Liz Conde Sánchez / Granma •  Internacional •  30/12/2021

De cómo los científicos y el personal de la Salud han salvado a Cuba de la COVID-19

Más del 85 % de la población cubana tiene esquema completo de vacunación contra la COVID-19, que la coloca como el segundo país más inmunizado del mundo y el primero de América Latina y el Caribe.

De cómo los científicos y el personal de la Salud han salvado a Cuba de la COVID-19

A punto de concluir el año 2021, Cuba se posiciona en la limitada lista de países que mantienen la tendencia al control de la pandemia de la COVID-19, en medio de un mundo, donde esta enfermedad parece no acabar nunca; solo con la peculiaridad de que este pequeño archipiélago, a diferencia de otras naciones, lo ha logrado en las condiciones más adversas que se pueda imaginar.

Después de meses de tensión y cifras sin precedentes relacionadas con la propagación del SARS-COV-2, hoy la Mayor de las Antillas exhibe indicadores bajos y favorables y un alto nivel de vacunación (más del 85 % de la población con esquema completo), que la coloca como el segundo país más inmunizado del mundo y el primero de América Latina y el Caribe.

Extraordinario lo que ha hecho Cuba, no solo por ser una nación subdesarrollada, sino también porque esa dura batalla contra la pandemia la ha enfrentado en condiciones sumamente complejas y difíciles, acentuadas por el recrudecimiento sin precedentes del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de ee. uu., unido a la crisis global generada por los efectos de la COVID-19.

No obstante, y como bien definió el ministro de Salud Pública, doctor José Angel Portal Miranda, al intervenir en el Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, que tuvo lugar en octubre pasado, Cuba «ha dado una respuesta loable ante la COVID-19, lo han hecho nuestros científicos, nuestros profesionales de la Salud, nuestros estudiantes…, lo ha hecho todo nuestro pueblo».

Mientras que en 2020 se mantuvo un control general sobre la incidencia de la pandemia, desde inicios de 2021 –con la reapertura de las fronteras aéreas y el incumplimiento de los protocolos establecidos, que posibilitaron la entrada al país de nuevas y más contagiosas variantes del SARS-COV-2– el contexto epidemiológico se complejizó, caracterizándose por un incremento exponencial de casos positivos, de graves, críticos y fallecidos.

La expansión de la variante Delta desde mediados de año elevó aún más la incidencia de la enfermedad en el territorio nacional, con cifras sin precedentes, alcanzándose el 23 de agosto (el peor mes de la pandemia en Cuba) los 9 900 casos confirmados, con más de 50 000 enfermos activos con el virus, ingresados tanto en hogares como en instituciones hospitalarias.

De los más de 8 000 fallecimientos reportados, a causa de la COVID-19 en el país, unos 6 000 se produjeron entre julio, agosto y septiembre, meses, en los cuales, además, el sistema sanitario se desbordó con las capacidades hospitalarias, la escasez de insumos médicos y la baja cobertura de oxígeno medicinal para la atención a los pacientes, debido a una avería que sufrió la principal planta productora nacional de ese sensible producto.

El esfuerzo del personal de la Salud, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), de la propia población, de los científicos, bajo la guía del Partido y del Gobierno, que trazaron una estrategia y puso a disposición los recursos para enfrentar la tensa situación, hizo posible que la nación superara paulatinamente el momento crítico que vivió con la mortal dolencia.

A partir del 20 de septiembre –fecha en que 40 900 personas se encontraban ingresadas con el virus– comenzó el descenso de los casos activos, y ya en la semana 50 (hasta el 18 de diciembre) solo 300 permanecían activos, y los casos diarios por debajo de los cien.

LA CIENCIA SALVÓ A CUBA

Innegable la claridad y la visión que tuvo el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz cuando emprendió, en medio del llamado periodo especial, el proyecto científico biotecnológico que ahora ha salvado al pueblo cubano de los estragos de la pandemia.

El papel de la ciencia, unido a la estrategia de combate contra la COVID-19, de la cual el Plan para la prevención y control del coronavirus, aprobado por el Consejo de Ministros en enero de 2020, propició anticipar los riesgos y actuar sin improvisación al adoptar decisiones.

La voluntad política del Partido y del Gobierno de colocar en primer lugar la salud de las personas, permitió implementar un modelo de gestión integral basado en procesos continuos de capacitación a profesionales y a estudiantes de la Salud y a otros sectores, y en la organización de los servicios sanitarios y de la ciencia, con esta última como premisa imprescindible dentro de la estrategia de enfrentamiento al SARS-COV-2.

En menos de un año, los científicos cubanos lograron lo que solo ha alcanzado un reducido grupo de países en el mundo, al materializar cinco candidatos vacunales específicos contra el mortal virus: Soberana 01, Soberana 02 y Soberana Plus, del Instituto Finlay de Vacunas; y Abdala y Mambisa, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. Tres de ellos (Soberana 02, Soberana Plus y Abdala) ya son vacunas con Autorizo de Uso de Emergencia otorgado por el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed), a partir de las evidencias de su eficacia mostrada en los estudios clínicos.

A partir de desarrollar –con todo el rigor que conlleva– las fases correspondientes de ensayos clínicos con los candidatos vacunales, se diseñó una estrategia de vacunación con un fuerte respaldo científico y con carácter universal, inclusivo y escalonado, que incluyó estudios de intervención, intervención sanitaria en grupos y territorios de riesgo y, finalmente, la vacunación masiva, que inició cuando el país atravesaba un contexto epidemiológico complejo y en pocas semanas posibilitó, de conjunto con otras medidas, controlar la propagación.

Al cierre del 27 de diciembre se habían administrado en el país 30 090 996 de dosis con las vacunas cubanas Soberana 02, Soberana Plus y Abdala, en tanto que la industria biofarmacéutica tenía garantizadas las dosis necesarias para la inmunización de toda la población del país.

Asimismo, hasta la propia fecha unas 9 626 071 personas (86,1 % de la población total) tenían esquema completo de vacunación, mientras que 10 416 579 contaban con al menos una dosis.

Cuba fue, además, el primer país en realizar una campaña de inmunización masiva anti-COVID-19 en edades pediátricas de dos a 18 años de edad, a partir de los resultados de seguridad e inmunogenicidad mostrados en los ensayos clínicos.

Como parte de las investigaciones realizadas para garantizar el mantenimiento en el tiempo de los anticuerpos contra el virus, se determinó comenzar a administrar, desde noviembre, dosis de refuerzo anti-COVID-19, proceso que acumula un total de 1 449 108 personas de ellas 98 459 como parte del estudio clínico y 1 350 469 como parte de la vacunación de refuerzo que se está aplicando a la población de territorios seleccionados y grupos de riesgo. En enero se estima que toda la población haya recibido esta dosis.

Ante la presencia de la nueva variante Ómicron, considerada «de preocupación» por la Organización Mundial de la Salud, los científicos cubanos ya trabajan en la sintetización del antígeno para formular vacunas específicas contra ella, ante la posibilidad de que disminuya la capacidad de respuesta de los inmunógenos actuales.


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