Germán Gorraiz Lopéz •  Opinión •  26/08/2021

Coronavirus y autocracia en Europa

Europa estaría sufriendo una aguda crisis identitaria agravada por el triunfo del Brexit y por el “proceso de balcanización europeo ideado por EE.UU. para mediante selectivos atentados terroristas, la crisis de los refugiados y la aparición de Gobiernos autocráticos provocar el declive de los valores democráticos. La autocracia sería una forma de Gobierno ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado. lo que confirma el aforismo de Lord Acton “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente”. La autocracia sería pues una especie de dictadura invisible sustentada en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas y culto al líder) basadas en el control absoluto de los medios de comunicación y la censura y desprestigio social de los individuos refractarios al mensaje del líder.

De ello serían paradigmas el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán que habría convertido a Hungría en la primera autocracia europea o “democracia no liberal”, doctrina que por mimetismo adoptarán el resto de países del Grupo de Visegrado ( Eslovaquia y Chequia).

El penúltimo episodio del pulso de dichos países con la UE fue el veto de la aprobación del Presupuesto de la UE para el período 2021-2027 que incluía la puesta en marcha del Fondo de Recuperación estimado en 750.000 millones € al estar vinculados dichos Fondos con el mecanismo del Estado de Derecho que garantiza los derechos y libertades de sus ciudadanos y que en el supuesto de un reiterado incumplimiento por algún Estado miembro, podría privarle de su derecho a voto en las decisiones comunitarias, previa unanimidad de sus miembros. Dado que dicho Fondo de Recuperación se antojaba vital para países como España e Italia , el chantaje de ambos países tuvo su efecto en forma de “suspenso en la aplicación de dicha cláusula de salvaguardia de las libertades”, con lo que la Unión Europea habría sacrificado sus otrora sacrosantas libertades básicas en aras de asegurarse los mínimos básicos de supervivencia.

Para entender la deriva autocrática que se avecina, debemos recurrir a Hermann Hesse quien en su libro “El lobo estepario” (Der Steppenwolf,1.927), plasma el sentimiento de angustia, desesperanza y desconcierto que se apoderó de la sociedad europea en el período entre-guerras y es un lúcido análisis sobre la locura de una época en la que agoniza lo viejo sin que haya nacido lo nuevo. En dicha obra critica mordazmente la sociedad burguesa ( “la decadencia de la civilización”), dictadura invisible que anula los ideales del individuo primigenio y le transforma en un ser acrítico, miedoso y conformista que sedado por el consumismo compulsivo de bienes materiales pasa a engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable.

Así, Hesse define al burgués como “una persona que trata siempre de colocarse en el centro, entre los extremos, en una zona templada y agradable, sin violentas tempestades ni tormentas. Consiguientemente, es por naturaleza una criatura de débil impulso vital, miedoso, temiendo la entrega de sí mismo, fácil de gobernar. Por eso ha sustituido el poder por el régimen de mayorías, la fuerza por la ley y la responsabilidad por el sistema de votación. Es evidente que este ser débil y asustadizo, aun existiendo en cantidad tan considerable no puede sostenerse solo y en función de sus cualidades no podría representar en el mundo otro papel que el de rebaño de corderos entre lobos errantes…”.

Dichas reflexiones siguen vigentes casi un siglo más tarde, pues la irrupción de la pandemia del coronavirus y la posterior entrada en recesión de las economías europeas implementará el estigma de la incertidumbre y la incredulidad en una sociedad inmersa en la cultura del Estado de Bienestar. Ello derivará posteriormente en un shock traumático al constatarse el vertiginoso tránsito desde niveles de bienestar hasta la cruda realidad de la pérdida del trabajo y posterior desahucio, inmersión en umbrales de pobreza y dependencia en exclusiva de los subsidios sociales. En consecuencia, el Individuo sacrificará sus otrora sacrosantas libertades básicas en aras de asegurarse los mínimos básicos de supervivencia, lo que de facto significará el final de las llamadas democracias formales.


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