Fernando Dorado •  Opinión •  27/10/2019

La crisis del capitalismo global y el avance de los pueblos

La crisis del capitalismo global y el avance de los pueblos

Los pueblos y los trabajadores del mundo entero venimos dando muestras de rebeldía y rebelión frente a los poderes económicos y políticos dominantes. No es solo de ahora, siempre hemos luchado pero parece que la crisis del capitalismo se acrecienta y las protestas se fortalecen y expanden.

En homenaje y como parte de esas luchas y expresiones de rebelión, planteo estos puntos para el debate, que no son ningún invento o descubrimiento personal, sino ideas surgidas en medio de las experiencias de lucha en nuestra región y en Colombia, pero también, recogen pensamientos elaborados por múltiples personas de muchas partes del mundo que han sido elaboradas al calor de luchas anteriores o actuales.  

a) Puntos sobre la realidad económica-productiva global                                                             

1. Actualmente existe una gran burguesía financiera global (GBFG) que monopoliza y concentra la riqueza en manos de muy pocas personas y familias multimillonarias.[1]

2. Esa GBFG controla, de una u otra forma, toda la producción y el comercio de mercancías y a todos los sectores productivos que están vinculados al mercado capitalista mundial[2].

3. Su forma de control no está basado en la propiedad formal (tradicional) de los medios de producción. Incluso, se ha desprendido de la mayoría de los “activos físicos o materiales”. Su control se basa en la propiedad oligopólica del capital financiero, el manejo especulativo de los centros financieros y de las monedas, y el control monopólico de la información y el conocimiento (propiedad intelectual). Algunos le llaman economía intangible o “capitalismo sin capital”[3].

4. Esa GBFG está organizada en poderosos conglomerados transnacionales de capitalistas que actúan y determinan las políticas y realidades con su fuerza económica directa y utilizan a los Estados (gobiernos, medios de comunicación, gremios, etc.) y organismos internacionales (ONU, OMC, OCDE, FMI, BM, etc.) para legalizar y oficializar su poder y control[4].

5. La concentración de la riqueza y la financiarización de la economía ha generado un deterioro creciente de la tasa de ganancia del capital[5], y ha obligado a los capitalistas a regresar a formas de control colonial de territorios y riquezas naturales, en lo que se ha llamado acumulación por desposesión y despojo (guerras, desestabilización de países, violencias delincuenciales, etc.)[6].

6. Así mismo, el control sobre las personas se ha tecnificado y se ha vuelto más imperceptible pero más eficaz, tanto por medio de la red de internet como con vigilancia digital de alto impacto[7]. Pero, además, las fuerzas armadas y la represión oficial se vuelven más sofisticadas y agresivas, y los Estados tienden a hacerse más despóticos y autoritarios frente a la crisis sistémica de la democracia representativa. El modelo del “capitalismo asiático” tiende a generalizarse[8].      

7. Existen cientos de miles de capitalistas medianos y pequeños, que cada vez están más subsumidos por ese dominio y no tienen otro camino que plegarse a esos intereses, aunque en ocasiones diseñan estrategias políticas para apoderarse de Estados y gobiernos periféricos para tratar de negociar en mejores condiciones con la GBFG, actuando como “burguesías emergentes”[9].

8. También existen millones de pequeños y medianos productores (pequeña burguesía) en todas las áreas de la producción (incluyendo campesinos, sean indígenas, negros, mestizos, cobrizos, amarillos, o blancos) que se ven subsumidos y subordinados a los intereses de esa GBFG, ya sea por medio del pago oneroso de intereses de créditos expropiatorios, la dependencia tecnológica, la compra de insumos o por el robo descarado de su fuerza de trabajo y de su producción mediante la comercialización monopólica y especulativa de las materias primas y de los productos procesados, o la manipulación de los precios internacionales en los mercados bursátiles[10].

