Tirso W. Sáenz •  Opinión •  07/08/2021

Especial: «El Che y el Trotskismo»

El autor de este Especial es el ex viceministro de Industria de Cuba, Tirso Sáenz (nacido en Cuba y con actual residencia en Brasil) acompañó al guerrillero argentino en la función publica.

Especial: «El Che y el Trotskismo»

Introducción

Durante muchas décadas el Ernesto Che Guevara fue acusado de trotskista y todavía, aún hoy algunos insisten en catalogarlo de esa forma. También lo acusaban de maoísta, a pesar de negar insistentemente esas etiquetas ideológicas.

Su pensamiento antidogmático y antiburocrático, así como su marxismo heterodoxo u dinámico lo hicieron recibir diversas críticas de algunos, que muchas veces lo acusaron de tener tendencias trotskistas, aunque el mismo discrepaba de esos criterios.

En este trabajo pretendemos examinar esta cuestión después de haber consultado varios documentos sobre el tema; así como también aprovechar la experiencia del autor quien fue cercano colaborador del Che cuando fungió como Ministro de Industrias (1961-1965) en el gobierno Revolucionario en Cuba.

Los inicios de la formación ideológica del Che

La formación ideológica del Che fue conformándose gradualmente. Sus padres eran anti-peronistas, por lo que Ernesto estaba presente en las discusiones que se efectuaban en su ambiente familiar.  Sin embargo, aunque  no era peronista, consideraba importante dar apoyo a Perón. En la Argentina, aunque con un fuerte y marcado interés de tipo social, no militó en ningún partido político, aunque simpatizaba con el movimiento comunista y tuvo vínculos estrechos con la Federación Juvenil Comunista.

En el recorrido que hiciera junto con su amigo Alberto Granado, por diferentes países de América Latina, fue ganando conciencia de las grandes injusticias sociales y a las terribles condiciones de vida a que estaban sometidos los trabajadores, los indígenas y las masas desposeídas de la región. Esto lo llevó al pensamiento de  que la lucha revolucionaria y libertaria en la América Latina tenía que ser dirigida a librarse de su dependencia  de su peor enemigo: el imperialismo norteamericano. Esto puede apreciarse en cierta forma en el excelente filme “Diario de una motocicleta” del director brasileño Walter Salles.

Según Alberto Granado, la principal referencia de Ernesto Guevara en 1950 era Stalin, debido a los libros que había leído y consideraba que en la Unión Soviética estaba la solución para sus preocupaciones e inquietudes sociales y políticas. Posteriormente, en Guatemala, con su primera  esposa Hilda Gadea, peruana, economista y activa militante, miembro de la Alianza de la Juventud Democrática, organización de masas del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), así como con militantes de izquierda y la lectura de algunos clásicos, fue alcanzando una formación básica marxista. Posiblemente con Hilda tuvo conocimiento de la obra de Mariátegui. No tuvo en aquella época contactos con militantes trotskistas.

El movimiento trotskista en Cuba. Antecedentes.

El pequeño movimiento trotskista que existía en Cuba desde 1920, estuvo vinculado principalmente a las actividades sindicales, adoptando el nombre de Oposición de Izquierda. El surgimiento del trotskismo se inicia en 1932 como una fracción dentro del Partido Comunista opuesto a la política y métodos de Stalin. Se llamó Oposición Comunista de Cuba (OCC). Uno de sus dirigentes más destacados fue Sandalio Junco, figura muy apreciada por su destacada labor como líder sindical. El mantuvo estrechas relaciones con Julio Antonio Mella, destacada figura revolucionaria, uno de los fundadores del Partid Comunista, quien fuera asesinado en México, en 1925, por sicarios cubanos a las órdenes del dictar Gerardo Machado.

La OCC fue muy activa dentro del movimiento sindical y del movimiento estudiantil, lo que le permitió ganar fuerza y prestigio. En 1932, los miembros de la OCC fueron expulsados del Partido Comunista, Tuvieron un importante papel en la lucha contra la dictadura de Machado, cuando está finalmente fue derrotada en 1933, formaron el Partid Bolchevique Leninista.

Días después de la caída de Machado, el sargento Fulgencio Batista encabezó un golpe militar, que tomó el poder, se nombró coronel del ejército y se convirtió en el “hombre fuerte”. Instaló un gobierno provisional al frente del cual designó a Ramón Grau San Martí, en el que Antonio Guiteras, destacado revolucionario antiimperialista, desempeño un papel, dictando leyes que atentaban contra los intereses de grandes empresas norteamericanas en Cuba. Durante el breve período que duró el gobierno de Grau y Guiteras hasta 1934, el partido trotskista le brindó apoyo.

Alcanzó su apogeo inmediatamente después de la huelga general de agosto de 1933 que condujo al derrocamiento de la dictadura de Machado. Para mediados de 1934, el PBL tenía entre 600 y 800 miembros, pero sufrió un rápido proceso de dislocación en los años 1934-35, debido tanto a las políticas represivas implementadas por los sucesivos gobiernos como a su propia heterogeneidad política y a la incapacidad de su liderazgo para promover una línea clara que separara efectivamente a aquellas corrientes que estaban más cerca de bolchevismo de las que favorecían una estrategia sindicalista o antiimperialista democrática más laxa.

