Redacción •  Actualidad •  31/08/2024

La sobreexplotación del acuífero costero de Doñana ha provocado la desecación de las lagunas peridunares

  • Ecologistas en Acción no duda del impacto de las extracciones de agua del acuífero costero para el abastecimiento de Matalascañas, hecho que intenta minimizar la empresa Aqualia, subcontrata del ayuntamiento de Almonte para la gestión del agua.
La sobreexplotación del acuífero costero de Doñana ha provocado la desecación de las lagunas peridunares

La sucesión de las extracciones en el acuífero litoral ha traído consigo la desecación de las lagunas peridunares y con ello la desaparición del torillo andaluz, que se ha extinguido en Doñana y por tanto en toda Andalucía. Esta desaparición bien podría calificarse de ecocidio; desaparece una especie por la alteración, en este caso desecación, de las lagunas peridunares y el cordón de lagunas de Rebatehilos en las que el torillo andaluz encontraba su hábitat natural.

Este complejo lagunar se ha llegado a desecar por la plantación masiva de eucaliptos y pinares de repoblación y por la sobreexplotación agrícola en su límite oeste, unida a las captaciones para abastecimiento urbano de Matalascañas por el este. Se extrae agua para una población que puede llegar a los 150.000 habitantes en verano.

El proceso de desecación ha sido el siguiente: Primero, en los años 80 se seca la laguna del Brezo coincidiendo con la consolidación de Matalascañas como núcleo turístico. Una década más tarde, en los años 90 se secan las lagunas del Charco del Toro y la del Pino que se relacionan con la ampliación de la zona conocida como Caño Guerrero.

En la década 2010 a 2020 se desecan las lagunas del Navazo del Toro, El Ojillo, La Parada, del Taraje y El Zahillo, ya con una Matalascañas que ocupa más de 5 kms de costa, rozando el límite del Parque Nacional en el hotel El Coto.

La dinámica continúa en la actualidad y, a partir del 2022, se vienen secando en verano las lagunas de La Dulce, de Santa Olalla, de Las Pajas, del Sapillo y Los Hermanillos.

Todas estas lagunas peridunares venían jugando un papel esencial en la conservación de la biodiversidad del Espacio Natural, manteniéndose como puntos de aguas permanentes durante el verano, reservando la biodiversidad acuática y siendo refugio para la fauna a la que aliviaba con la presencia de agua durante el duro estío del Parque Nacional.

Es evidente que no sólo por Matalascañas mueren las lagunas; el mayor impacto deriva de la sobreexplotación del acuífero por la agricultura, pero la extracción de agua en pozos muy cercanos a las lagunas para el abastecimiento de Matalascañas, justo en verano, cuando el acuífero está más bajo, da como resultado esa lista negra de lagunas desecadas.

Argumentar como hace ACUALIA, subcontrata del ayuntamiento de Almonte para la gestión del ciclo integral del agua en Matalascañas, que las extracciones de agua tienen autorización de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, y trasladar la responsabilidad, no puede negar la evidencia de los efectos de dichas extracciones.

Si se quiere revertir esta situación, antes de que la intrusión salina la haga irreversible, al programa de abandono de regadíos hay que sumarle el necesario abastecimiento de Matalascañas con aguas superficiales, y que se abandonen las extracciones subterráneas cuyo efecto puntual es letal para uno de los ecosistemas más amenazados de Doñana, el cordón de lagunas peridunares.

De no hacerse, se estará tirando dinero público y la sucesión de especies extintas seguirá creciendo de forma inexorable.


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