Juanlu González •  Opinión •  24/03/2022

Sobre la retirada del embajador de Nicaragua en el Reino de España

Sobre la retirada del embajador de Nicaragua en el Reino de España

No es fácil encontrar a personas de altura en cargos políticos o en puestos diplomáticos. En nuestro país, salvo contadas excepciones, la política suele atraer lo peor de cada casa. Parece que la ineptitud, la estulticia, la ignorancia pesan mucho para ascender en los cargos públicos e incluso, que fuesen requisitos obligatorios. Por eso, dar con una rara avis como Carlos Midence ex-embajador de Nicaragua en el Estado español, en el unidimensional ambiente público de la Villa de Madrid, es tan interesante como poco usual.

Midence es ante todo un académico, un catedrático, un prolífico escritor, un geopolitólogo experto en Historia de Nuestramérica, con una gran trayectoria profesional en diferentes ámbitos públicos y privados. Si pensamos en la cantidad de representantes políticos sin apenas formación, con títulos regalados o sin experiencia laboral fuera de los aparatos de los partidos o sus áreas de influencia, se entiende su especial lustre personal.

La capacidad de trabajo que ha desplegado desde el nombramiento como embajador de Nicaragua en el Estado español, siempre estuvo acorde con su formación, con sus convicciones y con su entrega, casi religiosa, a la revolución sandinista. A pesar de la enorme campaña desatada contra Nicaragua, especialmente desde 2018, Midence siempre supo encontrar solidarios con el sandinismo dentro del mundo de la cultura, las artes, la academia, la política o el internacionalismo. La embajada siempre estuvo abierta, además de a sus connacionales, a multitud de personas que no se doblegaban a las toneladas de desinformación que se vertían contra su pequeña, pero digna nación y se sentían solidarias con su proyecto de buen gobierno.

Incluso durante la pandemia, gracias la las nuevas tecnologías, un nutrido grupo de personas de nuestro país han conocido, de primera mano en boca de ministros y de responsables del gobierno, los logros, proyectos y desafíos del ejecutivo sandinista. Además, se abrieron canales de comunicación permanente mediante el envío periódico de la información diplomática más relevante para la opinión pública.

Quizá ese haya sido el problema. Quizá por eso se le hayan puesto tantas trabas para el normal ejercicio de sus funciones, hasta  punto que han hecho “imposible el ejercicio de la labor diplomática” mediante “continuas presiones y amenazas injerencistas». No se puede atar de pies y manos la libertad. Si piensan que una persona como Carlos Midence, es peligrosa porque puede desmontar la campaña de propaganda desatada contra Managua con todas las brigadas mediáticas disparando en su contra; en primer lugar debe ser un gran honor para él como profesional y comunicador, pero también es un demérito para sus detractores, con el ministrillo de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares a la cabeza.

No Albares, la marcha del embajador de Nicaragua no es una huida hacia delante, es el reconocimiento público de vuestro fracaso.  Por mucho que repitáis una mentira a coro mil veces, no conseguiréis hacerla pasar por verdad. Las elecciones en Nicaragua fueron libres, transparentes y democráticas y las ganó el sandinismo contra una amalgama de partidos de la oposición, gracias a una brillante gestión en favor de los más desfavorecidos, cuyos resultados están reconocidos por multitud de organismos internacionales.

Usted sí que se ”equivoca radicalmente”, no el sr. Midence. Puede vociferar todo lo que quiera para reclamar “democracia y liberación de presos políticos en Nicaragua”, pero eso no hará que agentes extranjeros pagados por Estados Unidos, malversadores de fondos o los organizadores de las revueltas terroristas de 2018, no vayan a pasar ante la justicia como ocurriría en cualquier estado de derecho digno de ese nombre. Si Vd. quiere otorgarles a esos presuntos criminales el estatus de candidatos o precandidatos para investirlos de inmunidad y llamarlos presos políticos, de nuevo anda muy errado. Como reconocía la cancillería, «Nicaragua no es colonia de nadie. No somos súbditos de la corona española. No aceptamos, por lo tanto, injerencia alguna de ese o de ningún país en nuestros asuntos internos». El peso de la ley caerá sobre los culpables, se ponga como se ponga. Lo contrario sería un ejercicio de servilismo y vasallaje impropio de estos tiempos e impropio de un estado libre y soberano.

Es este gobierno, supuestamente el más progresista de la historia reciente, el que huye a refugiarse en brazos de los Estados Unidos por si puede recoger alguna migaja de sus botines imperiales a cambio de vender nuestra alma o de dispararnos en el pie, como vemos estos días en Ucrania. No es Carlos Midence quien huye a ningún lado, todo lo contrario. Pronto lo veremos desarrollando su labor en otros escenarios al servicio del mismo cometido, la defensa del bien común, el buen gobierno, el servicio a los desfavorecidos, la lucha por la independencia, por la emancipación, el decolonialismo, la soberanía y la integración latinoamericana. Otros, en cambio, pasarán como una onda en el agua…

*Juanlu González.

Red de Intelectuales, Artistas y Comunicadores Solidarios con Nicaragua y el Frente Sandinista del Estado Español.

Fuente: https://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=21408


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