Años después, en 1940, el trotskismo reaparece en el escenario político cubano, fundando el Partido Obrero Cubano (POR). Éste mantuvo algunas relaciones con el Partido Revolucionario Cubano-Auténtico, del presidente electo Ramón Grau San Martín y principalmente dentro de este partido, con el con el Movimiento Socialista Revolucionario (MSR) de Rolando Masferrer, el cual, se convirtió posteriormente en un criminal grupo represivo a favor de la tiranía de Batista. Esta fue una etapa de poco análisis o preparación, cayendo rápidamente en la improvisación caótica y en el eventual desaliento. El partido quedó muy debilitado por el asesinato de uno de sus líderes dentro del movimiento sindical y se desintegró.

En 1957, durante la feroz dictadura de Batista, el POR vuelve a aparecer en la escena política participando en la organización de la huelga general declarada por el Movimiento 26 de Julio en Santiago de Cuba.

El PBL tuvo una participación discreta en el apoyo al Movimiento 26 de Julio encabezado por Fidel. Uno de sus dirigentes, Pablo Díaz, fue uno de los expedicionarios en el yate Granma. Aunque fue muy crítico en las propuestas iniciales de acciones armadas rurales y urbanas  tuvo unos pocos miembros luchando en la guerrilla en la Sierra Maestra.

Los diversos trotskismos surgidos internacionalmente configuraron todo un panorama de escisiones y fragmentaciones a nivel internacional que en nada contribuyó a esclarecer su papel en el continente y en la isla. El dogmatismo, de los trotskistas internacionales les hizo perder la visión del contexto político cubano. El “castrismo” – como lo llamaron – fue clasificado como una corriente “pequeñoburguesa no estalinista” por algunas de las tendencias trotskistas y, precisamente, el segundo apellido, el “no estalinista”, creó diversas confusiones entre ellos a la hora de abordar y elaborar las tácticas hacia el interior de la política cubana. Finalmente, después de pugnas y batallas de todo tipo, de acusarse recíprocamente de sectarios, revisionistas y otros denuestos, lograron reunificarse en 1963, dando lugar a un Secretariado Unificado.

Después del triunfo de la Revolución, el partido trotskista existente, se reorganizó creando el Partido Obrero Revolucionario Trotskista (POR-T) con una escasa membresía,  con posiciones críticas que no encajaron en los planes de homogenizar las filas de la Revolución Cubana. Estaba inscrito dentro de la IV Internacional Socialista fundada en 1962 por el argentino J. Posadas, quien más influyó en los trotskistas cubanos y se caracterizó por sus ideas casi al margen de los postulados de los grupos de izquierda política más relevantes, como por ejemplo el entusiasmo por la guerra nuclear como un camino para destruir al capitalismo​ o sus intenciones de introducir elementos de ufología en el pensamiento marxista, ​ en el entendido de que los alienígenas deben de vivir en sociedades comunistas muy avanzadas. Llegó a tener más de 15 partidos miembros repartidos por el planeta. Los textos de Posadas publicados posteriormente no muestran a un dirigente a la altura de las circunstancias de la década de los sesenta en Cuba y en América Latina, más bien a un hombre encerrado en una cárcel de conceptos y dogmas distantes de la realidad, muy próximos al delirio.

Varios militantes trotskistas viajaron a Cuba al inicio de la Revolución; entre ellos Alberto Sendic, uruguayo que era parte del Buró Latinoamericano (BLA) para reorganizar el movimiento trotskista local; Henry Gitano, trotskista belga que pertenecía al partido estadounidense, para observar los cambios experimentados en Cuba, así como José Lungarzo y Adolfo Gilly. Posadas solo estuvo en la isla por espacio de tres semanas, coincidiendo con el Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes, en el verano de 1960.

Por otra parte, la prensa trotskista internacional no veía con ojos favorables el triunfo de la Revolución. El dogmatismo y la falta de conocimientos de los hechos reales por parte del trotskismo internacional fue fuente de gruesos errores de cálculo al suponer que, el “castrismo” – como lo llamaron – fue clasificado como una corriente “pequeñoburguesa no estalinista. Por otra parte, la idea que crearon de un “estado obrero burocrático”, apartándose así de una mirada objetiva al contexto político de la revolución y a su radicalidad en cuanto al tema de los movimientos revolucionarios del continente. ”. Todo esto creó diversas confusiones entre ellos a la hora de abordar y elaborar las tácticas hacia el interior de la política cubana

Hubo expresiones ofensivas, como las que se manejaron por el trotskismo inglés, en boca de su líder, Gerry Healy, quien calificó a Fidel Castro como bonapartista. Lilliam Kiezel, en un artículo em periódico semanal, TheMilitant, el 12 de enero de 1959, subrayaba el carácter clasista de Fidel Castro y resaltaba que él no desearía producir cambios profundos en la sociedad cubana. Para la sección francesa  trotskista, Cuba continuaría siendo un estado capitalista aunque con una burguesía prácticamente desmembrada; que el régimen de Fidel Castro  tendría una vida muy breve  y luego regresaría a una normalidad burguesa; el Estado cubano sería el fantasma de un Estado burgués controlado por un grupo de hombres alrededor de Castro. Por ese motivo, no reconocía el carácter revolucionario del derribo de Batista y de la expropiación de los intereses imperialistas realizada en la Isla. El propio Posada manifestó su desagrado al trabajo de Fidel.

