PL •  Opinión •  29/10/2019

Quebec, ¿una piedra en el zapato para Trudeau?

Quebec, ¿una piedra en el zapato para Trudeau?

La secesión de la provincia canadiense de Quebec está fuera de la mesa de negociaciones por el momento, aunque es un tercio de la población quiere la independencia mientras las tensiones con el Gobierno se redoblan, asegura hoy la prensa.

El día de las elecciones de Canadá, hace una semana, el líder del Bloque Quebequés, Yves-François Blanchet, se subió al escenario exultante y afirmó: ‘Creo que estamos vivos’.

Tras ochos años de crisis, las noticias sobre la muerte del partido nacionalista se antojaron algo exageradas.

Gran ganador de la noche, el Bloque triplicó su número de escaños, de los 10 a los 32, tras una campaña en la que el sentimiento independentista quedó aparcado.

‘Los votantes del Bloque saben que creemos que un día ¿cuanto antes mejor, pero a su debido tiempo? Quebec debería elegir dotarse de los atributos de la soberanía’, señaló, si bien, admitía también: ‘El alcance de nuestro mandato tiene límites’.

Quebec ya celebró dos referendos de independencia, uno en 1980 y otro en 1995, y en ambos casos ganó el no, pero la última consulta se saldó con una diferencia de apenas unas décimas, poco más de 50.000 votos (el sí obtuvo un 49,4 por ciento).

Aun así, el apoyo a la soberanía fue menguando con el paso de los años y ahora solo un 35 por ciento de la población quebequesa se declara a favor, según los sondeos más recientes.

Blanchet, exresponsable de Medio Ambiente del Gobierno regional, decidió no agitar esa bandera desde que asumió el liderazgo del partido el pasado enero y apostó por aumentar la autonomía de la región en materia de inmigración, idioma o impuestos.

El Gobierno quebequés defendió durante meses la introducción de una ley para obligar a los comercios, restaurantes u otro tipo de locales a saludar a los clientes exclusivamente en francés, es decir, desterrar una fórmula muy característica de la ciudad de Montreal, en la que es habitual que le reciban a uno con un bonjour-hi, que mezcla francés e inglés.

Esta expresión, bonjour-hi, seña de identidad de esta diversísima ciudad, es motivo de orgullo para unos, pero un fastidio para otros; el Ejecutivo quebequés acabó descartando una propuesta para vetar la expresión tras la ola de críticas.

Para el politólogo Darrell Bricker, presidente de la empresa de sondeos Ipsos, el ‘aumento del nativismo’ en la provincia de Quebec, como reacción a buena parte de las olas migratorias de los últimos años, cambia el mapa de la situación para el nacionalismo.

En Quebec, el único grupo de población que aumenta su peso son los llamados alófonos (es decir, que no tienen como lengua materna ni el inglés ni el francés), según datos del Censo.

Mientras, otro movimiento independentista se abre paso en Canadá, pero desde el otro extremo del país, la rica provincia petrolera de Alberta.

Varios sondeos apuntan a esta tendencia: uno, a primeros de año, señalaba que el 50 por ciento veía posible la secesión; el pasado julio, según otro estudio, el 25 por ciento votaría a favor de ella.

Wexit Alberta, una plataforma que lo promueve, arguye este auge del soberanismo a las consecuencias económicas de la caída del precio del crudo y a las trabas del Gobierno federal a la industria.

Es otro de los frentes que tendrá el primer ministro Justin Trudeau en su nuevo mandato: la identidad del petróleo.

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