Los cubanoamericanos y la política hacia Cuba
La muerte de Fidel Castro despertó sórdidas pasiones en la extrema derecha miamense.
Algunas personas salieron a la calle a celebrar con aires de carnaval y los medios locales de información divulgaron todo tipo de improperios contra el líder cubano, dejando la impresión que la mayoría de la comunidad cubanoamericana se opone a las relaciones con Cuba.
Sin embargo, la realidad que se esconde detrás de esta imagen pública es bien distinta, como lo demuestra cualquier investigación seria sobre esta problemática.
¿A quiénes representa la extrema derecha en la actualidad?
Prácticamente todos los estudios coinciden en que su base social ronda el 50 % de los electores cubanoamericanos, en su mayoría personas de edad avanzada, con escasos vínculos familiares y sociales en Cuba, que arrastran fuertes sentimientos de oposición al sistema político cubano.
También a sectores económicos asentados en el enclave miamense, que a través de estos grupos han logrado alcanzar un alto nivel de control de las estructuras políticas y administrativas de la localidad, lo que explica el éxito de sus candidatos en las elecciones a esta escala y su impacto en la vida política norteamericana, cuando son funcionales a la estrategia gubernamental.
La hostilidad hacia Cuba devino el factor de cohesión social por excelencia para estos grupos, por lo que cualquier avance en las relaciones entre los dos países pone en crisis esta estructura de dominación. A su favor cuenta con la existencia de una cultura de la confrontación, cimentada por más de medio siglo, que abarca a sectores de poder norteamericanos, los cuales han servido de nicho a esta corriente y comparten sus posiciones.
En el otro polo del acontecer político cubanoamericano, aparece una población que responde a otras experiencias de vida y una visión distinta respecto a las relaciones con Cuba. Más que la política o la ideología, toda vez que este interés no puede interpretarse como una muestra de apoyo a la Revolución Cubana, impera en estos sectores una voluntad de convivencia, que se expresa a través de los contactos filiales, sociales, culturales, incluso económicos, con la sociedad cubana.
Encuestas llevadas a cabo en agosto pasado por la Universidad Internacional de la Florida, indicaron que el 55 % de los cubanoamericanos eran favorables de las relaciones con la Isla, mostrando un aumento porcentual en el caso de los jóvenes y los inmigrantes más recientes, lo que permite hablar de una tendencia que se proyecta hacia el futuro.
Aunque no es el único factor, las contradicciones respecto al tema de las relaciones con Cuba explican el incremento de la afiliación de los cubanoamericanos al Partido Demócrata, la cual se ha duplicado en los últimos años, hasta alcanzar un 44 % de los electores.
Pero incluso en sentido favorable a las relaciones también se manifestó un 41,6 % de los que se definieron como simpatizantes de Donald Trump, lo que muestra que esta posición no deja de tener un fuerte respaldo en los sectores conservadores republicanos.
Con vista a tener una visión más clara del diapasón de corrientes políticas que existen en su seno, una investigación pendiente es determinar el apoyo que tuvo Bernie Sanders en la comunidad cubanoamericana, pero es un hecho incontrovertible el resquebrajamiento del monolitismo anticubano, que sirvió de base a la preponderancia de la extrema derecha en el pasado.
Contrario al mito de que los votantes cubanoamericanos apoyaron masivamente a Trump para castigar a Clinton por la política de Obama hacia Cuba, los investigadores Giancarlo Sopo y Guillermo Grenier han demostrado que, a escala nacional, más del 50 % de ellos votó por la candidata demócrata, superando los indicadores históricos de cualquier otro contendiente de su partido dentro de este electorado.
Incluso en el sur de la Florida, donde se concentra el llamado “exilio histórico” y las maquinarias de la extrema derecha cuentan con su máximo potencial, el apoyo a Trump apenas sobrepasó la mitad de los votantes y el candidato republicano perdió todos los distritos con alta concentración de electores cubanoamericanos.
Cientos de miles de emigrantes de origen cubano y sus descendientes viajan al país anualmente, envían remesas a sus familias, incluso invierten en pequeños negocios en el país, para no hablar de lo que ello ha significado en términos culturales y existenciales. En la actualidad, se aprecia un clima donde impera un alto grado de estabilidad en estos contactos, con resultados positivos para ambas sociedades.
Poco se habla de que en el sur de la Florida existe una inmensa red de negocios relacionados con los vínculos con Cuba, ahora incrementada por el aumento de viajeros norteamericanos, los vuelos directos y los cruceros, en su mayoría procedentes de Miami.
Las declaraciones de Donald Trump y el peso que ha dado a figuras de la extrema derecha cubanoamericana en su equipo de transición, hace pensar que se planea una reversión de esta política, cuyas consecuencias serían muy nocivas para la comunidad cubanoamericana y sus familiares en Cuba.
No existe una explicación racional para esta conducta, toda vez que antes ésta no era su posición, el lobby de la extrema derecha miamense no apoyó su candidatura y se está embarcando en una alianza condenada al fracaso, con grupos que muestran un pleno descenso en el respaldo popular y ni siquiera cuentan con el apoyo de los principales empresarios cubanoamericanos, la mayoría de los cuales respaldó la política de Obama e incluso acompañaron el presidente durante su visita a Cuba.
Evidentemente, en la solución de esta ecuación no funciona la lógica de los factores objetivos y de nuevo tenemos que remitirnos a la existencia de una cultura del odio, que se vio exacerbada por un cuestionable morbo triunfalista, resultante de la muerte de Fidel Castro.
La extrema derecha apuesta a la capacidad demostrada durante medio siglo para imponer sus posiciones al resto de la comunidad cubanoamericana. Para ello han utilizado todo tipo de mecanismos de coacción, incluido el terrorismo, creando un clima que se extiende a muchos aspectos de la vida social, donde prima un alto nivel de intolerancia.
En Miami la gente tiene miedo expresarse y ello influye en la percepción de sus sentimientos. No obstante, aunque las apariencias muestren lo contrario, en Estados Unidos la mayor resistencia a esta cultura de la confrontación con Cuba se encuentra precisamente dentro de la comunidad cubanoamericana, porque son los más perjudicados.
Para Cuba resulta muy importante comprender esta situación y actuar en consecuencia. Tanto por interés propio, debido a su impacto en las relaciones con Estados Unidos, como por solidaridad con estas personas y sus familiares cubanos, lo más recomendable sería impulsar medidas que faciliten aún más los contactos, cualquiera sea la política norteamericana.
No solo la ideología une a las personas, también las desgracias, y paradójicamente puede ocurrir que, sin quererlo, la extrema derecha esté contribuyendo a la conciliación entre cubanos.
Fuente: Progreso Semana