Por otra parte, los trotskistas chilenos, agrupados en el POR, en muestras de adhesión a las tesis guerrilleras de la revolución, lo disolvieron como organización para pasar a formar parte del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). El POR de Bolivia defendió el desarrollo de guerrillas urbanas y rurales como estrategia continental válida.

La figura y el accionar de Fidel Castro confundieron no solo a los trotskistas, sino a muchos observadores y analistas incapaces de identificar objetivamente al nuevo líder revolucionario, así como su posición política en progreso y la naturaleza o ser del proceso cubano. Las palabras de Michel Pablo, en las que identificó a Fidel como un trotskista natural, dan la medida de los errores de apreciación cometidos por los trotskismos en los sesenta

El Partido Trotskista y la Revolución Cubana.

En la lucha contra Batista habían participado varias organizaciones el Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario13 de Marzo, el Partido Socialista Popular (PSP), el POR-T  y el Segundo Frente del Escambray; este último con una posición  política muy controvertida  y oportunista. Casi no combatieron y no apoyaron al Che en los combates en Santa Clara. No fue considerado un grupo confiable.

Al triunfo de la Revolución se hizo evidente la necesidad de unir criterios y esfuerzos no necesariamente coincidentes entre los distintos grupos para consolidar el avance de la misma. Este proceso no fue fácil; requirió de inteligencia política y verdadero espíritu solidario revolucionario. Un primer acuerdo de estos desde el mismo inicio del proceso fue el reconocimiento de Fidel Castro como líder de la Revolución, lo que era respaldado por la inmensa mayoría del pueblo.

Este complejo esfuerzo unitario fue realizándose gradualmente, armonizando criterios, combatiendo tendencias sectarias y trazando rumbos. Un primer paso  fueron las Organizaciones Revolucionarias Integradas, posteriormente el Partido Unido de la Revolución Cubana y finalmente el Partido Comunista de Cuba. 

El POR-T contaba entonces con cuarenta miembros. La reducida organización abrió sucursales en las tres ciudades donde el PBL había sido más fuerte (o donde siempre tuvo una presencia) en la década de los cuarenta: Guantánamo, La Habana y Santiago de Cuba.

El POR-T, aunque en un inicio mantuvo una posición favorable a la Revolución, no se integró a este esfuerzo unitario, manteniéndose separado e independiente de las estructuras políticas que fueron engranándose y sosteniendo abiertas y continuadas  críticas  contra muchas de las medidas tomadas por la dirección del gobierno. Por ejemplo, en mayo de 1960, un artículo en “Voz Proletaria” marcaba la oposición de los trotskistas a la creación de un partido único que unificara al M2607, al Directorio Revolucionario y al PSP. Cuando se crearon las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) en Julio de 1961, los trotskistas no pidieron unirse a ellas debido a que ellas no constituían un partido político en el que pudieran diseminar sus ideas o iniciar una discusión de su programa, sino un aparato de gobierno que operaba a la manera estalinista. En mayo de 1960, un artículo en Voz Proletaria establecía la oposición de los trotskistas a la creación de un partido único que unificara al M26J, al Directorio Revolucionario y al PSP. La tendencia posadista fue radical y sin dudas ejerció esa influencia hipercrítica en las posturas del POR-T. Por otra parte, Posadas no manifestó ningún  entusiasmo con la dirección de Fidel Castro.

Sin embargo, durante los primeros años del  triunfo de la Revolución, los trotskistas cubanos  que trabajaban en las instituciones y organismos oficiales, como en el Ministerio de Industrias, participaron en la Campaña de Alfabetización, los trabajos voluntarios; se inscribieron en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y en las Milicias Nacionales Revolucionarias. 

Por otra parte, desde sus inicios, la Revolución sufría los ataques imperialistas del gobierno de los Estados Unidos: el bloqueo comercial, político y financiero, los ataques militares directos como en Playa Girón,  el estímulo a la fuga de cerebros, el apoyo a movimientos subversivos internos, al sabotaje y al diversionismo ideológico. Todo esto traía serias dificultades de todo tipo y sufrimientos a la población. También, era necesario transformar al país: la Reforma Agraria, la Campaña de Alfabetización y la atención al desarrollo de la educación y la salud, así como el impulso a la industrialización, entre otras importantes tareas.

La unidad factor era esencial e indispensable para el enfrentamiento a las agresiones externas y para garantizar el avance económico, político y social dela nación. La posición del POR-T  fue renuente a asociarse a la dirección política del país y sus campañas  contra diferentes medidas tomadas por el Gobierno Revolucionario.

Los trotskistas reclamaban, entre otras cosas, la independencia y democratización de los sindicatos del Estado.  Asimismo, exigían la elección de los oficiales de la milicia por los milicianos, el establecimiento de consejos obreros que controlaran la administración del nuevo estado cubano a través de sus delegados, y el derecho de todos los partidos de la clase obrera y de las tendencias que defendieran a la revolución a tener una existencia legal y a la libertad de expresión. Estas demandas, sin la posibilidad de tener un marco adecuado de discusión, no podían aceptarse por la dirección de la Revolución. Sin embargo, la crítica más fuerte se centró en la oposición a la existencia de un partido único, al que consideraban una extensión del Estado a la manera estalinista. En 1960,  Voz Proletaria hizo pública esta oposición al considerar que se trataba de “una imposición desde arriba”, típica del “monolitismo absolutista proveniente de una línea oficial. 

