Nuevo curso, misma crisis
Estamos en un nuevo inicio de curso académico para estudiantes, docentes y familias. La novedad se ve a simple vista: el regreso a un escenario sin pandemia. Después de dos años se retomará la enseñanza 100% presencial y sin obligatoriedad de medidas de protección frente al contagio. Y si bien es un alivio, hasta ahí la novedad del curso. El resto de cuestiones llevamos tiempo sufriéndolas.
Y es que el deterioro de la calidad educativa en los centros públicos ha ido creciendo sin cesar durante años. Un deterioro que se vio agravado con el inicio de la pandemia. Allí donde las ratios son más altas no se puede atender correctamente a las diferentes necesidades que tiene el alumnado. Falta personal docente que sirva para desdoblar grupos y generar mejores dinámicas de aprendizaje y faltan otros apoyos de personal técnico educativo.
Paralelamente, sufrimos una infradotación crónica del mantenimiento de los centros. Faltan aulas, faltan materiales, sobra frío y sobra calor en función de la estación en la que nos encontramos, y familias, alumnado y docentes seguimos intentando cuadrar nuestra economía para ver cómo enfrentarnos a los retos que tenemos por delante. ¿Por qué los tan aclamados fondos europeos no se están empleando? Los recortes en servicios públicos iniciados durante la crisis de 2008 no se han revertido y con los permanentes anuncios de ‘’nuevas crisis’’ no parece que se vayan a revertir.
A ello hay que sumarle la acuciante crisis ecológica que padecemos que sirve como pretexto para la consolidación de 15 años de recortes. Antes de que se iniciara la guerra en Ucrania e incluso antes del estallido de la pandemia de COVID-19; el planeta ya agonizaba en torno a la disposición de recursos naturales. Las reservas de combustibles fósiles llevan años de caída en picado y el capitalismo en su vorágine de continua producción y consumo no puede encontrar una alternativa sobre la que apoyarse para mantenerse. Por eso, recortes y guerra es lo único que nos pueden ofrecer. Volverán a señalarnos individualmente para que acometamos los esfuerzos que el sistema no puede enfrentar. Volverán a hacernos creer que es ‘’cosa de todos’’ enfrentar este reto, cuando sabemos que tan sólo es la consecuencia lógica de seguir manteniendo con vida al sistema capitalista.
Y frente a este contexto, la perpetua incertidumbre de niñas, niños y adolescentes que no encuentran su papel en la sociedad. La incertidumbre de quienes sólo tienen a mano la frustración que genera saber que ‘’estudiar no vale para nada’’ y que ayuda a perpetuar la continua segregación y aislamiento de la clase trabajadora para que se mantenga como mano de obra barata. La crisis económica y ecológica dejará tras de sí una nueva generación que reproducirá socialmente los intereses de los grandes capitales.
Pero la militancia comunista sabemos que frente a la desilusión a la que nos lleva un contexto tenemos la esperanza de construir un mundo mejor. La militancia comunista tenemos la obligación de canalizar y organizar la rabia. Tenemos la obligación de apostar por la construcción de una Educación Pública que responda a los intereses y necesidades de la clase trabajadora y de los sectores populares. Que dote de los recursos necesarios, que no omita las adversidades a las que los hijas e hijos de nuestro pueblo se enfrentan cada día.
Y sabemos que eso sólo podrá ser haciendo pagar las consecuencias de este sistema a quien ha vivido gracias a él. Nosotros y nosotras no tenemos que seguir pagando sus vidas.
Ante el nuevo curso, ante la misma crisis, organización.