tras un largo asedio tomó la ciudad de Barcelona. Un infausto suceso que trajo como consecuencia la abolición de las instituciones catalanas, la  perdida de libertades, la prohibición de la lengua además de causar cuantiosas pérdidas humanas y materiales.  De ahí que el 11 de septiembre sea considerado un día de luto y de homenaje a los heroicos defensores.  La Diada es esencialmente un acto antimonárquico, anti borbónico, anti españolista y reivindicativo de la catalanidad.
 
La Diada viene a demostrar la fuerza de un pueblo decidido cambiar el rumbo de la historia. Algo que levanta gran expectación pues millones de personas pacíficamente se manifiestan confiadas en materializar las justas reivindicaciones de independencia y soberanía.  La meta es abolir la tutela monárquica y proclamar la república catalana. Quien luche por la libertad de su pueblo y exija el derecho a decidir sobre su futuro será perseguido con toda enjundia por los tribunales de orden público (borbónico) españoles.
 
Para cualquier latinoamericano -y quizás para muchos españoles- la Diada es algo completamente desconocido. El reino de España controla los medios de comunicación de masas y la manipulación mediática es ostensible. Ellos son los poseedores de la verdad absoluta y cualquier oposición a sus dictados es condenada y criminalizada. La versión oficial es que España es un reino  indivisible  tal y como lo pregonaba con la de “Una, Grande y Libre” el Caudillo Francisco Franco.  
 
La Comunidad Iberoamericana de Naciones presidida por su majestad el rey Felipe VI defiende por encima de todo la legalidad constitucional. Casi todos los países de América se muestran solidarios con la madre patria ante el desafío secesionista catalán. No hay más que acordarnos de lo que sucedió en una de las cumbres cuando  el rey Juan Carlos I enrabietado pronunció el famoso ¡por qué no te callas! en tono de reproche al presidente Chávez. Un comportamiento tan soez sólo refleja el carácter absolutista y despótico de los borbones. “El  Rey de España es el garante de la unidad, la estabilidad y buen el buen funcionamiento de las instituciones democráticas” argumentan los más sabios y prestigiosos doctores. Este es un dogma que no admite discusiones. Te alabamos señor.
 
Existe entre Cataluña y las colonias del otrora imperio Español -más concretamente con el virreinato de La nueva Granada (hoy Colombia) un insólito vínculo histórico. Este no es otro que la figura del almirante  Blas de Lezo. Blas de Lezo fue uno de los oficiales al servicio de la corona española que al mando del Campanella -una nave de 70 cañones- participó en el asedio y bombardeo de Barcelona entre el año 1713 y 1714. Se trata de nada menos y nada más que del nuevo héroe españolista rescatado del limbo del olvido por los más audaces historiadores monárquicos.
 
Cualquier niño colombiano ha estudiado en la escuela que Blas de Lezo fue el valiente marino que venció al almirante Vernon. En ese entonces la armada inglesa buscaba por todos los medios tomar la plaza fuerte de Cartagena de Indias, la puerta de entrada a América del Sur. Según las crónicas –muchas veces exagerada por los audaces historiadores-  la corona británica envió la mayor fuerza naval conocida en esa época para arrebatarle a los borbones una de las la joyas más preciadas de su corona-  Desde Cartagena de Indias salían rumbo a España los galeones cargados con oro, plata  y piedras preciosas fruto del bárbaro expolio colonial.
 
De ahí que en Colombia se le considere a Blas de Lezo uno de los héroes patrios más relevantes. Aunque para no manchar su santo nombre- se ha censurado u omitido que el héroe de la batalla de Cartagena de Indias participó en la toma de Barcelona cometiendo un criminal genocidio.
 
Esto es algo inadmisible. La oligarquía colombiana permanece fiel a las consignas emanadas desde el palacio de la Zarzuela. Para ellos Cataluña es una región o provincia española  que pretende separarse de la amada madre patria. Los catalanes son unos subversivos que se colocan al margen de la ley.
 
Lo cierto es que Blas de Lezo defendía los intereses de la corona española sin la menor intención de liberar la Nueva Granada o Colombia del yugo realista.  Blas de Lezo como almirante la flota española en Indias es cómplice del sometimiento, la esclavitud y la explotación de los neogranadinos.  Todavía faltaba un siglo para que se iniciara la lucha de independencia contra el invasor realista con el advenimiento de la figura de Bolívar y demás próceres.
 
