Mario Erre •  Opinión •  29/03/2021

Ley Trans y utilitarismo

Esta tarde, o ayer domingo por la tarde mejor dicho, me comentaba un amigo que me había escuchado por la radio hablar de la Ley Trans y tras analizar mi discurso me daba toda la razón, o, en su caso, la razón más utilitarista, entendiendo la utilidad como el principio moral de las cosas.

Siendo él como es un señor de derechas y aclarando de paso que se puede ser de derechas y homosexual si apartamos a la derecha de las sotanas y los galones del generalato con su olor a naftalina y color amarillento;  de primeras oídas se rinde al griterío y las razones tóxicas de Lidia Falcón y sus pegamoides, pero una vez eliminado ese barullo y escuchando la realidad y leyendo la literalidad de esa ley en lo referente a los temas que las falconas ondean como inaceptables dando un punto de vista totalmente patriarcal que no acepta nada que no sea “lo que ha sido siempre y como ha sido siempre», preguntando las dudas y escuchando la resolución de ellas con el discurso no interesado que requiere un tema tan espinoso llega a la misma conclusión que quien se preocupa por el tema y por sus afectados directos, es decir, las personas trans y no las falconetti: que es una ley necesaria amén de bien planteada.

Resumiendo: la derecha, incluyendo al sector del PSOE manipulado, y muy bien todo hay que decirlo, por Carmen Calvo, se ha empleado a fondo con la máquina intoxicadora de los vicepresidentes para neutralizar la Ley Trans. ¿Por qué? Habría que preguntárselo a ellas, pero yo diría que aparte de la guerrilla de ámbito ibérico contra Irene Montero y las feministas de Podemos, se trata de una guerra global contra sus sucesoras naturales de las jerarcas del feminismo caduco de las olas terf y lerf y de Janice Raymond y sus basura literaria , con el respaldo de los poderes patriarcales, sí, patriarcales, de siempre. Unas sucesores que siempre han apoyado el transfeminismo por haber convivido con él con la misma naturalidad con la que de aquí a no mucho veremos la Ley Trans. Así es de triste, de tóxico y de asqueroso el asunto.

*Mario Erre, activista LGTBI y director de Radioerre.


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