Hedelberto López Blanch •  Opinión •  11/10/2021

Argentina y el necesario impulso económico-social

Es innegable que en ocasiones los pueblos olvidan pero también lo hacen por las fuertes y distorsionadas campañas que mantienen los principales medios hegemónicos de comunicación controlados por las fuerzas de derecha en la mayoría de las naciones del orbe.

Esa realidad ocurrió en Argentina donde después de solo 21 meses de llegar al poder, el partido oficialista Frente de Todos perdió las llamadas elecciones primarias (PASO) contra el opositor Juntos por el Cambio que cuenta con una lamentable gestión durante los cuatro años en que gobernó el país. 

Cierto que hubo por parte del Gobierno desatinos y algunos asuntos olvidados a favor de las mayorías pero nada puede ser comparado con anteriores regímenes de derecha. 

Recordemos el desastroso estado en que dejó el partido Juntos por el Cambio de Mauricio Macri a esa nación, la que debió enfrentarse el actual gobierno, además de una amplia pandemia de covid 19 que ocasionaron abundantes gastos y enormes esfuerzos estatales para controlarla y no sucediera como en otros países latinoamericanos (Brasil, Ecuador, Colombia, Perú) donde las personas morían en las calles sin atención médica posible. 

Cuando Alberto Fernández y Cristina Fernández llegaron al poder el 10 de diciembre de 2019, les esperaba la enorme tarea de remontar la crisis económico-social dejada al país por la derecha, debido a la aplicación de políticas neoliberales dirigidas desde Estados Unidos y aplicadas con la anuencia del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Macri había endeudado por cien años al país con la obtención de empréstitos del FMI (la mayoría utilizados para pagar a acreedores privados) y la Argentina se enfrentaba a vencimientos de deuda por 245 000 dólares y debería pagar a finales de ese mismo diciembre, además de 1 400 millones de dólares por montos correspondientes a letras del Tesoro y otros títulos.

A esto se agrega que en el primer semestre de 2020 habría que abonar vencimientos, entre capital e intereses,  cifrados en 11 900 millones de dólares. En todo el año 2020 debía sufragar vencimientos de deuda por 29 200 millones de dólares.

Muchas de las gestiones del gobierno de Fernández en este período fueron encaminadas hacia discusiones con el Fondo para atenuar esos adeudos aunque debió pagar una buena parte. 

Datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) indicaban que en el régimen de Macri la indigencia subió del 4,9 % al 7,7 %, o sea, 1 100 000 más que en 2015 para un total de 3 100 000 personas. 

La pobreza ascendió en 2019 al 35,4 % y pasó de 11 150 000 a 15 800 000 habitantes.

El peso argentino se cotizaba a cerca de 60 por dólar (en el 2015 estaba en 16 por un billete verde) y la cifra de inflación alcanzó 60 % a fines ese año.

Las pequeñas y medianas empresas, conocidas por pymes,  cayeron en picada con miles de sus empleados echados a las calles. Entre 2015 y 2019 los costos de la energía eléctrica se incrementaron hasta 1 600 %, los de gas en 567 %, del agua y cloacas en 686 %, pero también en esto influyó el aumento de las mercancías importadas que ha dejó a muchos empresarios en la imposibilidad de competir.

Aunque las derechas gobernantes adineradas siempre insisten en que se olviden las historias, éstas tienen que quedar grabadas en la memoria de los pueblos. 

Por eso resulta importante rememorar también la situación que padeció ese país tras los gobiernos de derecha neoliberales de Carlos Ménem y Fernando de La Rúa.

Los años en el poder de Ménem (1989-1999) fueron el preámbulo para llevar al país hacia la debacle económica, pues el FMI, el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) obligaban a las naciones a ceñirse al Consenso de Washington cuyas prioridades eran el libre mercado, las privatizaciones y una globalización desmedida.

En 1998, el entonces presidente FMI, Michel Camdessus durante un discurso en la ONU, puso a Argentina como “ejemplo de las transformaciones” y a Ménem como “el campeón de las reformas”, pues su administración abrió los servicios y la industria al capital extranjero y permitió la importación indiscriminada de mercancías.

Para finales de 1997 Argentina detuvo su expansión económica, se estancó y en 2001 entró en una abismal depresión cuando el ex presidente Fernando De la Rúa acabó de endeudar al país y prohibió el uso de los depósitos bancarios.

Estos episodios neoliberales dieron lugar a la paralización de los bancos y de casi todo del país; la declaración de moratoria de la abultada deuda; la devaluación del peso argentino y la represión de las manifestaciones, saldada con numerosos muertos.

Es conocido que los regímenes de Menem, de la Rua y Macri representaron a las oligarquías criollas, adineradas, que también apoyaron a las dictaduras militares las cuales durante los años de 1976 a 1983 impusieron políticas neoliberales con el uso de violentas represiones contra los movimientos sociales, obreros, agricultores y estudiantes. Más de 30 000 ciudadanos y ciudadanas, en su mayoría jóvenes, fueron asesinados y desaparecidos.

Cuando en 2015 Cristina Fernández terminó su mandato, el Producto Interno Bruto de la nación sudamericana crecía al 2,7 % pero la administración macrista lo revertió y lo llevó a un decrecimiento de menos 3,1 % a la par que la economía entró en recesión. 

Mauricio Macri salió de la presidencia con un abultado capital que algunas fuentes lo cifran en cerca de 120 millones de dólares, mientras que al grueso de los argentinos los dejó en una de las más violentas crisis económicas que hayan padecido. Esas son las leyes del neoliberalismo.

Cierto que las primarias de las PASO le dieron un fuerte aviso a la administración argentina que deberá trabajar fuerte para impulsar la economía y los sectores públicos en aras de revertir esa derrota y poder alcanzar un mejor resultado en las elecciones legislativas del próximo 14 de noviembre, y en esa línea ya lo están haciendo los Fernández. Esperemos que las dictaduras neoliberales de derecha no regresen a la nación sudamericana. 


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