El almirante Blas de Lezo poseía un gran patrimonio y hacienda, además de una legión de esclavos negros y esclavas (negras o mulatas barraganas) comprados en el mercado de la plaza de los Coches. O sea, un negrero más que se dedicaba  a compraventa de seres humanos. También hay que añadir que todos los soldados que participaron en la defensa de Cartagena de Indias en su mayoría (salvo los mandos) eran indígenas, mestizos, negros o mulatos obligados a combatir por Dios, la Patria y el Rey en las filas del ejército español. Blas de Lezo con ese cuerpo mutilado parece más un bucanero de esos que se dedicaban al pillaje de las naves en alta mar que a ese paladín que nos pintan los historiadores (borbónicos).
 
Desde luego que las espadas están en alto y se abre un nuevo campo de enfrentamiento entre independentistas catalanes y constitucionalistas españoles. Los independentistas suelen todos los 11 de septiembre llevarle ofrendas florales al monumento a Casanova (prócer catalanista y líder de la resistencia en el asalto borbónico) para rendirle homenaje a los que dieron la vida por la libertad de Cataluña.  Ahora los españolistas con inquina harán su respectiva ofrenda ante el monumento de almirante Blas de Lezo situado en la plaza de Colón en Madrid. Es increíble que este “personaje” haya permanecido en el limbo del olvido pues solo hasta hace unos pocos años que los historiadores borbónicos lo han resucitado encumbrándolo al panteón de héroes ilustres. Ahora brilla con luz propia junto a don Pelayo, el Cid Campeador, Colón, Pizarro, Orellana, Cortés, Elcano, el Empecinado, el Gran Capitán, Churruca, Agustina de Aragón o Manuela Malasaña. Los nostálgicos sacan a relucir la figura del victorioso almirante para rememorar las antiguas hazañas. Y es que el imperio español a los largo de los siglos ha sufrido duras derrotas a manos de ingleses, franceses, holandeses o norteamericanos que lo han  condenado a la más absoluta decadencia. Es por esto que precisan de paladines que le devuelvan el orgullo perdido y su antiguo esplendor. A Blas de Lezo por suscripción popular se le levantó un monumento en la plaza de Colón inaugurado el 15 de noviembre del 2014 con la presencia de Juan Carlos I, la alcaldesa de Madrid Ana Botella y la presidenta de la Comunidad Esperanza Aguirre.
 
Este inesperado culto al Almirante Blas de Lezo ha generado un gran revuelo entre los catalanes que lo ven una provocación inaceptable. Porque homenajear a aquel que participó en el sitio de Barcelona sembrando la muerte y la destrucción es algo absurdo y demencial. De ahí que grupos de ultraderecha españolistas, monárquicos y simpatizantes  de PP, Cs o del mismo PSOE  se aprovechen de la situación para agudizar aún más las rivalidades. Si antes era la plaza de Oriente hoy es la plaza de Colón la que se ha  consagrado como el nuevo templo del nacionalismo español. En el centro de la misma ondea en un mástil de 50 metros de altura y 20 toneladas de peso una colosal bandera de España. Símbolo indiscutible de su poderío megalómano y narcisista. Si en Barcelona las fuerzas independentistas conmemoran la Diada en Madrid las huestes monárquicas y unionistas celebran otra “Diada” o fiesta de exaltación al almirante Blas de Lezo vencedor por partida doble de ingleses y catalanes.
 
Este almirante tuerto, cojo y manco- a causa de sus heridas de guerra- y que  humilló al imperio Inglés en la batalla de Cartagena (victoria atribuida a la intersección del brazo incorruptible de Santa Teresa de Jesús) se ha convertido un héroe nacional tanto en Colombia como en España  –los historiadores borbónicos manipulan y crear mitos surgidos de los sueños delirantes que ellos mismos inventan. El reino español intenta resucitar viejas glorias de leyenda que contribuyan a acrecentar la grandeza de su blasón.  Tal y como lo afirmó el embajador colombiano señor Fernando Carrillo el día de la inauguración del monumento a Blas de Lezo: “Ojalá nuestros niños tengan ese referente ético de defensa de valores. Este es un auténtico campeón de la hispanidad” 
 
Las élites oligárquicas colombianas demuestran así su eterna fidelidad a la corona española. Sin ningún reparo se postran de rodillas ante sus majestades los reyes y se declaran sus más fieles vasallos. Parece que se olvidan que hace 200 años hubo una  guerra de independencia para expulsar al opresor realista de las colonias americanas. En todo caso en nada debe sorprendernos esa actitud tan sumisa cuando el grito de independencia de los criollos de la Nueva Granada fue: “¡Viva el rey (Fernando VII) y muera el mal gobierno!