Narciso Isa Conde •  Opinión •  07/12/2019

Arde el continente: EE.UU. agede y los pueblos indignados responden

“Los procesos de cambio carentes de poder militar  y radicalidad transformadora generalmente, al paso de los años, son temporalmente abatidos por el feroz contra-ataque imperialista, inspirado por su rechazo a todo cambio político fuera de de su control

El actual cuadro político y social que presenta el mosaico latino-caribeño y su dinámica cambiante muestra una riqueza  digna de ser analizada y valorada para sacar conclusiones que posibiliten su ascenso emancipador. Así podemos agrupar:

·         Países donde EEUU y las derechas neoliberales y pro-imperialistas no han podido ser desplazadas del poder estatal-gubernamental: Chile, Perú, Panamá, Haití Costa Rica y Guatemala, Puerto Rico, Colombia y República dominicana.

En este grupo se destacan ahora los estallidos populares en Chile y Haití,  el fracaso de la paz traicionada en Colombia provocando la recuperación de la FARC insurgente y dos huelgas generales sucesivas acompañadas de inmensas movilizaciones populares en una semana, que si bien no han logrado producir el cambio político en cada uno de esos países, han puesto en jaque los viejos regímenes ultraderechistas, demandando el fin de sus respectivos gobiernos corruptos, del neoliberalismo, la institucionalidad y el orden constitucional decadente.

 Mientras que en Puerto Rico la indignación se centró más en el tema corrupción y en la República Dominicana se deteriora cada vez más el dominio de la partidocracia.

·         Países donde  se han logrado y mantenido,  mediante cambios políticos y sociales de diversas profundidades y magnitudes, determinados grados de soberanía y políticas económicas no propiamente neoliberales: Venezuela y México.

El primero, sometido a altos niveles de agresión imperialista, resistiendo heroicamente; y, el segundo, bajo una amenaza similar sin registrarse todavía la intensificación y el despliegue de la agresión al asecho de oportunidades.

·         Países donde después de avanzar en la reconquista de independencias y reformas políticas, económicas y sociales no afines al modelo neoliberal, se han producido significativos retrocesos a favor de las derechas y extremas derechas tradicionales enfrentadas a fuertes respuestas populares, situaciones próximas a la ingobernabilidad y protestas recurrentes de variadas intensidades: Paraguay, Honduras, Brasil, Ecuador, Bolivia y Argentina, todavía sin desenlace a favor de la fuerzas reformadoras y soberanas, o sin volver al llamado progresismo, salvo el caso argentino.

·         Países de recientes retrocesos vía golpes electorales a favor de viejas y nuevas derechas: El Salvador y Uruguay, donde está por verse el impacto, los grados de regresión y las reacciones populares correspondientes.

Y, finalmente, el caso cubano, que como conquista revolucionaria de orientación socialista, lograda en el siglo XX, ha perdurado a base de una firmeza convertida en hazaña política a lo largo de lo que va del siglo XXI; pendiente todavía  definiciones fundamentales que puedan evitar cualquiera de las variantes de restauración capitalista que generalmente asoman cuando es preciso superar el estatismo y la burocratización que éste conlleva.

·        Algunos detalles más.

 EEUU no ha podido revertir  el proceso bolivariano en Venezuela.

Una combinación de poder popular movilizado y poder militar disuasivo en  permanente alerta -integrado por milicias populares, fuerzas regulares chavistas altamente tecnificadas y poder militar de potencias aliadas- se lo ha impedido. No quiere esto decir que la confrontación con EEUU y aliados haya terminado, pero sí que hay más capacidades para enfrentarla.

Cuba, a su vez, es un hueso todavía más duro de roer y más  difícil de vencer por su fortaleza a nivel popular y militar.

 En argentina el “macrismo” fue derrotado por  un contragolpe de masas y de votos, evidenciando que las formulas mafiosas,  ultra-neoliberales y pro-imperialistas son ya muy difíciles de estabilizar y consolidar; porque casi siempre generan crisis de gobernabilidad en el corto y mediano plazo, dada la conciencia colectiva acumulada.

Algo similar podría pasarle a la formula Bolsonaro en Brasil, ya en franca fase de decadencia.

 En Puerto Rico el pueblo borinqueño aprendió a tumbar uno de sus gobernadores de colonia desde las calles y eso es muy promisorio para su lucha anti-colonial que incluye en fase incipiente la demanda de Constituyente.

