Tecnología y totalitarismo en el Museo San Telmo de Donostia hasta el 11 de mayo
- La exposición Bosques de Memoria reflexiona sobre las tecnologías de dominación de los regímenes totalitarios a través del arte.
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La exposición Bosques de memoria, comisariada por Mabel Tapia y Mira Bernabeu, aborda las formas de tecnologías de dominación y control social en contextos totalitarios a través de obras artísticas multidisciplinares. Se podrá visitar en el Museo San Telmo del 22 de febrero al 11 de mayo de 2025.
La muestra examina cómo el arte, a través de sus herramientas, asume roles como testigo y constatador de traumas y cuestionamientos, visibilizando y compartiendo experiencias para subsanar. Se explora cómo el arte reflexiona sobre las tecnologías de control social y las transformaciones de una sociedad bajo un régimen totalitario, mostrando las huellas materiales e inmateriales que deja. Aunque se centra especialmente en el franquismo, también aborda, de manera general, las prácticas de otros regímenes totalitarios, presentando una variedad de trabajos artísticos que tratan estos temas desde diferentes enfoques.
En la exposición se presentan obras de 21 artistas contemporáneos/as, con importante representación del arte vasco, y piezas pertenecientes a tres archivos: Archivo de los Benedictinos de Lazkao, Archivo C.A.D.A. de Chile y Archivo Tucumán Arde de Argentina.
Las obras han sido prestadas por los propios artistas -algunas de ellas han sido específicamente producidas por San Telmo Museoa para esta muestra-, excepto una que pertenece a la colección propia, así como los materiales del archivo de Lazkao.
Las piezas han sido realizadas a partir de experiencias concretas y situadas en el franquismo, como experiencia histórica local. Sin embargo, se proponen también algunos trabajos de otros contextos dictatoriales que parecen dar cuenta de una matriz metodológica común. Al mismo tiempo, se presentan materiales documentales en un diálogo estético y político con las obras. Si el eje central de la exposición está basado en las formas de control del poder totalitario, como contrapunto se suman obras que evidencian o se posicionan como formas de resistencia.
También se han incluido algunos fotolibros de la colección de Gabriela Cendoya que custodia el museo. En palabras de sus comisarias, Mabel Tapia y Mira Bernabeu: “Todo régimen totalitario se construye y sostiene poniendo en práctica tecnologías de dominación y control social. Estas tecnologías van a operar en al menos tres estratos o dimensiones que construyen y moldean un orden social donde el poder se perpetúa”.
Los estratos de dominación
Un primer estrato tiene que ver con una doble forma de control. La producción, por un lado, de perversas y coercitivas formas de complicidad-empatía con el sistema y la generalización de formas de represión, castigo y muerte, por otro. Para que el régimen totalitario se consolide y opere en el seno de una sociedad, debe establecer una poliédrica y precisa ingeniería de captación, silenciamiento, disciplinamiento, destrucción y muerte. Así, mientras extermina o «eeduca» cualquier disidencia, el poder totalitario se afirma y extiende promoviendo el individualismo, embistiendo contra la esfera social, como contra todo espacio común o colectivo, debilitando paulatinamente o eliminando directamente el tejido socio-político y comunitario.
Al mismo tiempo, como segundo estrato, es evidente cómo el poder totalitario se ampara de las propias estructuras del Estado ejerciendo un control unívoco y absoluto de las mismas. Las instituciones como juzgados, cárceles, presidios pero también escuelas, iglesias, asilos, hospitales psiquiátricos se vuelven instrumentos de ese poder. A los que van a sumarse, otras estructuras como campos de trabajo forzado o esclavo, campos de concentración y exterminio, paredones y fosas comunes, cuarteles policiales y militares, que constituyen espacios de represión contra la diferencia política, religiosa, racial o sexual.
Un tercer estrato se manifiesta en el despliegue y la movilización de formas simbólicas tanto en la producción de monumentos, el vaciamiento de políticas culturales como en la producción de todo tipo de significantes que apuntan a generar una suerte de consenso -o al menos un silencioso pacto- de validación o tolerancia social del régimen pero también de celebración del mismo.
Estos estratos se conjugan y operan simultáneamente. Sus consecuencias y alcances perviven más allá del propio tiempo de ejercicio de ese poder. Es decir, sus trazos, sus huellas materiales e inmateriales siguen presentes en las generaciones que suceden.
La exposición indaga en cómo la práctica artística, desde sus herramientas específicas, se ampara, visibiliza, asume tantas veces el rol de testigo, tantas el rol de constatar, de dar cuenta, de reinstalar en la esfera pública cuestionamientos y traumas como modos de compartir y de subsanar.
En fin, nos preguntamos ¿cómo, desde el arte, se aporta una reflexión sobre las diferentes dimensiones de las tecnologías de control social?¿cómo se transforma una sociedad bajo un régimen totalitario? ¿Cuáles son las huellas que imprime en toda sociedad? ¿Cómo las asumimos? ¿Cuántas historias se cubren y descubren con ellas? ¿Qué relatos nos dejan? ¿Qué relatos disputamos? ¿Cómo la práctica artística se ampara y da cuenta de ello?
Estas preguntas conforman los sustratos de esta exposición, centrada particularmente en el franquismo -aunque no exclusivamente. Presenta un conjunto de trabajos artísticos que, de formas muy diversas, abordan, en sentido amplio, los modos de operar de regímenes totalitarios”.