José Antonio Medina Ibáñez •  Opinión •  29/11/2019

¡Que llega el diablo con su tridente echando fuego por los ojos y la boca!

¡Que llega el diablo con su tridente echando fuego por los  ojos y la boca!

Después de fracasar – Sánchez – en el intento de un Gobierno a la portuguesa, sólo quedaba la urgencia del momento actual lo que  precipitó el abrazo de las izquierdas.

Ahora más que ministros que le quiten el sueño al presidente y a los españoles, Sánchez e Iglesias lo que quieren es ser socios para aplicar una política estable, nada del tridente de lucifer echando fuego por los ojos y boca como predice Aznar.

La derecha española está feliz de pensar que la sentencia del ERE andaluz puede echar a Sánchez del camino presidencial, pero no le es suficiente, también espera que llame a ERC para que le apoye en la investidura; es el caldo necesario que necesitan para certificar el rompimiento de la España constitucional del PP, lo que queda de Cs y Vox. La sopa calentita que cree le dará el salto a La Moncloa.

A ningún español le gusta lo que está viviendo hoy gracias a sus políticos, se sienten descorazonados y desconectados con ellos, les gustaría escuchar qué les puede decir Casado que les convenza de que con él, Aznar y Abascal, todo entraría en la normalidad, que la crisis que acecha se marcharía y que no apoyarían la homofobia o, a lo que Vox llama el cáncer del país para referirse a las feministas.

Les gustaría saber si Casado es el guapo que formaría gobierno con Vox, sin buscar otros apoyos que impidan la imagen que tanto critican a Sánchez: un presidente frankenstein.

La derecha española no se abstendrá para que Sánchez sea presidente, y aunque Casado ha perdido autoridad interna y ha torcido la espalda para brindar estabilidad y acuerdos puntuales con el Psoe, mostrándose más sensato que su padrino Aznar que quiere una coalición con los socialistas pero sin Sánchez, otra locura del hombre que hizo que el milagro económico español terminará en la cárcel., mantiene su arresto de: allá la izquierda y aquí la derecha.

La investidura aunque aritméticamente no da, vendrá y será de izquierdas, y le caerán todas las críticas que se puedan crear, así es la política en cualquier lugar del mundo y, España aunque lo digamos, “no es diferente”, salvo que nadie sabe a qué atenerse con Casado, si al broncas de Aznar o al pacifista de Rajoy.

Nadie lo sabe porque el joven líder se ha mostrado incapaz de encontrar el camino correcto para que la gente le entienda, y no lo encuentra porque después de la moción que sacó a Rajoy del Gobierno, nadie cree en un PP honesto.

Para colmo, su amigo Rivera, el de la “Remontada”, ha dimitido por ineficiente y, Abascal lo que inspira es miedo, repelús e incredulidad por tanta cara que le echa a una vida adornada de tantas mentiras.

Aunque un Gobierno progresista es lo que ha dictado el resultado electoral, el bipartidismo está en la UVI pero respirando. Por ello Iglesias se ha dejado de líneas rojas y ha insistido en su lealtad a Sánchez.

Hay que creerle, y con ello aceptar que del referéndum catalán no se hablará en esta legislatura, aunque no se eche al cesto de la ropa sucia, sería un error.

El mensaje del futuro Gobierno es claro: Todo se puede hablar, pero dentro de la Constitución, así se recoge dentro de las medidas que los Mefistófeles españoles quieren aplicar si gobiernan: combatir la precariedad laboral, luchar contra la corrupción, blindar las pensiones, recuperar el talento emigrado, reconocer el derecho a la eutanasia, luchar contra la violencia machista y la igualdad retributiva, hablar con los independentistas dentro del marco de la Constitución, o que en los asuntos fiscales pague más quien más gana.

Esos son los puntos que, según Aznar y sus ultras, van a terminar con la unidad del reino. A esto se oponen los salvadores de la patria.

Por otro lado, a Unidas Podemos le quedan pocas fuerzas y, pudiera estar delante de su última gran oportunidad, no olvidemos que de 71 diputados en 2016 ha llegado a 35, más caída libre solo la ha sufrido Rivera.

Así que, aunque dentro de un panorama donde todos lucen perdedores y, la derecha aznarista arrecia con el “Sánchez debe marcharse”, vendrá el gobierno frankenstein no queda otra, sea de la izquierda o la derecha,  pero se armará como una especie de puzle.

Es más, reconociendo Casado, en sus adentros, que no puede formar gobierno, es hasta preferible que deje que lo hagan los de la izquierda, al final si lo harán tan mal como asegura la derecha, él regresará dentro de cuatro años para convencer al mundo de que es la solución. Ya se habrá recompuesto de la mala imagen que tiene y habrá madurado hasta  su amigo Teodoro García.

Sin duda que Sánchez no pasa por su mejor momento, no genera la confianza de sus inicios, luce desgastado y no creíble, además como negociador no tuvo éxito porque su jugada le salió mal y, para rematar, ahora tiene una herida fresca con los ERE andaluces, toda una golosina para el menos pintado de la derecha, por ello no es de extrañar que la derecha insista que con Sánchez e Iglesias ha llegado la peor elección posible, sin conceder que ellos también son artífices de esta unión, los grandes intoxicadores.

El pacto no es fácil, en Andalucía la líder de Podemos, Teresa Rodríguez, tampoco está a favor de este acuerdo, prefiere el gobierno a la portuguesa, está convencida de que otro abrazo con el Psoe les quitará su esencia reivindicativa y, para añadidura, el histórico Alfonso Guerra desacredita a UP llamándoles no constitucionalistas.

* José Antonio Medina Ibáñez. participa@latinpress.es


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