Cuando la invasión de Playa Girón en abril de 1961, un grupo de militantes trotskistas había estado incitando al pueblo de Guantánamo a invadir la Base Naval norteamericana lo que hubiera  complicado aún más la situación muy delicada y compleja del país. A partir de ese momento, los trotskistas comenzaron a ser vigilados permanentemente, sus publicaciones fueron censuradas y a veces confiscadas.

La represión entre 1962 y 1965 fue incrementándose con la deportación de algunos de los trotskistas extranjeros También al inicio de 1963 los órganos de control confiscaron los equipos donde se editaba el boletín Voz Proletaria y detuvieron a su editor, Idalberto Ferrera Ramírez por espacio de un día. Ya en ese año los trotskistas, por vez primera, cambiaron el destinatario de sus acusaciones y en vez de centrarlas en los órganos de control, que según ellos estaba nutrido de militantes del viejo partido, las derivaron hacia el gobierno revolucionario.

El Che y el movimiento trotskista.

Cuando la invasión de Playa Girón en abril de 1961, un grupo de militantes trotskistas había estado incitando al pueblo de Guantánamo a invadir la Base Naval norteamericana. Dirigentes y miembros fueron detenidos. El Che declaró que los trotskistas habían actuado objetivamente como provocadores por este acto.

No tengo ninguna opinión sobre los trotskistas es general. Pero aquí en Cuba – te voy a dar un ejemplo. Tienen uno de sus principales centros en la ciudad de Guantánamo, cerca de la base estadounidense. Y agitaron allí para que el pueblo cubano marchara sobre la base – algo que no se puede permitir. Algo más. Hace algún tiempo, cuando apenas habíamos creado comités técnicos de trabajadores, los trotskistas los caracterizaban como una migaja dada a los trabajadores, porque los trabajadores pedían la dirección de las fábricas

El Che los criticó fuertemente en la televisión nacional por un artículo aparecido en una de sus publicaciones que criticaba con el calificativo de burocrático a los consejos técnicos asesores creados en el Ministerio de Industrias  para aumentar la participación de los trabajadores en la dirección de las fábricas.

Hace unos días estábamos leyendo un pequeño periodiquito que hay aquí, no vale mucho la pena referirse a él, pero es un periódico trotskista, no sé bien cómo se llama… Voz Proletaria hacía una crítica de los consejos técnicos asesores, desde el punto de vista trotskista. Entonces decía que los consejos técnicos asesores habían sido creados por esta pequeña burguesía timorata que hay en el gobierno como un intento de darle algo a las masas que están reclamando la dirección de las fábricas, sin entregar nada en realidad. Y eso desde el punto de vista teórico es un absurdo, pero desde el punto de vista práctico es una infamia o una equivocación garrafal. Precisamente el pecado que tienen los comités técnicos asesores es que no fueron creados por la presión de las masas, fue una creación burocrática de arriba hacia abajo para darles a las masas un vehículo que no había pedido, y es donde está el pecado de las masas. Nosotros, “pequeña burguesía timorata”, fuimos a buscar el conducto para poder escuchar la voz de las masas y creamos, bien o mal, con las imperfecciones que muy probablemente tengan porque esa idea nuestra, creación nuestra, de gente que les falta experiencia en estos problemas, los consejos técnicos asesores. De lo que sí no hay de ninguna manera es que haya habido presión de las masas y es en lo que quiero insistir. Porque sí tiene que haber presión de las masas en una serie de cosas, porque las masas tienen que tener interés en saber lo que es un plan económico, lo que es la industrialización, lo que le toca hacer a cada fábrica, lo que es su deber, cómo ese deber lo puede aumentar o cómo lo puede disminuir, lo que son los intereses de la clase obrera dentro de cada fábrica. Todos ésos son problemas que tienen que agitar a las masas.

En una Conferencia de Prensa celebrada en Montevideo el 9 de agosto de 1961, expresó en relación con una pregunta formulada por Maurice Zeitlin, sociólogo norteamericano, sobre el por qué se le habían quitado los medios de expresión a los trotskistas y confiscado su imprenta:

¿A los trotskistas? Mire, hubo una pequeña imprenta que publicaba un semanario que tuvo algunos problemas con nosotros. Tomamos algunas medidas administrativas, porque no tenían ni papel, ni permiso para usar papel, ni imprenta, ni nada; y, simplemente, resolvimos que no era prudente que siguiera el trotskismo llamando a la subversión. Porque, entre otras cosas, señor -ya que pregunta eso- resulta que hay un antecedente muy interesante. Nosotros con los trotskistas hemos tenido algunas relaciones; uno de los miembros del “26 de Julio” que tenía mucha afinidad con el trotskismo, David Salvador, fue el que llevó a la muerte a nuestros hombres el 9 de abril [de 1958], negándose a una acción unida con los partidos de masa en la huelga y tratando de hacer una huelga de tipo putschista, que fue sencillamente destruida por Batista. ¿Sabe quién le puede hablar muy bien de esa huelga? Un señor que usted a lo mejor conoce, que se llama Jules Dubois, que estaba presente y era uno de los que conocía de la huelga, y por supuesto, también conocía Batista de la huelga que se iba a realizar, porque fue una huelga clandestina que apenas se realizó fueron asesinados grandes compañeros nuestros. Después de eso, el trotskismo nace en Guantánamo. Es una rara coincidencia, pero nace en Guantánamo y tiene su fuerza ahí. Guantánamo es una ciudad que dista unos pocos minutos de la Base Naval Guantánamo, y nosotros sospechamos que podía haber cierta relación entre esa “proximidad geográfica”. Por eso, nosotros tomamos algunas medidas para que gente que no representaba nada y que no sabíamos de dónde sacaba su dinero, siguiera desde las posiciones de extrema izquierda molestando el desarrollo de nuestra Revolución.

