Fabio Tonacci •  Opinión •  19/07/2019

Entrevista a Carola Rackete: “Actos de desobediencia civil para afirmar los derechos humanos”

Entrevista a Carola Rackete: “Actos de desobediencia civil para afirmar los derechos humanos”

Su especialidad es la investigación polar, en el Ártico y en la Antártida. Pero ahora el compromiso medioambiental de la alemana Carola Rackete se ha complementado con una lucha social que le ha llevado a asumir misiones benévolas en el Mediterráneo con la ONG alemana Sea-Watch. De este modo, llegó a socorrer a 40 migrantes que después desembarcó a la fuerza en Italia al cabo de dos semanas de navegación. Una jueza italiana anuló el 2 de julio su detención alegando que había actuado para salvar vidas, pero ella sigue siendo objeto de dos procedimientos: por resistencia a la autoridad y por cooperación en la inmigración clandestina.

¿Sabe qué dice Matteo Salvini de usted? Que es una fanfarrona comunista, delincuente y pirata.

No me sorprende, lo he denunciado por esas manifestaciones. Y he presentado una querella contra él por difamación. Los soberanistas se parecen todos: tergiversan los hechos para transformarlos en opiniones. Sus opiniones.

También dice que es usted rica, que es una hija de papá.

Todo mentira. Mi padre es un pensionista que ha trabajado en una empresa que fabricaba chalecos antibalas. Mi madre es miembra de una pequeña ONG afiliada a la iglesia católica que se ocupa de los presos y esto le acarrea insultos de una manera regular. Cuando yo era adolescente, tenía que trabajar para poder ir de vacaciones.

¿Dejaría subir al ministro italiano a bordo del Sea-Watch? Esto podría hacerle cambiar de idea sobre usted.

No es posible.

¿Por qué?

Tenemos una regla estricta: ningún racista a bordo.

¿Qué es lo que ha hecho usted?

Hemos tumbado un muro. Un muro que se ha erigido en el mar mediante el decreto de seguridad. Nos hemos visto obligadas. A veces es necesario recurrir a actos de desobediencia civil para afirmar los derechos humanos y llevar las malas leyes a los tribunales. En Alemania, sabemos muy bien que ha habido periodos lóbregos en que los alemanes respetaban las leyes y las restricciones que no eran buenas: el mero hecho de que sea una ley no quiere decir que sea una ley buena.

La han detenido por ello.

Pero acto seguido la resolución de la jueza de Agrigento ha desmontado las acusaciones, así como el decreto Salvini. No somos traficantes y jamás hemos estado en contacto con traficantes libios, y lo probaremos. Si el ministro (Salvini) quiere hablar de crímenes, entonces tal vez pueda decir que toda la Unión Europea es cómplice de cierto número de delitos.

¿Cuáles?

La financiación de los guardacostas libios, por ejemplo. Y el hecho de devolver a náufragos a un país en guerra que viola los derechos humanos.

Hablemos de estos 17 días. ¿En qué momento comprendió usted que no se trataba de una caso habitual?

Desde que cruzamos los límites de las aguas territoriales, en Lampedusa. Nos hicieron desembarcar a once personas, y después recibí un correo electrónico con el texto del decreto que entró en vigor a las 2 de las madrugada; los agentes de aduana subieron a bordo para hacerme firmar el acta de prohibición de entrada. Todo esto era muy extraño.

Según los fiscales de Agrigento, usted no se hallaba en estado de necesidad, una vez desembarcados los casos médicos graves. Por cierto, la aduana y los guardacostas subieron a menudo a bordo del Sea-Watch 3 para efectuar controles.

Nunca hablaron con los náufragos ni con nuestros médicos. No contaban con psiquiatras que hubieran podido evaluar el estado de ánimo del grupo.

La noche del atraque forzado en Lampedusa, ¿por qué no esperó usted algunas horas más? El acuerdo político sobre el reparto de migrantes entre cinco Estados estaba a punto de producirse.

No eran más que rumores y la cosa ya duraba dos semanas. Incluso los diputados italianos que estaban a bordo me decían que la solución estaba al caer, pero se equivocaban. Al final dejamos de creer en esos rumores. En el puente, valoré la situación, además de los informes médicos, se había cruzado la línea roja: yo no podía asegurar ya la salud de los migrantes.

¿Intervinieron los diputados en esta decisión?

No. Participaron en la reunión en que informé a la tripulación que muy pronto íbamos a atracar. Parecían sorprendidos, no entendían. En todo caso, no intentaron frenarme.

