Manifestaciones de ucranianos este fin de semana en España
Miles de personas, decenas de miles según el gobierno, la mayoría de origen ucraniano, se han manifestado en España este fin de semana contra la guerra en Ucrania. Este gesto es muy loable. De hecho, a nadie le gusta la guerra y todos estamos en su contra. Me refiero a nadie en sus cabales, claro está, porque a los fascistas y a los nazis les ha gustado siempre disfrutar con el fragor de la batalla.
Sin embargo, me pregunto dónde estaban estos miles de personas ucranianas que ahora claman en las calles españolas por el respeto a los derechos humanos en su tierra -insisto, unas muy respetables aspiraciones que todos tenemos-, durante los ocho años que lleva el Estado ucraniano violando los acuerdos de Minsk y masacrando a los ciudadanos de las repúblicas de Donnetsks y Luganks.
La mayoría de los manifestantes que han salido a la calles de España para llamar asesino a Putin y exigir que Europa apoye a su gobierno y dé su conformidad al genocidio que está cometiendo, son de nacionalidad ucraniana y viven en España trabajando como inmigrantes. El estatus de inmigrante a que se ven sometidas todas las personas que se ven obligadas salir de sus fronteras, está determinado por la falta de trabajo que existe en su país de origen. Esto es, que todos los inmigrantes ucranianos que hay en España se han visto obligados a abandonar Ucrania porque sus gobiernos, corruptos hasta la médula, no han sido capaces de ofrecerles medios de subsistencia dignos. Indignos, como alistarse en las milicias neonazis y cobrar nómina en dólares norteamericanos, o colaborar en la corrupción generalizada en que se mueve Ucrania, parece que hay muchos. Pero hemos de deducir que los que han salido del país es porque son gente honesta, ciudadanos dignos que se niegan a colaborar en estas actividades delictivas… ¿Por qué estos inmigrantes ucranianos apoyan entonces al payaso de Zelensky y a los anteriores gobiernos títeres ucranianos que los han condenado a pasar hambre y a tener que buscarse el pan fuera de su tierra? ¿Tendremos que buscar la respuesta en el viento, como dice bob Dylan, o en la estupidez en que ha caído esta desorientada comunidad ucraniana regada por toda Europa?
España, el gobierno psoista de Pedro Sánchez para ser más claro, además de seguir al pie de la letra las instrucciones recibidas de USA -como perro faldero de la OTAN que es-, va a mandar material militar que caerá en manos de los grupos neonazis que forman parte del ejército ucraniano y que no dudan en exhibirse con cruces gamadas y esvásticas junto a las banderas de la OTAN. Esto nos deja perfectamente claro a manos de qué clase de asesinos descerebrados irán a parar les armas que el gobierno de España va a mandar a Ucrania.
Antes, cuando las agencias rusas de información daban cuenta de los asesinatos que cometían estas milicias ucranianas que exhiben en sus batallones símbolos nazis y que el mismo gobierno ucraniano protegía y alentaba, la prensa española miraba para otro lado. Ahora, a los periodistas que informan sobre la guerra en Ucrania se les dan estrictas instrucciones de que utilicen preposiciones adversativas y hagan muecas despectivas con la boca cuando hablan de Putin, apostillándolo de paso con todo tipo de epítetos como sanguinario, invasor o criminal. Como periodista español que soy, me pregunto: ¿Debo sentirme orgulloso de una prensa española que obedece ciegamente a la OTAN? ¿Cómo puedo controlar -es otra de mis preguntas- las náuseas que me vienen cuando oigo a ese rastrero alguacil de USA, llamado Josép Borrell, cacarear en inglés su abyecta sumisión a los intereses norteamericanos?
Junto a todo esto, y para intoxicar más aún la venenosa información que le imponen desde Washington, en RTVE se han atrevido a sacar a un voluntario de las milicias ucranianas que hablaba español, parodiando la mítica consigna de las brigadas internacionales en la guerra civil de España “¡No pasaran!”… Para dar más realismo a su desvirtuada consigna, el autor de esta mamarrachada ha levantado el puño en alto mientras la gritaba. Sus antepasados ucranianos de las brigadas internacionales, que vinieron a España en 1936 a luchar contra el fascismo, se tienen que haber estremecido en sus tumbas al escuchar esta consigna antifascista bajo una bandera con la cruz gamada… Tristes guerras si no es la verdad la que la guía, tristes, tristes.