En Haití se agotó el régimen de intervención de esencia y composición mafiosa, sometido a recurrentes y violentas movilizaciones y paralizaciones multitudinarias que reclaman la destitución del gobierno, la descolonización y el proceso constituyente.

Otro tanto acontece con el régimen ultra-neoliberal y narco-mafioso que en Honduras reemplazó a Zelaya, embestido periódicamente por una rebeldía popular cada vez más radicalizada y cada vez más insurgente.

El caso chileno se tornado emblemático en tanto representa el fracaso total del neoliberalismo impuesto tempranamente a sangre y fuego como “modelo” para el Continente y a la vez la determinación de ese pueblo de arrancar de raíz el pinochetismo, demandando la destitución de Piñera y una nueva Constitución vía Constituyente Soberana. El cambio radical cuenta con un respaldo inmenso y ha sido temporalmente contenido con una represión brutal en medio de una confrontación generalizada.

En Bolivia, si bien lograron materializar el golpe y obligar a renunciar al gobierno de Evo Morales, a continuación se ha desatado una potente rebelión indígena y popular que podría hasta hacer ingobernable el producto neofascista del golpe, apuntando  -aun no sea a cortísimo plazo- hacia una reversión de sus perversos resultados.

 En Uruguay, alcanzando una precaria mayoría derechista,  las derechas tradicionales lograron recientemente derrotar al Frente Amplio, que evidenció también los límites del progresismo reformista para consolidar  y profundizar los cambios necesarios y para debilitar en alto grado a sus adversarios. La re-entronización del régimen oligárquico augura, como ha sucedido en otros países, sobre todo en caso de que opte por medidas neo-liberales y reversiones de conquistas importantes, intensas tensiones sociales y políticas.

 En El Salvador  la derrota electoral del FMLN a consecuencia de su inclinación a limitarse a administrar el orden neoliberal con menos dureza y algunas reformas parciales, y del impacto de la corrupción, ha dado lugar a la consiguiente entronización de una formula auspiciada por la administración TRUMP.

 Tales resultados deben también motivar una reflexión profunda sobre las consecuencias de derechización política del FMLN y las grandes insuficiencias del llamado progresismo para superar el orden neoliberal y el reinado de la gran burguesía dependiente; así como  alertar sobre el impacto degradante del nuevo gobierno y la perspectiva de agudización de la crisis en ese país hermano.

  EN RESUMEN:

El neoliberalismo y los sistemas de corrupción e impunidad que ha generado están en franca decadencia junto a sus formulas neofascista tipo Trump.

Los procesos de cambio carentes de poder militar  y radicalidad transformadora generalmente, al paso de los años, son temporalmente abatidos por el feroz contra-ataque imperialista, inspirado por su rechazo a todo cambio político fuera de de su control.

En su decadencia el imperialismo estadounidense  aplica toda su capacidad agresiva para detener y revocar todo proceso que se separe de su plan continental de recolonización neoliberal, enfrentando  reformas de diferentes gradaciones como si tratara de revoluciones anticapitalistas.

Pero aun así no logra estabilizar las regresiones en tanto los pueblos se resisten a ser oprimidos de esa manera.

 Así las cosas, el presente continental evidencia  de esa manera tanto  las inconsistencias y altibajos del llamado ciclo progresista, sus vulnerabilidades e inconsecuencias vulnerables   a las nuevas imposiciones ultraderechistas y re-colonizadoras, como la creciente tendencia a la ingobernabilidad de los resultados políticos de esos  nuevos golpes regresivos y   mecanismos de restauración y endurecimiento del dominio  a cargo del gran capital (nativo y transnacional) y de los Estados imperialistas.

Así mismo revela los retrasos en la conformación de alternativas y fuerzas revolucionarias integrales, con poder político y militar, con vocación internacionalista, capaces de garantizar la politización de las protestas callejeras, la ruptura revolucionaria radical con el viejo orden, la profundización y consolidación de las transformaciones  en ruta hacia el nuevo socialismo continental y el cierre de las rutas de retrocesos.

Esto determina que sigan predominando los enfrentamiento entre reformas y contrarreformas  en lugar del choque revolución vs contrarrevolución, aunque registrándose en esta fase mayores posibilidades  para el avance de CAMBIO RADICAL PRO-CONSTITUYENTE y procesos transformadores de mayor profundidad, tal y como se evidencia en la resistencias y ofensivas anti-derechistas y antiimperialistas de amplios sectores populares en Bolivia, Chile, Haití, Venezuela y Honduras.


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