Libardo García Gallego •  Opinión •  31/07/2016

La eterna lucha entre el bien y el mal

A diario presenciamos este enfrentamiento en todos los lugares de la tierra: los amigos de Dilma contra los de Temer, los fans de Macri contra los de Kristina, el Partido Socialista Unificado de Venezuela contra la oposición oligárquica, judíos contra palestinos, chiítas contra suníes, dogmáticos e intolerantes musulmanes asesinando a los creyentes ded otras religiones, ricos contra pobres, partidarios del SÍ al plebiscito por la PAZ contra los guerreristas del No.

En ocasiones un grupo sin opositores fuertes se divide para aparentar una controversia entre programas similares, como ocurre entre los partidos de la burguesía en Colombia o como parece ser entre Trump y Hillary, dos guerreristas pro hegemonía mundial gringa, cuyas diferencias se reducen a pequeñas sutilezas.

En la esquina izquierda los humanistas, los partidarios del respeto a los derechos humanos; los partidarios de un sistema socioeconómico y político igualitario con democracia real; los que respetan y conservan la naturaleza. En la otra los amigos de la explotación de la mayoría de los humanos por una minoría que se cree más inteligente, más capaz, más merecedora, que los demás; los que afirman que existen razas superiores e inferiores; quienes apoyan las monarquías porque consideran que deben gobernar las castas de sangre azul pues por los vasos sanguíneos de los demás corre sólo lodo inmundo; quienes promueven masacres, guerras y dictaduras para someter a sus opositores; los que están a favor del capitalismo neoliberal que permite la concentración de las riquezas en pocas manos; los que destruyen la naturaleza con el fin de amasar riqueza; quienes creen que sus credos religiosos, filosóficos y políticos son los únicos verdaderos y que deben imponerse sobre los demás a sangre y fuego.

Estas son apenas algunas de las características de los grupos enfrentados y cada lector agregará las faltantes. Cuando se mezclan las del bien con las del mal es porque se han impuesto la ignorancia y la desinformación. En todo caso, los de la esquina izquierda representan el bien y los de la derecha el mal. Esta es la eterna lucha de contrarios que, hasta el momento actual, va ganando el mal, pero que al final se triunfará el bien. Lo cercano o lejano del triunfo está en relación directa con el desarrollo de la inteligencia humana y el retorno de los valores humanistas. Los mayores obstáculos se ubican en la deficiente y sesgada instrucción o “educación” y en la manipulación de los poderosos medios de comunicación, carentes de independencia y objetividad, cuyos dueños, los de la esquina derecha, informan a la opinión pública según sus conveniencias personales.

En esta lucha no se admiten posiciones neutrales y es irresponsable negarse a opinar aduciendo que son casos lejanos o sin importancia para nosotros. Por ejemplo, ¿Estamos con Israel y el sionismo o con Palestina? ¿Vamos con el Partido Socialista Unificado de Venezuela o con la oligarquía opositora? Defendemos a Dilma o a Temer? ¿Apoyamos el combate contra ISIS o no? Que tumben a Evo y a Correa o no? Queremos que en el plebiscito por la paz gane el SÍ o el NO? Tomar una decisión consecuente con la manera personal de interpretar la sociedad depende de los intereses clasistas y de la formación ideológica, filosófica y política de cada individuo o colectividad, así como del conocimiento sobre cada realidad.

 


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