José Camargo •  Opinión •  13/10/2021

12 de octubre de 1492: ¡la mala muerte!

En esta fecha, se “conmemora” uno de los acontecimientos que más ha impactado a la humanidad, la llegada del europeo a tierras americanas y que algunos insisten en llamar “descubrimiento” cuando lo más apropiado es llamarlo el inicio de un proceso de conquista. Con la llegada del europeo, también arribó la mala muerte. Este es un concepto de los pueblos indígenas cuando la muerte no es natural. Realmente, lo que se resalta y se condena de esta fecha, es el comportamiento genocida de un imperio español que sabía exactamente a que venía a estas tierras americanas. Y con él llegan los portugueses y más adelante los franceses, ingleses holandeses…una verdadera jauría. Los pueblos indígenas catalogan a esta masacre como un etnocidio y tienen la razón, los barbaros que llegaron de Europa, no solamente cometieron actos de aniquilamiento físico, sino que buscaron demoler el acervo cultural de estos pueblos y con este comportamiento también matar su espíritu…la espada y la biblia se conjugaron para este fin.

Existe un gran debate sobre la cantidad de habitantes que existía en América antes de 1492, Woodrow Borah se refiere a unos 100 millones de personas, Karl Theodor Sapper habla de unos 40 a 75 millones de personas, mientras que Alfred L. Kroeber y otros hablan de unos 13,3 millones a unos 8,4 millones de personas. España y Portugal para la época en mención no superaban los 10 millones y en toda Europa vivían entre 57,2 y 70 millones. En este proceso de conquista más de 60 millones de indígenas fueron masacrados.

En Colombia, después de 529 años, este martirio aún no termina, y se mantiene con iguales características: aniquilamiento físico y espiritual y los factores desestabilizadores se incrementan: narcotráfico, abandono estatal, desplazamientos, conflicto armado, asesinatos, bombardeos, estigmatización, amenazas, masacres, confinamiento permanente en sus territorios y un proceso de evangelización creciente. La mala muerte se pavonea y un pueblo indígena digno la enfrenta…con gran valor.

De acuerdo a las estadísticas que tiene el CRIC, son 288 los indígenas entre líderes y comuneros asesinados durante 2020 y lo que va del 2021(RCN) a esta delicada situación se le suma el informe de INDEPAZ en el que se destaca que 39 pueblos indígenas están en inminente riesgo de extinción físico y cultural y existen 35 pueblos indígenas con menos de 200 habitantes. Estima la UNESCO que de las 65 lenguas que existen en Colombia, más de la mitad están en peligro de desaparecer, eso significa que la LEY 1381 DE 2010 que pregona el reconocimiento, fomento, protección, uso, preservación y fortalecimiento de las lenguas de los grupos étnicos de Colombia y sus derechos lingüísticos y los de sus hablantes, ha quedado como un simple discurso demagógico.

Frente a la Pandemia, la ONIC en su Boletín 048 advierte sobre la situación de riesgo de los pueblos indígenas al confirmar que 1.013 han fallecido por el contagio del virus. El Gobierno y el Ministerio de Salud hacen caso omiso de esta alerta. Es conmovedora, por decir lo menos, la situación de los pueblos originarios. Es oportuno y conveniente recordar que el Estado colombiano reconoce a los 1.905.617 indígenas como patrimonio nacional invaluable como riqueza cultural y social. La lideresa María Medina Quiscue perteneciente al pueblo Nasa y en representación de las autoridades indígenas Bacatá, denunciaba que “no se ven reflejados en una política pública indígena, incluyente, diferencial, con presupuestos y garantías para tener una vida digna, tal y como lo teníamos en nuestros territorios. Hoy están en Bogotá como resultado de los desplazamientos masivos y como efecto del conflicto armado que vive Colombia.

El pueblo wayuu, observa con gran preocupación a los camiones gigantes, que cargan a los monstruos que tomarán la forma de unos molinos eólicos, pueden llegar a ser unos 65 parques que funcionaran en la Alta y Media Guajira para el 2031. Unas 600 comunidades étnicas serán impactadas con los 2.600 aerogeneradores que descansarán en el 98% del territorio wayuu. Nada volverá a ser igual y un ruido ensordecedor siempre avisará que los monstruos están ahí y son gigantescos. A este panorama se le suma la situación cada vez más dramática de los niños wayuu afectados por la desnutrición y que mueren de física hambre. La Corte Constitucional (2018) calificó de barbarie la muerte de 4.770 niños por desnutrición, en el 2019 según el Instituto Nacional de Salud, murieron 38 niños por esta esta misma causa, en el 2020 fallecieron 52, y en lo corrido del 2021 han fallecido 27 niños. La Guajira un departamento flagelado y lacerado por la injusticia del voraz centralismo, pero a la vez deseado desde siempre: “Mi sueño dorado es conquistar La Guajira para la república y para la religión. Es decir, hacer de los indios hijos de la Iglesia y de la Patria, hijos de Dios y de la Constitución” obispo, monseñor Atanasio Soler y Royo (1905).

Los indígenas tienen derechos, como pueblos o como personas, al disfrute pleno de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidas por la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos y la normativa internacional de los derechos humanos (Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas)

Los pueblos indígenas de Colombia resistirán la envestida de la mala muerte, el régimen de Iván Duque los condena al olvido y el 12 de octubre estaremos en la denuncia de tantos atropellos y nos veremos el 20 de octubre y el 25 de noviembre. Es en la calle donde se enfrenta al fascismo.


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