Arthur González •  Opinión •  25/07/2018

Los neos disidentes desmemoriados

En los últimos tiempos, especialmente posterior a la partida de Fidel Castro, se escuchan voces de algunos neos disidentes olvidadizos, opuestos a muchas medidas que hoy asume Cuba, como fórmula para cambiar todo lo que debe ser cambiado, con vistas a actualizar el proceso socialista y mantener la unidad y resistencia frente al incremento de las medidas adoptadas por Estados Unidos, en su guerra económica de casi 60 años contra el pueblo cubano.

Cierto es que hay situaciones subjetivas e incluso objetivas, que están directamente relacionadas con decisiones que pueden ejecutarse y no son resultado de esa guerra económica, pero lo que llama la atención es que esos que ahora afirman disentir, fueron fieles adeptos al socialismo cubano cuando restricciones y medidas afectaban al ciudadano común y nunca levantaron sus voces para discutirlas.

Entonces, ¿por qué ahora que la apertura de la sociedad es bien diferente, se las dan de “justicieros inconformes” y escriben en blogs y otros sitios de internet sus criterios, que llegan a faltarle el respeto al actual presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, al compararlo con George W. Bush?

¿Será que sueñan con un cambio de régimen y desean congraciarse con los vecinos del Norte, o es para no perder sus visas múltiples para viajar ese país? Todo es posible.

Esos “justicieros inconformes” parece que no recuerdan los cambios constantes realizados en Cuba desde 1992.

No es ocioso recordárselos, pues antes de esa fecha asumían una actitud militante en defensa de la patria, sin jamás mostrar inconformidad cuando gozaban de altas posiciones dentro del sistema.

Para refrescarles la memoria, basta señalar que en 1993 se despenalizó la tenencia de divisas por parte de los cubanos, algo que constituía un delito. Ese mismo año se fijó el marco legal para el ejercicio del trabajo privado y se crearon las Unidades Básicas de Producción Cooperativa en la agricultura, UBPC, transfiriéndoseles el pleno usufructo de las tierras de las granjas estatales y la totalidad de los medios para su explotación.

En 1994 se restructuró la Administración Central del Estado y se suprimieron 15 Ministerios e Instituciones, reduciéndose el aparato administrativo del Estado.

Ese mismo año se estableció el nuevo sistema tributario de carácter integral y se permitió la apertura de los mercados agropecuarios, con precios de oferta y demanda, donde los suministradores son los propietarios individuales de tierras, asociaciones cooperativas privadas, Unidades Básicas de Producción Cooperativa y las granjas estatales.

Otro de los cambios de ese año fue la autorización de los mercados de artículos industriales y artesanales, con precios de oferta y demanda.

1995 marcó el inicio de la apertura de centros privados para la elaboración y expendio de alimentos y bebidas.

En el mes de septiembre del 95 se aprobó la nueva Ley de Inversión Extranjera, la cual, por primera vez desde 1959, permitió hasta el 100 % del capital extranjero, modificándose el Decreto Ley 50 que solo permitía hasta el 49%.

El propio Fidel Castro, en su discurso del 3 de marzo de 1995, en el Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, afirmó:

“Son circunstancias nuevas. Se crean desigualdades inevitablemente y se crean privilegios, algunos con grandes ingresos y otros con menos ingreso, resulta inevitable. Tiene que aumentar el número de trabajadores por cuenta propia, las posibilidades para el trabajo por cuenta propia y el desarrollo de producciones artesanales, de producción en menos escala…”

“Tenemos que analizar bien las perspectivas del desarrollo de la pequeña y mediana empresa, el papel del Estado y su participación en todo eso…”

Posterior al 2006 se adoptaron otros cambios, como fue el permitir que los ciudadanos cubanos residentes en el país, pudieran alojarse en todos los hoteles, rentar autos y motos en las agencias especializadas, tener líneas propias para el uso de la telefonía celular, se eliminó el histórico permiso de salida del país establecido por el gobierno de Fulgencio Batista, el 10 de junio de 1954, en conformidad con las disposiciones de la Ley-Decreto No. 1563.

Igualmente, dejó de exigirse la carta de invitación para visitar otros países y se extendió el permiso de salida temporal hasta los 24 meses, incluidos los menores de edad, sin tener que pagar las prórrogas mensuales en los consultados cubanos.

El trabajo no estatal se amplió considerablemente, como la renta de casas particulares y habitaciones a extranjeros y nacionales, unido a otras medidas.

En Cuba nadie tiene que suicidarse, ni callarse, cuando tiene un criterio diferente, para comprobarlo solo hay que caminar y no andar en autos. Con subirse a un ómnibus o visitar un mercado es suficiente para escuchar variedad de opiniones, unas con objetividad y otras con ausencia de conocimientos u olvidos históricos.

Los que callaron antes y ahora se lanzan a dar criterios en las redes sociales demuestran doble moral, pues nunca tuvieron valor de exponerlo en las reuniones administrativas o en las del Partido Comunista.

Cuba tiene una larga historia de valentía y moral, por eso soporta las agresiones más crueles de la historia moderna.

Para aquellos que se escudan en las redes sociales, deben repasar un poco de la historia, pues para llegar hasta hoy, el pueblo ha luchado en múltiples terrenos.

La guerra económica impuesta no es un pretexto para ocultar errores verdaderos, pero es cierta y creciente. No por gusto se mantiene inamovible y Barack Obama, supuestamente el más osado presidente de Estados Unidos, estableció las relaciones diplomáticas, pero no aflojó uno solo de los nudos que aprietan a Cuba, como son la Ley Torricelli, la Helms-Burton, la Ley del Embargo y la del Comercio con el Enemigo.

Por el contrario, estableció nuevas y peores medidas de persecución financiera contra los bancos extranjeros que se atrevieron a ejecutar transacciones, imponiendo record en ese sentido al multar al banco francés PNB Paribas, con 10 mil millones de dólares.

Ante el acoso de los yanquis, Fidel Castro le decía en 1961 a los intelectuales:

Esto significa que, dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada.  Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos; y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir.  Y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie, por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la nación entera, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella”.

El hombre piensa como vive, de ahí los cambios de ideas, porque quien disfruta hoy de ciertos privilegios no se proyecta igual que cuando vivía otro entorno.

José Martí no se equivocó cuando dijo:

Cuando no se piensa claro, no se habla claro”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

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