Entrevista con Julio Botella, autor de “Huéspedes”: “Lo que se cuece a nivel individual se convierte en una lacra social”
- Estamos ante un escritor que también es pintor y que se siente movido por muchos puntos que le rodean. La vida misma, la calle, las distintas expresiones. Su mirada busca en lo individual mucho de lo que cuestionamos en lo colectivo. De ahí nace “Huéspedes” (De Conatus, 2021), su primer libro que presenta ocho historias cruzadas que “abordan el origen del mal en nuestros corazones desde la vida cotidiana”.
Pregunta: – ¿Quiénes son los huéspedes en sus relatos?
Respuesta: – Al igual que en la naturaleza el huésped es el organismo dentro del que se aloja un parásito, en el libro, los huéspedes son los personajes a través de los que el parásito metafórico que une las narraciones, se transmite entre las personas, se oculta, se camufla y pervive. En este caso son personajes dentro del caldo de cultivo familiar y sus entornos más cercanos. El libro está formado por ocho historias cruzadas y aborda el origen del mal en nuestros corazones desde la vida cotidiana.
P: – En su libro están presentes distintas formas de maltrato. ¿Cómo surge en usted está inquietud para escribir este compendio de relatos?
R: – Hurgo en los mecanismos psicológicos de lo que no queremos abordar de nosotros mismos y como convivimos con ello, y lo hago de una forma muy realista pero también muy lírica. Muchos de esos mecanismos tienen que ver con como el sufrimiento de uno desemboca en violencia moral o física, siempre contra los más débiles. De ahí que lo que se cuece a nivel individual se convierta en una lacra social, como el maltrato en todas sus formas.
P: – ¿El maltrato puede ser una herencia que se deja de generación en generación?
R: – Todo trauma deja una huella, sea física y visible o emocional e invisible. Huéspedes transita por una violencia implícita con una mirada compasiva hacia las víctimas pero también hacia lo que hay de víctimas en los “verdugos” que imponen su sometimiento. Esa compasión tiene que ver con nuestra indefensión ante el impacto de comportamientos heredados, aprendidos o interiorizados por herencia generacional. En este caso, sí hablo de esa herencia, aunque no es ni el único factor del maltrato, ni siempre es el determinante. En Huéspedes, si.
P: – ¿La sociedad es una fábrica de maltratadores?
R: – Las historias que componen el libro son principalmente individuales, casi íntimas, donde la “intriga” es psicológica, y ofrecen al lector la complejidad de estos asuntos. El maltrato se da en la sociedad y como sociedad tenemos que plantarle cara, pero la sociedad en sí no es el “acusado” aquí. El acusado eres tú, soy yo, no “el otro”. La sociedad somos todos y el libro busca provocar ese “click” inicial como individuos activos en nuestra sociedad.
P: – ¿Los personajes de sus relatos son arrastrados por las circunstancias?
R: – Los personajes del libro, los huéspedes, en general no saben que la razón de como son o que les pasa, tiene que ver, en cierta forma, con algo “impuesto”. No son tanto arrastrados por las circunstancias como en pugna con ellas. Ese debate, esa lucha interna por romper la cadena de la violencia es el combustible de los ocho relatos y su relación.
P: – Este es su primer libro publicado. ¿Hubo antes otras escrituras, otros intentos?
R: – En 1.997 quedé finalista de un premio de novela joven con un libro que nunca se publicó. Desde entonces nunca he dejado de observar, anotar y escribir, pero hasta ahora no había vuelto a compartir nada con el lector. En mi caso la escritura ha ido, digamos, fermentando poco a poco hasta que le han salido patas, se ha escapado de la caja y ha salido de paseo.
P: – Hábleme de sus referentes literarios. ¿Qué otros factores le motivan a escribir?
R: – Como lector no soy un devorador de libros ortodoxo, ni mis referentes son puramente literarios. He leído y leo mucho, poco o nada según las circunstancias del momento y esa motivación de escribir puede venir también de otros ámbitos como la música, las artes plásticas (también soy pintor), u otros sin pedigree cultural. Y en general, a veces lo que a uno le gusta no tiene eco en su propia obra, son amores diferentes. Como escritores, desde Flaubert, Aldecoa, Bierce o Kurt Vonnegut, así como Tomás González, Alfredo Molano, Chaves Nogales o Roald Dahl. Pero también Tom Waits, Ken Nordine, Andy Warhol, Talking Heads, los Rolling Stones o una retrasmisión deportiva o un graffiti en la calle, pueden despertar algo que en su día puede ser un libro.