Van a por Yolanda
Envuelto en ese aire de autosuficiencia que le caracteriza, subió al estrado del 40º Congreso del PSOE y, tras instalarse en su atalaya de superioridad moral, aseguró a los presentes que él forma parte del Régimen del 78, tras burlarse de quienes supuestamente habían acuñado tal expresión. Flaco favor hizo Felipe González a quienes reivindican el sistema político que sucedió a la dictadura, por cuanto que en su persona concurren una serie de circunstancias(privatizaciones, utilización de los aparatos de Estado para cometer delitos, puertas giratorias, enriquecimiento notorio,…)vinculadas a su trayectoria como expresidente del Gobierno, que no prestigian precisamente la democracia realmente existente de que disponemos.
Tengo la impresión de que ese encuentro socialista fue un punto de inflexión en el devenir de esta fuerza política. La reconciliación que exhibió el sector sanchista con el felipismo es la manifestación de que el PSOE, incómodo por sus alianzas con la izquierda estatal y las izquierdas soberanistas, anhela un espacio propio que le ubique en un ‘centro’ diferenciado tanto de las estridencias desestabilizadoras de las derechas como de los radicalismos(inexistentes)de sus actuales socios parlamentarios. En busca de ese equilibrio que le permita ocupar la centralidad del tablero político, Sánchez no tiene ningún escrúpulo en compatibilizar una cierta cesión a los chantajes del PP para renovar determinados órganos del Estado, en un sentido aun más conservador(sin tocar el CGPJ), con un discurso contundente en favor de poner fin a la legislación reaccionaria heredada de la derecha.
El problema es que en la España de hoy es misión imposible encontrar un hueco entre el trumpismo que exhiben las derechas y las moderadas posiciones socialdemócratas en lo social, y simplemente democráticas en lo político-institucional, que defiende el conjunto de fuerzas situadas a la izquierda del PSOE. Entre el ultraliberalismo reaccionario y el Estado Social y Democrático de Derecho no hay espacio. Buscarlo es una quimera, una empresa inútil. Y resulta patético pretender haberlo encontrado combinando concesiones a las fuerzas oscuras y guiños nominalistas dirigidos a la izquierda. Porque al final, escarbando con fruición para encontrar el tesoro centrista, te encuentras obedeciendo a un juez del Supremo que te pide que, incumpliendo la propia sentencia de ese Tribunal, dejes injustamente a un diputado sin su escaño. O teniendo una reacción airada, casi infantil, cuando constatas que el Ministerio de Trabajo tiene un protagonismo relevante(el que le corresponde por su función) en el proceso de diálogo social conducente a desmontar la regresiva normativa laboral vigente. O poniendo un tipo del 15% al impuesto de sociedades que, al aplicarlo a la base imponible y no a los beneficios, resulta que muchas grandes empresas van a pagar menos que hasta ahora, cuando de lo que se trataba es de que tributasen más. O protegiendo, una vez más, al emérito de las presuntas tropelías que ha perpetrado contra España. O sucumbiendo a las presiones de las eléctricas al rebajar sustancialmente la recaudación por los beneficios caídos del cielo. O, finalmente, firmando con tus socios cuantos documentos que piden la derogación de la reforma laboral te pongan delante, mientras demoras una y otra vez el cumplimiento de ese acuerdo, quizá esperando que el veto de la CEOE lo invalide de facto.
Parece que el orden empieza a reinar en Madrid al incorporarse a la Corte Oscar López y Antonio Hernando, dos hombres de González que inciden en ese síndrome del espejismo centrista que parece estar afectando seriamente a la socialdemocracia hispana. Pero esta operación de(enésimo)giro a la derecha del PSOE se está encontrando con un obstáculo inesperado con nombre de mujer: Yolanda Díaz. El prestigio que ha ganado al frente del Ministerio de Trabajo, las crecientes simpatías que despierta entre la opinión pública y su intención de construir un amplio frente cívico y social que aglutine a la mayoría del progresismo del país, han provocado que se disparen las alarmas entre quienes, incluida una parte sustancial del gobierno de la nación, no están por la labor de avanzar en los derechos sociales y acotar el poder y los privilegios de las élites. Por ello, esos dos pilares del Régimen del 78 que son Rodríguez Ibarra y Bono, han coincidido en calificar a Yolanda como peligrosa, tras solicitar, al menos el primero de ellos, un acuerdo PP-PSOE.
La izquierda(con o sin el PSOE, sus dirigentes sabrán) se ha encontrado con que es la única opción en condiciones de afrontar los deberes históricos de este tiempo, a saber, llenar de contenido esta democracia vacía en un sentido republicano y plurinacional y, por otro lado, levantar un nuevo modo de producir y consumir que avance hacia la sostenibilidad ambiental y la igualdad social. Y en la tarea de conjuntar todas las voluntades posibles en esa dirección está Yolanda. Por eso, para algunos, es un peligro. Y van a por ella.
joseharohernandez@gmail.com