El despeñadero de la nueva derecha española
Paradójicamente un país presidido por un rey tiene una derecha dividida y asustada por los mismos intereses, y gentes, que en más de una oportunidad le han llevado al poder político.
El desequilibrio, sin embargo, de esta nueva derecha no puede decirse que lo haya traído la ultra, Santiago Abascal ya vivía dentro del PP en 1994, así que todo era cuestión de tiempo que, podría decirse arrancó en 2013 con su salida del PP y cuando llamaba a Mariano Rajoy líder de una cúpula traidora.
Los argumentos que día a día los nuevos líderes de la derecha desgranan, los anclan en el independentismo, el bajo papel protagónico español en el mundo, el estancamiento económico, la migración y, la falta de identidad nacional; algo más allá, pero parecido a lo que decía José María Aznar en 2007 cuando hablaba de que España podría quebrarse.
Esas, alcanzaríamos a decir, son las razones de Casado, Abascal y Rivera para estar en la escena política, lo que nos permite pensar que si no existieran esos motivos ellos tampoco existirían como políticos.
No obstante, la nueva composición de la derecha ultra española no es un caso aislado; asegurar que esas cinco razones son responsabilidad única del socialismo español, equivaldría a considerar que siempre bajo todo gobierno socialista las consecuencias son lineales, previsibles, hay grandes ejemplos que desbaratan este discurso, un caso evidente son los Estados Unidos, donde aunque el protagonismo ha perdido fuelle, no hay nadie quien le tosa, 15 gobiernos demócratas vs 18 republicanos o, Alemania que desde 1949 ha tenido 8 gobiernos con participación socialdemócrata y unos 6 conservadores o, el desastre inglés que desde 1923 ha tenido 14 gobiernos conservadores y 8 socialistas. Sin incluir a China.
Hay que decirles a los jóvenes políticos de la nueva derecha española, que afirmar lo que afirman sería como decir que todos los países no desarrollados estarían predestinados a recorrer ese mismo camino y, que sólo haciéndolo y, recorriéndole bajo la tutela de la derecha, alcanzarían su pleno desarrollo y madurez política.
Al “Make America Great Again”, Casado lo bautizó con un ramplón “Aquí no se matan los corderos en casa” y con una propuesta despreciable de dar legalidad temporal a las madres inmigrantes que entreguen a sus hijos en adopción; Vox llamó a las pateras que se hunden ahogándose niños, hombres y mujeres, autobuses que los ponen ahí para que vayan a ser recogidos como mercancías y, Rivera que hasta ahora estaba de acuerdo con el que los hombres pudieran cuidar a sus hijos recién nacidos por tanto tiempo como las mujeres, cambió su discurso porque el Psoe lo llevó a cabo bajo un decreto ley, hoy respaldado – el decreto – por los letrados del Congreso de los Diputados.
Acudimos a discursos xenófobos en esencia y que dicen mucho, y más, sobre los que dicen que han nacido como consecuencia del independentismo, atraso y falta de liderazgo
En la nueva derecha – donde Albert Rivera busca, a hurtadillas, un nuevo acomodo, después de haber sido de las Nuevas Generaciones del PP (2002), socialdemócrata / del centro izquierda y liberal progresista – todo en uno – (2008) – utiliza al independentismo y las migraciones para alcanzar un re-equilibrio político, formado por Vox, el PP y C´s.
Esta nueva clase de políticos obvia que, además de la crispación generada por Torra y Puigdemont, existen otras verdades como la desconfianza general sobre las reglas del juego capitalista, su rígida estructura y el ventajismo alcanzado con la torería de la globalización.
Ese nuevo equilibrio supone, para la nueva derecha, la destrucción política del socialismo (Psoe), hoy mucho más identificado con las bases obreras gracias a las estratagemas de estos jóvenes aprendices de la derecha.
En todo caso, ya pocos se chupan los dedos y muchos hablan de lo de siempre: la consolidación del privilegio personal, que con todo descaro ha ninguneado y sustituido el uso del viejo concepto de lucha de clases por el de la migración, el atraso económico o la falta de protagonismo.
Lo que manda en sus discursos es el catastrofismo y la España se rompe, a pesar de ello, los de a pie saben que en el fondo de lo que se trata es del dinero que se puede dejar de ganar.
Eso del catastrofismo ha logrado que España huela a goma chamuscada, haciendo evidente que Casado y Rivera se muestren incapaces de considerar que la aparición de la ultraderecha es un peligroso límite para ellos y para el mismo Estado.
Frente al independentismo, España vive una crisis de valores políticos, quizá el verdadero facilitador para la llegada de la ultraderecha – por otro lado – nunca ajena a la misma derecha política.
Corremos el riesgo de un nuevo fascismo crecido bajo las sombras de los intereses del capital, sin la necesidad de que las arremetidas de Torra y Puigdemont adquieran un carácter de traumático.