9. Existen cientos de millones de trabajadores vinculados a las diversas áreas del proceso productivo como asalariados (en diversas modalidades de contratos legales e ilegales, indefinidos y temporales) y, a su lado, cientos de millones de trabajadores “informales”, vinculados a la producción y al mercado pero sin siquiera hacer parte “oficial” de los trabajadores (vendedores ambulantes, moto-taxistas, trabajadores por horas, trabajadores en casa a destajo, etc., etc.).[11]

10. Existen millones de personas vinculadas a las economías ilegales y criminales, que no aparecen en los registros oficiales, en calidad de obreros, vigilantes, delincuentes, mercenarios, modelos, prostitut@s, y muchos otros[12].

11.  El proletariado industrial está reducido y concentrado en algunas factorías especializadas en producir bienes de capital (súper-máquinas) o en áreas de la manufactura en condiciones de súper-explotación (en China, India, Bangladesh, Vietnam, Indonesia, etc.) y ha surgido un nuevo proletariado especializado en la producción de conocimiento o “cognitariado” (software, control de la información, burocracia de diversos niveles, etc.)[13]

12. Esa GBFG utiliza los intereses nacionales, étnicos, culturales, sentimientos tribales, de género, de familia, creencias religiosas y los “valores” de consumo (entretenimiento, valores de “progreso”, ansias de enriquecimiento y reconocimiento personal), para dividir y enfrentar a los pueblos y a los trabajadores, e incentivar el individualismo al máximo para tratar de que los pueblos y trabajadores no reconozcan la verdadera situación y, se distraigan y desgasten con causas sectoriales y particulares que nunca pongan en cuestionamiento su poder global.

13. Los Estados, los gobiernos y todas las instituciones “controladas” (partidos políticos, iglesias, sindicatos, gremios, medios de comunicación, etc.), sirven a esos propósitos, sea consciente o inconscientemente.

b) Puntos sobre estrategia política revolucionaria

1. Para enfrentar ese control y dominio se requiere diseñar una nueva estrategia, en donde se recuperen parte de las tradiciones revolucionarias anteriores, que identifique con profundidad y claridad el problema estructural del actual capitalismo, ubique tanto el objetivo a conseguir como a las fuerzas sociales idóneas e interesadas (“sujetos sociales”) en enfrentar, desgastar y derrotar ese poder oligopólico dominante.

2. Tenemos múltiples experiencias en donde las clases oprimidas han fracasado en construir una sociedad basada en relaciones sociales de colaboración, cooperación y reciprocidad, porque se ha centrado de forma exclusiva en la acción política dentro y desde el Estado heredado (capitalista). De esas experiencias debemos aprender[14].

3. La idea de pasar del capitalismo al comunismo (con una fase de socialismo transitorio), o sea, pasar de un modo de producción a otro mediante la revolución política que le permita a las clases oprimidas asaltar el poder y desde allí construir el nuevo modo de producción, se ha mostrado como una idea equívoca. La práctica ha comprobado que las nuevas relaciones de producción no pueden “decretarse” ni construirse “de arriba hacia abajo”, y que el surgimiento de nuevas relaciones de producción no es un problema solo de voluntad sino de condiciones materiales y concretas (“objetivas y subjetivas”, en el antiguo lenguaje).

4. Si se revisa la historia, el paso de un modo de producción a otro ha implicado una serie de cambios lentos que se van acumulando en el tiempo, que transforman la naturaleza del trabajo y las relaciones sociales de producción y de consumo. El principal motor de esos cambios es la resistencia y las luchas de los trabajadores y de los sectores sociales oprimidos, que empujan hacia adelante el desarrollo de la ciencia y de la tecnología, y cambios sociales y culturales.

5. Así, impulsar que un grupo de personas (dirigentes de partidos políticos o “movimientos”), a nombre de los oprimidos, se apoderen mediante una insurrección, un golpe de Estado o por medio de las elecciones del aparato del Estado existente (heredado), o de las instituciones de gobierno (que son un “subsistema” del aparato estatal), se ha comprobado con creces que no es la vía para acabar o destruir el capitalismo, como lo demuestra la historia y las múltiples experiencias del siglo XX y XXI.