Sin embargo, el Che afirmó públicamente, en esa entrevista, que había sido un error romper las planchas de impresión del libro La Revolución Permanente de Trotsky en la imprenta de Voz Proletaria:

Fue un error. Se ha producido un error cometido por un funcionario de segundo rango. Rompieron las placas. No deberían haberlo hecho. Sin embargo, consideramos que el partido trotskista está actuando en contra de la revolución. Por ejemplo, estaban tomando la línea de que el gobierno revolucionario es pequeñoburgués, y llamaban al proletariado a ejercer presión sobre el gobierno, e incluso a llevar a cabo otra revolución en la que el proletariado llegaría al poder. Esto perjudica la necesaria disciplina de estos momentos.

En una reunión con el personal del Ministerio de Industrias expresó:

El trotskismo surge por dos lados, uno (que es el que menos gracia e hace) por el lado delos trotskistas que dicen que hay una serie de cosas que Trotsky dijo. Lo único que creo es una cosa que nosotros tenemos la suficiente capacidad como para destruir todas las opiniones contrarias sobre el argumento o si no dejar que las opiniones se expresen. Opinión que haya que destruirla a palos es opinión que nos lleva ventaja a nosotros… No es posible destruir las opiniones a palos y precisamente por ello es lo que mata todo el desarrollo libre de la inteligencia. Ahora sí está claro que del pensamiento de Trotsky se pueden sacar una serie de cosas. Yo creo que las cosas fundamentales en que Trotsky se basaba estaban erróneas, que su actuación posterior fue una actuación errónea incluso oscura  en su última época. Y que los trotskistas no han aportado nada al movimiento revolucionario en ningún lado y donde hicieron más, que fue en Perú. Y aquel compañero, Hugo Blanco, personalmente un hombre sacrificado, como parte de una serie de ideas erróneas, pues va al fracaso.

Los trotskistas cubanos pedían la independencia de los sindicatos del Estado y el establecimiento de la más amplia democracia en el movimiento sindical. Argumentando que estas medidas eran esenciales para asegurar el libre apoyo de la clase obrera a la profundización de la revolución, exigían la elección de los dirigentes sindicales sin la imposición de listas únicas y sin la intervención de ninguna institución estatal en apoyo de cualquier tendencia revolucionaria. Sin embargo, la crítica más fuerte se centró en la oposición a la existencia de un partido único, al que consideraban una extensión del Estado a la manera estalinista (en 1960 ya Voz Proletaria hizo pública esta oposición al considerar que se trataba de “una imposición desde arriba”, típica del “monolitismo absolutista proveniente de una línea oficial. 

En este sentido, en la reunión mencionada anteriormente el Che reconoció:

Aquí la democracia sindical es un mito, que se dirá o no se dirá, pero es un perfecto mito. Se reúne el partido y entonces propone a la masa a «fulanito de tal», candidatura única y de ahí en adelante salió aquel elegido, una con mucha asistencia, otra con menos asistencia, pero en realidad no ha habido ningún proceso de selección por parte de la masa. […] Es algo que a nosotros nos tiene que llamar la atención desde el otro punto de vista institucional, que es el hecho de que la gente tiene necesidad de expresarse, tiene necesidad de un vehículo para expresarse. Eso, nosotros tenemos que reflexionar sobre este asunto

Sin embargo, el Che respetaba a las personas que luchaban honestamente por sus principios, aunque éstos estuviesen completamente errados. Además, por otra parte, trataba de ganar para la Revolución a personas con una buena calificación técnica o administrativa, los que, aunque no tuviesen antecedentes revolucionarios o no compartiesen plenamente las ideas de la Revolución, mostrasen ser honestos. Para poner ejemplos, el caso del autor: ingeniero químico, formado en los Estados Unidos, con experiencia profesional, que había pensado abandonar el país pero desistió de esta idea y se integró al proceso revolucionario. A pesar de estos antecedentes, me dio sucesivas responsabilidades técnicas y de dirección hasta llegar a ser nombrado viceministro en el Ministerio de Industrias. Eso sucedió con otras personas que trabajaron en el propio ministerio. Con algunos resultó; en otros, no; pero todos pudieron ejercer sus funciones sin presiones de ningún tipo.

A pesar de sus críticas al trotskismo cubano y siguiendo este criterio, en 1963, nombró al Ingeniero Roberto Acosta Hechevarría al frente de la Dirección de Normas, Metrología y Control de la Calidad (DNMCC) en el Ministerio de Industrias. Acosta, en 1933 se había adherido al Partido Bolchevique Leninista de filiación trotskista, en la lucha contra la dictadura de Machado; durante la lucha contra la dictadura de Batista, apoyó activamente la red de acción y sabotaje del Movimiento 26 de julio; participó en la organización de la industria eléctrica al triunfo de la Revolución. Él era el Presidente del POR-T. Sin abandonar sus convicciones trotskistas, desempeño eficazmente su trabajo de dirección.

