Julio Anguita •  Opinión •  18/03/2019

Tarde, mal y ¿ nunca?

Creo que una parte de la ciudadanía que no me atrevo a cuantificar, debe experimentar una serie de estados de ánimo, incomodidad, estupefacción e incredulidad, al comprobar cuan activos y presentes se mantienen los núcleos del franquismo y los resortes institucionales, políticos, mediáticos, culturales y eclesiásticos que controlan.

    La exhumación de los restos del dictador se ha convertido en un triste culebrón de incierto final tanto en la fecha como en los contenidos del mismo. Pero lo que este asunto está dejando claro de manera meridiana es que la iniciativa gubernamental ha llegado con retraso y además de la manera más chapucera de todas las posibles.

    El máximo responsable de la decenas de miles de españoles fusilados sin juicio previo, y todavía hacinados en fosas comunes esparcidas por las carreteras de España, murió en la cama hace 44 años y todavía siguen sus restos en un monumento propiedad del Estado. Y acompañando al cadáver del dictador y a la manera de ciertos emperadores chinos, una guardia de 34.000 cadáveres de excombatientes de la República y del bando rebelde. Muchos de esos cadáveres se llevaron allí sin consultar siquiera a los familiares.

La Transición no podía conducir a una situación de normalización política e institucional más allá de los años inmediatos a la misma.

Eran demasiados los malos recuerdos, las injusticias, los muertos exaltados como “caídos” en las paredes de las iglesias de nuestros pueblos mientras “los otros” muertos seguían en el anonimato oficial.

Pero sobre todo, y ahora lo estamos comprobando, los que ganaron la guerra estaban dispuestos a casi todo menos a tolerar que su victoria fuese puesta en cuestión. Su victoria y las ganancias, beneficios y botines de todo tipo inherentes a ella. La pretendida paz no fue otra cosa que un armisticio. Un armisticio desaprovechado para clarificar, sanear, saldar deudas históricas y divulgar la verdad. Por eso, aunque tarde en el período de 44 años, la propuesta del actual gobierno merece ser respaldada.

Lo que ocurre es que si a la tardanza histórica le añadimos la pésima, precipitada e improvisada publicidad de la propuesta, el ridículo aletea por el entorno.

Un Gobierno, y sobre todo en un tema como éste, no puede filtrar o dar a conocer algo que todavía no ha pasado la fase de deseo o de previsión. Sánchez ha caído en el mal por excelencia de la política actual, creer que el BOE puede ser sustituido por los titulares mediáticos.

Siempre, pero en esta caso más, la información no debe darse hasta que todos los cabos no estén amarrados, los plazos seguros, las medidas legales incontestables y los desarrollos técnicos perfectamente aquilatados. La ejecución sería entonces inmediata e incontestable.

Pero llevamos desde junio del 2018 alargando plazos, tocando más y nueva teclas, dando tiempo a que el franquismo y sus asonadas folclóricas se organicen, creando con todo ello una atmósfera de inseguridad que frivoliza la importancia de la exhumación del dictador. Tengamos presente que el tarde y mal no puede tener como corolario el nunca. Sería imperdonable y una burla para las víctimas del franquismo.

Nota edición: La exhumación de los restos del dictador se ha convertido en un triste culebrón de incierto final. Pero debe tenerse presente que el tarde y mal no puede tener como corolario el nunca. Sería imperdonable y una burla para las víctimas del franquismo

* Colectivo Prometeo


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