6. Lo que hemos observado en la totalidad de esas experiencias es que los pueblos y los trabajadores que asumen dicha estrategia, delegan todo su poder en las “minorías gobernantes”, se ilusionan con los cambios en la “Constitución del Estado”, convierten las “leyes de arriba” en un “fetiche transformador” y desmovilizador, y nuestras fuerzas populares terminan absolutamente debilitadas, cooptadas y derrotadas por el poder que queríamos acabar o suprimir. Lo venimos comprobando en Venezuela, Ecuador y Bolivia[15].

7. Ello no quiere decir que los pueblos y los sectores oprimidos de la sociedad no puedan realizar y ejecutar revoluciones políticas para derrocar o reemplazar a gobernantes y regímenes autocráticos y oprobiosos, para constituir diversas formas de democracias (representativas, directas, deliberativas, “ilustradas”, plurinacionales, federativas, etc., o combinaciones de ellas), lo cual se justifica, se debe ejecutar  y apoyar. No obstante, esas revoluciones políticas no deben conducirnos a la trampa o a la ilusión de creer que en un país por separado se pueda construir el socialismo o el comunismo, y sobre todo, que lo vamos a hacer desde la dirección del “Estado heredado”, colonial, capitalista y burocrático hasta sus tuétanos. Está demostrado por la práctica que desde el punto de vista económico es imposible “salirnos” o esquivar el control absoluto de la GBFG, dadas las interrelaciones e imbricaciones que ha logrado construir el capital a lo largo de siglos dentro del proceso productivo y el mercado, y, además, en lo político, la GBFG rápidamente puede aislarnos del mercado mundial y someternos por medio de sanciones y otros medios económicos, financieros, políticos, militares y diplomáticos, imponiendo terribles y criminales bloqueos como los que actualmente aplica a Cuba, Venezuela o a Irán. 

8.  Por otro lado, en la actualidad, fruto del desarrollo de las fuerzas productivas (incluyendo la principal que es el trabajo) están surgiendo –por necesidad y por innovaciones tecnológicas y comunicacionales– nuevas relaciones de producción de tipo colaborativo (no tanto por decisiones de tipo ideológico), y han empezado a surgir nuevas clases de vínculos entre los pequeños y medianos productores que recurren a formas asociativas de cooperación y colaboración para enfrentar el control y dominio de la GBFG. Ya existen sectores de la producción y del consumo en donde esas economías colaborativas y solidarias son más eficientes y competitivas (en lo económico, social y ambiental) y beneficiosas para la sociedad que las relaciones sociales de producción capitalista. Esas nuevas relaciones sociales están debilitando las estructuras monopólicas del capitalismo financiero actual, y si tuvieran el apoyo de los Estados y gobiernos, ese proceso se podría acelerar (sin que ello signifique “estatizarlos”).[16]

9. Estas nuevas relaciones de producción colaborativas y asociativas pueden ir constituyendo formas de poder paralelo al Estado oficial, para auto-regular no solo sus economías sino para impulsar formas de auto-gobierno y auto-control en otras áreas de la vida (donde sea posible), sin caer en legalismos ni delegar su poder en el Estado. De hecho, en el tema ambiental y en áreas de producción de energías limpias y de comercios solidarios, se viene avanzando en muchas partes del planeta, no solo logrando resultados visibles sino también obligando al Estado a legislar en contra de los grandes monopolios.    

10. En ese sentido, un Estado o gobierno controlado o presionado “desde abajo” por la fuerza organizada de los trabajadores y de los sectores subordinados, puede ser un dique de contención y una ayuda en la construcción de esas nuevas relaciones de producción de tipo colaborativo. Para hacerlo no se requiere expropiar a los capitalistas sino que se puede jugar en el terreno del capitalismo, “rodear la fortaleza” como lo planteó Lenin al final de su vida, sin creer que “desde arriba” y por decreto se van a resolver sus problemas.

