Arantza Zubizarreta y Fatima Ariztimuño •  18/06/2016

¿Un metro en Donostia?

El proyecto de la pasante del Metro en Donostia suscita un amplio desacuerdo en la ciudad. La opinión de muchísimas personas es clara al respecto: Donostia no necesita un Metro y el proyecto debe paralizarse para abrir proceso participativo de debate y decisión sobre esta cuestión.

Son muchos los interrogantes y las  críticas planteadas acerca de este proyecto que anteriormente fue paralizado y calificado como“faraónico” por la consejera Ana Oregi en 2013. “Falta un análisis riguroso de usuarios para la implantación de un Metro en Donostia; no solo informes de amigos”, advertía Gerardo Lertxundi, exdirector de DonostiBus. “El Metro sería costosísimo para la ciudad. Además, las personas prefieren viajar sin entrar bajo tierra, mirando el paisaje, las calles y el resto de paseantes”, afirmaba Guillermo Peñalosa, asesor de movilidad y urbanismo en su visita a Donostia. A su vez, todos los informes ponen de manifiesto que la pasante del Metro captaría viajeros/as principalmente a costa de los servicios de autobús, y muy poco a costa del vehículo privado. Se trata por tanto de una apuesta equivocada que pone a competir a dos empresas de transporte público, desorganizando los logros de Dbus. Frente a lo cual, en una de las conferencias organizadas por Satorralaia y que llenó el centro Koldo Mitxelena, el arquitecto Ander Gortazar explicaba que la solución radica básicamente en coordinar y buscar la complementariedad entre el Topo y las principales líneas urbanas de autobús, creando puntos de transbordo entre ambos sistemas de transporte. “De esta forma, sin necesidad de grandes inversiones en infraestructuras, se conseguiría aumentar el uso del Topo y de las líneas de autobús, mejorar la accesibilidad total de la red de transporte público y captar viajeros que actualmente utilizan el coche para sus desplazamientos”.

La construcción de un Metro subterráneo por el centro de Donostia supone agredir el entorno urbano. Resaltan los problemas y las afecciones urbanísticas que conllevaría su ejecución bajo una ciudad cimentada sobre los arenales y suelos fluvio-mareales que se extienden desde el Centro hasta Amara. El anteproyecto aporta un listado de hasta 311 edificios que podrían verse afectados por su proximidad al trazado y la obra llega incluso a afectar la costa, ya que el Metro se adentra en un tramo de 300 metros bajo la playa de La Concha. En estas condiciones también se disparan los costes de construcción y el gasto de cada metro de la infraestructura se elevaría por encima de los 50.000 euros, sumando más de 200 millones para los 4 kilómetros del trazado Lugaritz-La Concha-Easo. Esto supone malgastar el dinero público en un proyecto de dudosa utilidad, recortar los gastos sociales y despilfarrar los recursos en detrimento de otras actuaciones realmente necesarias para la sociedad. 

Construir un Metro en Donostia no está justificado por la dimensión urbana de la ciudad. La estación central de EuskoTren en Amara constituye una acceso magnifico para llegar andando al centro urbano, que permite excelentes desplazamientos peatonales o en bicicleta. Los promotores del Metro dicen que esta estación debe ser eliminada porque es un “fondo de saco”, cuando las instalaciones actuales de Easo posibilitan una frecuencia de 7’30 minutos –se podrían incluso facilitar frecuencias de 5 minutos–, más que suficiente para la población servida. La estación conecta el Topo que viene de Hendaia y la línea de la Costa (cercanías hasta Zumaia), y permite dar continuidad a los viajes comarcales sin obligar a hacer transbordo. En definitiva, la estación de Amara ofrece un buen servicio de transporte y su ubicación en la Plaza Easo ejerce además un efecto saludable en el equilibrio espacial de la ciudad. Por el contrario, la estación de la pasante del Metro planeada en Centro-La Concha no concuerda con una propuesta equilibrada de planificación urbana, sino que agrava los problemas de congestión en esa zona para servir literalmente de “soporte de los intensos desarrollos comerciales” del “corazón turístico” de la ciudad. De modo ilustrativo, una de las bocas de acceso a esta estación central del Metro –proyectada a 27 metros de profundidad bajo la manzana limitada por las calles Urbieta, San Martin, Easo y Arrasate– desembocaría directamente “en un espacio subterráneo del futuro centro comercial de San Bartolomé Muinoa”. Se apuesta brutalmente por un modelo de ciudad que incentiva la mercantilización del espacio urbano y favorece  procesos especulativos con graves perjuicios para la colectividad. En cuanto a la estación de Bentaberri, el objetivo de transporte planteado se puede alcanzar simplemente  mediante la creación de un punto de transbordo Topo-Bus en Lugaritz, que posibilitaría acceder desde la periferia de la ciudad a la zona universitaria y al Antiguo en autobuses con buenas frecuencias. 

En Donostialdea nos enfrentamos a procesos de transformación urbana y a proyectos de grandes infraestructuras como el Metro que inciden profundamente en el modelo de ciudad. La mejora del tren de cercanías que la población siempre ha denominado el “Topo” fue presentada por el Gobierno Vasco como “Metro de Donostialdea” a raíz del lanzamiento del proyecto de la pasante del Metro en 2009, divulgando con un claro objetivo propagandístico un concepto de transporte sobredimensionado y que según sus promotores “acentuaría la concepción metropolitana de Donostia y su entorno”. Cuestionamos a este respecto un proyecto no incluido por un lado, en el Plan General de Ordenación Urbana de Donostia, ni en el Plan Territorial Sectorial (PTS) de la Red Ferroviaria de la CAV.

En este sentido, el oscurantismo del Gobierno Vasco no hace más que aumentar la desconfianza. Asistimos a la difusión de informaciones contradictorias, que anuncian la licitación y el comienzo de las obras de la pasante del Metro a lo largo de este año a pesar de los problemas de financiación y de la falta de aprobación de la modificación del plan ferroviario que resulta imprescindible para dar cabida jurídica al proyecto. Por ello, es preciso reunir el mayor número posible de gente en la manifestación del 18 de junio por la paralización del Metro en Donostia, participar en las iniciativas del movimiento vecinal y movilizarnos, única manera de impedir su llegada.