Narciso Isa Conde •  Opinión •  21/08/2019

La agresiva decadencia del imperialismo-USA

Los retrocesos impuestos junto a las lumpen burguesías locales y  mafias políticas y militares, no han podido estabilizarse. Las resistencias y contraofensivas populares no cesan.

Es cierto que el poder imperialista de EEUU logró en los últimos años revertir  la  moderada ola hacia la reconquista soberanía y políticas alternativas al neoliberalismo en una parte de los países que la emprendieron al iniciarse el siglo XXI: Honduras, Paraguay, Argentina, Brasil, Ecuador y, recientemente, El Salvador.

Las recetas y operaciones contra-reformistas y contra-revolucionarias aplicadas son variadas: golpes blandos y duros, guerras de cuarta y quinta generación, bloqueo, Caballos de Troya, cooptaciones, sobornos, extorsión financiera, injerencias y amenazas de agresión militar.

Las motivan no solo los valiosos recursos naturales del Continente, sino también aplastar identidades y culturas en lucha contra el coloniaje, la opresión a beneficio de la supremacía blanca, su odiosa represalia contra la insumisión y autodeterminación de los pueblos aborígenes, mulatos, mestizos y negros de Nuestra América.

 Ellas han más sido efectivas donde las opciones pro-independencia se empantanaron en formulas simplemente progresistas, reformistas, débilmente soberanas; afectadas por la corrupción y/o carentes de fuerza militar defensiva; donde la identidad en lucha y la conciencia patriótica todavía presentan limitaciones significativas.

De todas maneras la intención imperial de retroceso total con su impronta neofascista, ultra-neoliberal y re-colonizadora, se quedó corta en la región y está en crisis donde pudo cuajar.

·        La pelea sigue y vuelve a crecer.

 Por eso en el alma colectiva de Nuestra América rebelde no hay razones para el pesimismo y la desesperanza si  apelamos a una mirada profunda de lo que acontece en este Continente y a escala global, y si nos apoderamos de sus lecciones y significados.

Los retrocesos se impusieron desde la agresividad generada por las actuales debilidades esenciales del otrora todopoderoso imperialismo estadounidense, centro del imperialismo Occidental; esto es, desde la decadencia de su dominio global.

Los retrocesos impuestos junto a las lumpen burguesías locales y  mafias políticas y militares, no han podido estabilizarse.

Las resistencias y contraofensivas populares no cesan.

En México, López Obrador y Morena derrotaron a los preferidos del imperio.

En Argentina, Macri está a punto de ser desplazado.

En Brasil algo similar le espera a Bolsonaro y a su Corte neofascista.

Igual al régimen paraguayo.

Con Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua no han podido: los reveses sufridos son sucesivos, destacándose la vergonzosa derrota que recientemente le infringió a EEUU la Venezuela bolivariana y Chavista.

Honduras es una caldera a punta de estallar. Durante años de lucha ejemplar no habido manera de aplacar a su heroico pueblo.

Puerto Rico y Haití, los países mas colonizados, han dado saltos espectaculares en cuanto a indignación popular.

En Dominicana la impugnación masiva del  degradado sistema de corrupción e impunidad ha tenido expresiones muy valiosas.

En Colombia se gestan nuevas rebeldías frente a las matanzas y desafueros del lumpen-fascismo uribista.

El ciclo de cambios que inició la revolución cubana se está reactivando a niveles insospechados, radicalizándose frente al contra-ataque imperialista.

Más allá de esta región el poder imperialista estadounidense y su OTAN las están pasando muy mal en Ucrania, Siria, Yemen, Irak… en sus enfrentamientos con Korea e Irán…y no logran aplacar la heroica resistencia palestina, ni controlar el caos en Libia.

Tampoco le salen bien las cosas frente a los imperialismos emergentes, ruso y chino, que están desafiando sus ya diezmadas principalías en el plano militar y político-económico.

Nunca antes USA ha exhibido un gobierno y un poder tan degradado y repudiado a escala mundial como el que encabeza Donald Trump y sus gavilanes.

 Por es necesario y posible pasar a la ofensiva.

Esta nueva etapa es propicia para volver a avanzar en grande, procurando no solo fórmulas “progresistas” y opciones reformistas vulnerables, sino potenciando además la radicalidad revolucionaria y transformadora.


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