11. Además, actuando fundamentalmente “desde abajo” pero sin desechar la colaboración “desde arriba”, podemos colocarnos nuevas metas en el terreno social y cultural, construyendo, como se viene haciendo por parte de los “zapatistas mexicanos”, los pueblos Mapuches o los Kurdos de Rojava, nuevas concepciones de la vida, del Estado, de los gobiernos-otros, de la relación entre los seres humanos y de éstos con la naturaleza, para enfrentar los valores existenciales y morales que están en la base “espiritual” del capitalismo, como es el enriquecimiento individual, el consumismo compulsivo y obsesivo, y la creencia en un crecimiento infinito o “progreso ilimitado”, que son los fundamentos de la civilización humana basada en la propiedad privada, en el poder patriarcal y la dominación “del más fuerte”, que están llevando a destruir el sustento material de vida humana en la tierra.

12. En la actualidad los “sujetos sociales” que tienen las condiciones materiales y, que por tanto, están más interesados en implementar una estrategia de este tipo, no son los obreros o trabajadores asalariados, que están dispersos y a la defensiva, rogando por tener un trabajo fijo o por no perderlo. Los sujetos sociales que pueden asumir una estrategia de esta clase, de copamiento permanente de espacios, de desgaste paulatino y de socavamiento de las estructuras del gran capital, son los pequeños y medianos productores del campo y de la ciudad. Ellos, pueden jalonar y entusiasmar a amplios sectores de los trabajadores y de los sectores que han sido excluidos de todo, no tanto para “gestionar” el Estado sino para presionar, neutralizar y debilitar a las fuerzas del capital dentro de su propio espacio y, paralelamente, construir en nuestros propios espacios y territorios esas “economías colaborativas basadas en la asociación y la cooperación”. La razón empírica de esta afirmación es que si esos pequeños y medianos productores han logrado subsistir aún actuando por separado, con una estrategia de este tipo pueden convertirse en “sujetos reales, concretos, colectivos y comunitarios” de una sociedad post-capitalista en formación y desarrollo[17].

11. Todo lo anterior implica revisar (sin desechar a priori) las estrategias nacionalistas, indigenistas u otras, y diseñar nuevas visiones y prácticas políticas y organizativas de carácter internacional (global), recuperando y reviviendo las antiguas tradiciones internacionalistas de los proletarios del siglo XIX y XX, tanto anarquistas como “marxistas” y “humanistas”, llevándolas a un nuevo nivel, sin negar que los pueblos requieren espacios de reconocimiento nacional o étnico, pero subordinando dichas necesidades a la lucha por derrotar al poder global capitalista que nos divide y domina, y es una amenaza para la supervivencia de la misma especie.      

Habría otros puntos por precisar, en relación a que, es imposible realizar una planificación absoluta y total de la producción y el consumo, y que el mercado y la competencia son necesarias para incentivar la creatividad y la innovación[18], y que lo que ocurre actualmente en realidad, es que el mercado global y “nacional” está siendo regulado por los grandes monopolios capitalistas, y dichas reglas y controles impuestos por el gran capital son el principal obstáculo para que el avance y desarrollo integral de las fuerzas productivas (no el crecimiento económico ilimitado) se convierta en la base del bienestar de la población humana en general y del cuidado de nuestro entorno natural.

Seguramente muchos de estos puntos deberán precisarse, corregirse y adaptarse a cada situación particular y concreta y, así evitar, que nos deslicemos por el fácil y tentador camino del doctrinarismo insulso y del academicismo idealista. Pienso que la propuesta filosófica para acompañar las luchas populares del siglo XXI debe saber combinar una especie de escepticismo empírico con un materialismo no-dualista que parta de construir ideas y teorías apoyándose en las experiencias y prácticas concretas de lucha y de trabajo nuestros pueblos y en los análisis y estudios de pensadores y estudiosos comprometidos con “los de abajo”. La vida así lo está pidiendo y exigiendo.