Cuando yo asumí el Viceministerio de Desarrollo Técnico, al que estaba subordinada la DNMCC, el Che no me informó de la filiación política de Acosta, posiblemente para evitar cualquier predisposición de mi parte. Durante todo el tiempo que trabajamos juntos, nunca lo supe. Yo consideré su trabajo muy eficaz.

Un día, el Che me llamó para decirme que en esa Dirección de  había un pequeño grupo trotskista que estaba haciendo labor de zapa contra la Revolución – sin mencionar a Acosta. Yo debería convocarlos e informarles que si continuaban realizando esas actividades, se tomarían serias medidas contra ellos. Así hice, con Acosta sentado a mi lado. Nadie dijo nada.  Evidentemente pararon de actuar.

En los inicios de 1965 un grupo de trotskistas fueron detenidos, entre ellos Acosta. En abril, antes de salida del Che para el Congo, El Che los visitó en la prisión y les prometió que serían liberados con el compromiso de que, sin abandonar sus convicciones, pondrían fin a sus actividades políticas independientes y a sus publicaciones. Fueron liberados poco tiempo después. Tengo noticias de que él les dijo que tenían razón, que debían continuar la lucha para alcanzar sus objetivos, y de que en algún momento en el futuro, las publicaciones trotskistas serían legales. Guevara le dijo: “Acosta, las ideas no se matan a palos”.

Esta opinión del Che ya venía manifestándose desde los momentos del Gran Debate político, económico e ideológico en los años 1963; o sea,  el hecho mismo de la discusión en la que la expresión pública de desacuerdos es normal en el proceso de construcción del socialismo. En otras palabras, la legitimación de un cierto pluralismo democrático en la revolución. La discusión abierta de ideas y proyectos para alcanzar las mejores soluciones era parte esencial de sus métodos de trabajo en el Ministerio de Industrias.

¿Cómo explicar este cambio de posición? En primer lugar, creo que el Che quedó muy desilusionado con la actitud de los soviéticos con la Crisis de los Misiles en 1962, cuando Khruschov retiró los cohetes nucleares de Cuba sin consultar ni avisar al gobierno cubano. En una reunión con los viceministros él se refirió duramente a esto calificándolo de traición.

Ya desde antes se había sentido frustrado con las fábricas, equipamiento y tecnologías compradas, inclusive por él mismo, en sus visitas iniciales a la URSS y al resto del campo socialista, considerándolas muy atrasadas y de pésima calidad, muchas de ellas resultaron un fracaso.

En 1963 comenzó el llamado el Gran Debate, en el que el Che defendió sus criterios, sobre el uso del Sistema Presupuestario de Financiamiento para la dirección de la economía que contradecía profundamente los criterios del Sistema de Autogestión Financiera preconizado dogmáticamente por la Unión Soviética. En este debate participaron importantes figuras tanto cubanas como extranjeras.

En su crítica al Manual de Economía Política de la URSS, considerado como la biblia oficial del socialismo y centrado en una cosmología metafísica del materialismo dialéctico, mostraba su total desacuerdo con la doctrina del tránsito pacífico al socialismo, otorgaba centralidad al parlamentarismo burgués y depositaba la prioridad en los estímulos materiales sobre los estímulos morales. Se refería al contenido de este Manual como:

… ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como método, es lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos.

Agregando posteriormente que:

Es un manual  incompleto, lleno de dogmatismo y de referencias de contenido partidario y hacia el XX Congreso (del PCUS). No sirve sino para sacar algunas citas y tener una idea de lo que los clásicos pensaban al respecto.

Desde 1963 puede advertirse en sus escritos la búsqueda de un modelo alternativo, la tentativa de formular otra vía al socialismo, distinta de los paradigmas oficiales del llamado «socialismo real”

En sus visitas a la URSS, se reunió con varios dirigentes e intelectuales soviéticos y discutió con ellos sus ideas económicas, políticas, sociales e ideológicas. De ahí, frente al dogmatismo prevaleciente, le vino el calificativo de trotskista; según su propia expresión le colgaron el San Benito de trotskista y de maoísta. En una entrevista el Che expresó:

… los comunistas me llaman de trotskista y los  trotskistas me llaman de aventurero.

En el Seminario de Solidaridad Afro-Asiática celebrado en Argel en febrero de 1965, el Che criticó fuertemente a la URSS y a sus cómplices occidentales en la explotación del mundo subdesarrollado y afirmó que los países socialistas tenían el deber moral de liquidar su complicidad tácita con los países explotadores occidentales y urgió a que usaran su poder para transformar las relaciones internacionales.

El pensamiento y la acción del Che no tuvo aceptación por el trotskismo internacional, al menos por algunas de sus tendencias más importantes en el continente, y se soslayó la importancia e influencia que el Che Guevara tuvo en los sesenta para la potenciación de los movimientos guerrilleros e insurreccionales del hemisferio. Casi todos los enfoques de estos grupos y tendencias se extraviaron en las aguas de la teoría y el pobre sentido común. Además – y esto es importante – contradecían algunas de las más importantes ideas de Trotsky, como veremos más adelante

El Che leyó muy poco las obras de Trotsky. En 1960, durante su estancia como Presidente del Banco Nacional, el Che leyó La revolución permanente de Trotsky. En su  biblioteca personal se encontraban el libro de Trotsky Literature et Révolution y el libro de Mandel Traité d´economie marxiste en dos tomos. No aparece obra alguna de Trotsky  en sus lecturas en el Congo. En Bolivia sí aparecen los tomos del libro de Trotsky: Historia de la revolución rusa, de los cuales extracta y reproduce16 fragmentos haciendo en sus cuadernos la siguiente valoración general de esta obra:

Es un libro apasionante pero del cual no se puede hacer una crítica pues está por medio la calidad de actor que tiene el historiador. De todas maneras arroja luz sobre toda una serie de hechos de la gran revolución que estaban enmascarados por el mito. Al mismo tiempo hace afirmaciones aisladas cuya validez es total al día de hoy. En resumen, si hacemos abstracción de la personalidad del autor y nos remitimos al libro, éste debe considerarse una fuente de primer orden para el estudio de la revolución rusa.