¿Esperaba usted la oposición física de la patrullera?

No, porque se trataba de una maniobra muy arriesgada. Cuando dio la vuelta al Sea-Watch para acercarse al malecón, pensamos que los agentes de aduana se opondrían. Traté de evitarles maniobrando, pero desde el puesto de mando no veía bien la patrullera. Fue un error de apreciación, el impacto podría haberse evitado: esto no habría sucedido si yo no hubiera estado tan fatigada. Llevaba sin dormir varios días, me despertaban cada dos por tres porque constantemente había que tomar alguna decisión a bordo.

Según la jueza de Agrigento, usted obedecía al deber de socorrer a náufragos y de llevarlos a buen puerto. ¿Acaso este deber puede justificarlo todo?

Casi todo. Para efectuar un salvamento, no puedes poner el peligro la seguridad de tu tripulación ni la estabilidad de la navegación.

¿Usted no ha dudado nunca, ni siquiera cuando estuvo detenida?

No, hice bien en entrar en el puerto y en las aguas territoriales. El único error fue la colisión, a causa de la fatiga. De todas maneras y si hubiera que volver a hacerlo, yo actuaría de la misma manera, pues ese era mi deber.

¿Cómo logró usted controlar los nervios de su tripulación?

Tenemos un amuleto llamado It. Es un unicornio de peluche que se columpia a lo largo de una cuerda tendida sobre el puente. Le hemos puesto además una capa de superhéroe, y así tuvimos ocasiones de relajar el ambiente.

¿Y con los migrantes?

Yo estaba demasiado ocupada con las cartas náuticas, las comunicaciones y las maniobras del barco. En cambio, los jóvenes del Sea-Watch los conocían a todos por su nombre y apellidos. Así logramos evitar el pánico.

Y ahora, ¿qué va a hacer?

Espero aquí la vista ante la jueza de Agrigento (fijada para el 9 de julio) y después volveré a Berlín. He de aprender a gestionar todo este tumulto y esta popularidad involuntaria.

¿Es consciente de que se ha convertido en un símbolo?

Sí, me he dado cuenta. He visto mi foto en todas partes, las pintadas, la pancarta en Notre-Dame. Pero no me veo como una heroína. Espero que lo que haya hecho sirva de ejemplo a mi generación: no debemos permanecer sentadas y esperar, no estamos obligadas a aceptarlo todo en silencio y en la indiferencia. Podemos ponernos de pie, podemos hacer algo, utilizar nuestra inteligencia y nuestro coraje. Si hay problemas, hagamos algo concreto por resolverlos.

¿Qué han dicho sus padres?

Estaban inquietos, pero eso es todo. Están acostumbrados a verme hacer cosas fuera de lo común. Mi padre es conservador, tenemos opiniones muy diferentes. Por ejemplo, para él los turcos de segunda generación que nacen en Alemania no son verdaderos alemanes. Pero cuando hablamos de la gente que muere en el mar, están orgullosos de mi decisión.

Una mujer al mando. ¿Nadie rechistó?

Por lo visto, no. Se dijo que yo no podía hacer el mismo trabajo que los hombres, estos me miraban con un aire de superioridad porque soy una chica y llevo rastas. En realidad, no soy una punk ni una extremista: vengo de la clase media alemana, mi universo es el mundo universitario. Tengo amigos en muchas universidades. A bordo del Sea-Watch 3, en cambio, el primer barco en que he sido capitana, no existe el machismo.

Pero ¿quién es realmente Carola Rackete?

Soy una ecologista convencida, atea y ciudadana europea. Desde que cumplí los 23 años me dedico a recorrer mundo. No me siento particularmente alemana, estoy en Alemania apenas un mes al año. Hemos crecido con la idea de la Unión Europea, y demasiado a menudo olvidamos hasta qué punto es importante esta institución. Debería estar todavía más integrada, lo que obligaría a los Estados a aceptar el reparto de los solicitantes de asilo en vez de montar todo este circo ridículo.

Según usted, ¿todos los migrantes, los solicitantes de asilo y los llamados migrantes económicos, pueden venir a Europa?

Incluso si huyen del hambre y de la falta de oportunidades, tienen derecho a un futuro.

05/07/2019

(Entrevista publicada en el diario italiano La Repubblica el 5 de julio de 2019)

Traducción: viento sur https://vientosur.info/spip.php?article14971

 


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