E-mail: ferdorado@gmail.com / Blog: https://cutt.ly/xelwWu2         



[1] Martínez, L. A. (_2019). “La riqueza mundial se concentra en 26 personas y la pobreza crece, alerta la Oxfam”. Foro Económico Mundial. Artículo publicado en El Economista el 23 de enero de 2019. Ver: https://cutt.ly/Eek6hrd

[2] OMAL (2019). “¿Qué poder tienen las empresas transnacionales en la actualidad?”. Observatorio de multinacionales en América Latina. Ver: http://omal.info/spip.php?article5837

[3] Haskell, J. y Westlake, S. (2018).  “Capitalismo sin capital, el auge de la economía intangible”. Imperial College de Londres, Facultad de Economía.

[4] Negri, T. y Hardt, M. (2009). “El Imperio”; Varoufakis, Y. (2015). “El minotauro global”.   

[5] Moncayo, H. L. (2010). Trabajo y capital en el siglo XXI. ILSA. CLACSO. “Financiarización y crisis de la globalización neoliberal”, Daniel Libreros. Bogotá, Colombia.

[6] Harvey, D. Diversos libros como “El Nuevo Imperialismo” y otros.

[7] Altaver, E. (2019). “El control del futuro. Edward Snowden y la nueva era”. Nueva Sociedad. https://cutt.ly/UelwqB1

[8] Zizek, S. (2011). “El matrimonio entre capitalismo y democracia se está acabando”. Artículo de Markus Hurst en Yorokubo. https://cutt.ly/FelwrI7

[9] Dorado, F. (2016). “Nuevos sujetos sociales de cara al siglo XXI”. En ALAI: https://cutt.ly/Dek6Zcx

[10] Muñoz y Viaña (2012). “¿Cómo se posicionan los pequeños productores en América Latina respecto a los mercados?” IIED/Hivos/Mainumby, London/The Hague/La Paz.

[11] Standing, G. (2023). “El precariado, una nueva clase social”. Pasado y Presente. Barcelona.

[12] Foro Económico Mundial (2016). Informe del Global Financial Integrity (GFI).

[13] Negri, T. y Hardt, M. (2000) “El cognitariado”.

[14] Lenin se cansó de insistir en que el Estado del que se habían apoderado los bolcheviques “no era el Estado nuestro”, y alertó en muchos de sus escritos en no perder de vista ese asunto. (Nota del Autor).

[15] Sobre este tema se pueden revisar múltiples textos y artículos de diversos autores, algunos de ellos protagonistas de los llamados “procesos de cambio”. Recomiendo los textos de Rafael Bautista y Pablo Solom. También, algunos artículos de Raúl Zibechi. (Nota del Autor).  

[16] Rifkin, J. (2014). “Sociedad de coste marginal cero”. https://www.popularlibros.com/archivos/9788449330513.pdf

[17] Dorado, F. (2017). “El Cauca en su momento de cambio. Sociedad abigarrada, pueblos rebeldes, futuros posibles”. https://cutt.ly/nelqUBl. En el departamento del Cauca (Colombia), más de 90.000 pequeños y medianos productores de café, caña panelera, yuca para almidón, frutales, trucha, papa, pequeña ganadería, cacao, y otros productos, tanto indígenas, negros como mestizos, resisten las presiones del gran capital, no han podido ser despojados de sus tierras, y algunos, en forma organizada y asociada, exportan café y otros productos a través de sus propias organizaciones (Cosurca, Nuevo Futuro, Cencoic, Fanal, etc.), y aspiran a apropiarse de toda la cadena productiva incluyendo la comercialización internacional del producto terminado, retando en su terreno a las grandes empresas transnacionales. (Nota del Autor).

[18] Mason, P. (2016). El postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro. Paidós, Barcelona. https://www.planetadelibros.com/libros_contenido_extra/32/31609_Postcapitalismo.pdf


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