Además, en sus cuadernos de Bolivia, aparece Trotsky referenciado dentro del libro de Wright Mills Los marxistas.

En los libros y documentos que el Che tenía, tanto en su biblioteca particular como los que tenía en el Congo y en Bolivia, se advierte que su interés por ampliar sus conocimientos y captar la lógica y los argumentos variados y hasta contradictorios dentro del marxismo era muy amplio y extenso, con vertientes diferentes y muy variadas. Las anotaciones que el realizaba en sus cuadernos así lo revelan.

También conversó con algunos con interlocutores marxistas que simpatizaban con ideas, como el argentino Roberto Santucho, líder guerrillero trotskista y muy en particular con Ernest Mandel, economista belga y una de las figuras más importantes del movimiento trotskista internacional quien incorporó a su pensamiento concepciones distantes del trotskismo ortodoxo, como la revolución campesina por vía militar, la teoría maoísta del cerco a las ciudades y la aprobación del foquismo. Mandel escribió en 1964 un artículo muy positivo para entender el carácter de la Revolución Cubana en ese momento, intitulado  Defend the Cuban Revolution. Después de un viaje por dos meses a la Isla. Afirmaba que un país subdesarrollado se encontraba en el camino al socialismo mediante una revolución social real.

El trotskismo argentino, en sus diversas facciones, también fue conmocionado por la revolución de la isla caribeña, creando diversas tensiones y redefiniciones hacia su interior. Por otra parte, otros dirigentes del trotskismo internacional, como el francés Pierre Lambert se manifestaron distantes de la Revolución Cubana, desde sus mismos inicios, y la criticaron abiertamente al observar que la misma no había establecido ninguna “ruptura” con los cánones clásicos de la lucha por el socialismo.

En el análisis sobre las consideraciones y actitudes del Che en relación a Trotsky y el trotskismo considero que dos aspectos jugaron un papel determinante En primer lugar, el Che leyó muy poco de los textos de Trotsky antes de salir para la lucha guerrillera; las conversaciones con dirigentes trotskistas, como Mandel y otros pueden haber tenido influencia en la modulación de sus criterios sobre el revolucionario ruso y sus ideas. Por otra parte, la actitud negativa de los dispares movimientos trotskistas en Cuba y otros países provocaron sin duda su rechazo como explicado anteriormente. El nunca estaría de acuerdo en las apologías realizadas por éstos del electoralismo a ultranza, de su rechazo de cualquier tipo de insurgencia, de sus defensas de un sindicalismo que el Che consideraba una “rémora”, como expresó en varias reuniones con dirigentes del Ministerio y un culto dogmático, similar a los dogmas soviéticos, de un pretendido modelo de revolución social extraído mecanicamente de la insurrección urbana. A pesar de esto, el Che con su mente abierta e inquisitiva, decide estudiar  a Trotsky, sin intermediarios ni intérpretes en medio de las lucha guerrilleras.

Encuentros y desencuentros del pensamiento del Che con el de Trotsky

Los criterios políticos e ideológicos del Che muestran puntos de contacto con varios puntos centrales del pensamiento de Trotsky; entre ellos:

  • El concepto de la “revolución permanente” contrario al criterio de la revolución en un solo país.
  • La concepción de la revolución concebida como un  proceso ininterrumpido y permanente, opuesto a la concepción de la revolución por etapas.
  • El carácter socialista que asume la revolución en los países atrasados, subdesarrollados, coloniales, semicoloniales y dependientes;
  • El internacionalismo proletario como criterio central para fundamentar la revolución mundial
  • La sospecha, la oposición y el cuestionamiento de todo tránsito pacífico y parlamentario en la construcción del socialismo. 

Por otra parte, el Che mantiene reservas y diferencias frente a algunas tesis trotskistas clásicas, entre ellas:

  • La supuesta centralidad de la revolución proletaria europea, entendida como eje articulador, sostén principal y núcleo privilegiado de la revolución mundial. El Che defiende una perspectiva dela revolución mundial donde el terreno principal de lucha anticapitalista y la confrontación fundamental con  el imperialismo se traslada al Tercer Mundo.
  • El papel limitado de la autodefensa sindical y la milicia obrera de autodefensa como eje del armamento del proletariado.
  • El Che diferenciaba claramente una lucha sindical, de tipo reivindicativo, cuyas formas de confrontación, inclusive violenta, no rebasa el nivel de la autodefensa, de una lucha político-militar, de carácter estratégico y con vocación de poder, que en sus momentos de avance y ofensiva sobre el régimen burgués supera largamente la mera autodefensa.
  • La estrategia política concentrada en la insurrección rápida y a corto plazo, basada en las experiencias de la revolución rusa de octubre de 1917. El pensamiento político del Che se dirige fundamentalmente, considerando  las condiciones de todo el Tercer Mundo sometido al dominio económico, político y militar del imperialismo, norteamericano, propone una estrategia de largo plazo, basada en la guerra popular prolongada que combina todas las formas de lucha.

La coincidencia de criterios entre ambas figuras no significa que el  Che los haya tomado o aprendido  de Trotsky de quien poco leyó antes de su salida al Congo. Pienso que este fue un proceso de encuentro y desencuentro de ideas que Guevara consideraba que deberían estudiarse junto a muchos otros pensadores anteriores y posteriores al marxismo entre ellos a Trotsky.

En relación a la revolución permanente y al internacionalismo esta idea ya se había ido formando en la conciencia del Che en su recorrido por la América Latina y particularmente en Guatemala en la lucha contra la invasión de tropas organizadas y financiadas por los Estados Unidos que derrotaron al gobierno de Jacobo Arbenz.

En Cuba estaba presente en Cuba desde la lucha independentista con Martí como su principal ideólogo y promotor. Él proclamaba que Patria es Humanidad; en la creación del Partido Revolucionario Cubano  afirmaba que se creaba para conseguir la independencia de Cuba del dominio español y auxiliar a Puerto Rico con el mismo propósito y esta concepción se repetía posteriormente en el Manifiesto de Montecristi, en que la guerra se libraría no sólo para alcanzar en Cuba la independencia, sino, sobre todo, para evitar el predominio en nuestra América, y particularmente en el concierto caribeño, de los Estados Unidos. Ese sentimiento internacionalista se volvería a manifestar posteriormente, por ejemplo, en los combatientes cubanos en la guerra civil española para luchar contra el fascismo instaurado por Franco y los que fueron a la República Dominicana a cooperar en la lucha contra la dictadura de Trujillo. Con el triunfo de la Revolución Cubana, este sentimiento internacionalista se intensificó en múltiples ocasiones, como la participación de tropas cubanas en Angola, las misiones médicas a diferentes países del mundo e, inclusive con la presencia de combatientes cubanos en los grupos guerrilleros organizados por el Che en el Congo y en Bolivia.

El mensaje del Che enviado a la Reunión Tricontinental en enero de 1966, reclamando la creación de dos, tres, varios Vietnam ratifica su concepción sobre la lucha antiimperialista en diferentes partes del mundo. Paradójicamente, varios grupos trotskistas en diferentes partes, insultaron y denigraron la lucha guerrillera encabezada por el Che, uniéndose así – para aumentar la paradoja – a la posición de rechazo la guerrilla por el Partido Comunista Boliviano.

En cuanto a la NEP, Trotsky divergía de su prolongación basada en la negativa  convivencia del mercado con la estructura estatal de  propiedad y  de  producción  y abogaba  por la necesidad da planificación, de la industrializada y  de la  colectivización del campo. El Che consideraba que la NEP debería haber sido un paso táctico, no  estratégico establecido por Lenin para contrarrestarla la profunda crisis económica en que Rusia estaba sumida. Sus ideas  coincidía con Trotsky en que la prolongación de la NEP contribuía a reforzar la formación de una economía capitalista basada en la ley del mercado, explicitando además el serísimo impacto sobre el desarrollo de una imprescindible conciencia socialista.

CONSIDERACIONES FINALES

Independientemente de puntos de contacto positivos, el Che nunca se  adhirió al trotskismo ni se declaró trotskista. Pienso que los rechazos públicos realizados por el Che sobre el trotskismo se deben más a las torpes, equivocadas políticas – o a la falta de ellas – del trotskismo cubano e internacional que a las ideas del propio Trotsky, las que poco conocía antes de partir a la lucha guerrillera.

Sin embargo, puede afirmarse que el pensamiento político del Che evolucionó rápidamente desde los inicios de la Revolución hasta su lucha guerrillera en Bolivia. En ese proceso, en relación al trotskismo, el pasó de denunciarlos como agentes del imperialismo en 1961 Hasta retirarlos de la cárcel en 1965. Entre 1964 y 1967 mostró su interés por los planteamientos de la oposición de izquierda, Trotsky entre ellos; declaró abiertamente su rechazo a los “Manuales” soviéticos, buscó nuevas soluciones para la construcción del socialismo, no escondió  su intuición según la cual la URSS terminaría restaurando el capitalismo.

Puede decirse que el pensamiento teórico del Che Guevara, que no pudo completar, se inscribe en las corrientes historicistas y humanistas de la filosofía de la praxis, de larga tradición crítica y antidogmática que tuvo en Gramsci y en Mariátegui sus principales exponentes, Sin embargo, a diferencia de ellos, pudo desarrollar sus ideas tomando las experiencias vivas del proceso revolucionario cubano en el que fue uno de sus actores principales  y en el que tuvo la oportunidad de aplicar y experimentar sus propio pensamiento creador.

El marxismo del Che se distingue de las variantes dominantes en su época. Es un marxismo heterodoxo, antidogmático, ético, pluralista, humanista, revolucionario y de carácter abierto a la discusión.

El Che, como expresó nuestro compañero, historiador y diplomático José Tabares del Real “El Che no era trotskista, ni maoísta, ni titoísta. El Che era el Che”.


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