Chile. Memorias de un combatiente: La lucha cotidiana y desmitificada de las y los militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez contra la dictadura
Este 30 de octubre, a través de las emisiones de la radio Plaza de la Dignidad y con público presente en sus dependencias en Santiago, se realizó el lanzamiento del libro «Memorias de un combatiente, un horizonte de lucha» del militante antidictatorial y miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez entre 1980 y 1990, Luis Vega González.
El autor de la obra expresó que, «Escribir sobre la lucha armada en el Chile de los años ‘80 representaba varios desafíos. Cuando inicié la idea de escribir mis memorias, mi intención fue romper con el relato oficial de la transición de los años ’90, iniciado con Patricio Aylwin y los gobiernos llamados democráticos; era necesario criticar el discurso que sostenía que la dictadura se derrotó con un papel y un lápiz. Tampoco podía utilizar el relato del fracaso y el duelo eterno de gran parte de la izquierda chilena que se resigna a vivir del pasado y conformarse con una democracia en la medida de lo posible. Siguiendo la misma línea, tampoco podía ser la historia de un combatiente jubilado porque no lo soy, la lucha siempre continúa para los revolucionarios y luchadores sociales».
Asimismo, Luis Vega precisó que, «Me convencí que sólo había una forma de recoger nuestras experiencias de lucha: escribir en primera persona, en forma directa, sin subterfugios literarios, sin adornar las historias con épicas imaginarias. Había que ir de frente, con la cabeza en alto, reivindicando cada acción, cada fracaso como aprendizaje, cada sueño como acción concreta, cada avance como acción de muchos, la memoria como horizonte de lucha».
En el lanzamiento del texto estuvo presente la revolucionaria y comunicadora popular Sandra Trafilaf, quien señaló que «este libro viene a dar cuenta de una deuda pendiente con las nuevas generaciones por parte de todas y todos los que fuimos parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, del Frente Cero, de los grupos operativos, de la resistencia en general contra la dictadura. Sucesivamente, todas las administraciones gubernamentales post-dictadura han intentado borrar nuestra historia de lucha y de los aprendizajes acuñados en la prisión política. Porque ya querríamos comunicar nuestras experiencias a los prisioneros políticos actuales de la rebelión popular de 2019 y a los comuneros mapuche cautivos por el Estado chileno», y agregó que, «resulta muy afortunado el reconocimiento que en la obra se hace a «El Chino», un tremendo combatiente y jefe, que incluso nos salvó la vida en más de una oportunidad. Y también es muy valioso que el libro salga de Luis, un hijo de la clase trabajadora más pobre, porque en algún momento se llegó a pensar que quienes formaron la resistencia contra la tiranía pertenecieron a otro estatus social, cuando fue todo lo contrario».
Como crítica fraterna, Sandra Trafilaf se refirió a una gran ausencia en el relato: las mujeres combatientes. «La mayoría de nuestros compañeros de lucha anticapitalista olvidan el rol estratégico que jugaron las mujeres. De hecho, en todas las acciones que relata Luis en el libro participaron mujeres. La resistencia estuvo llena de mujeres. En consecuencia, es preciso enfrentar el patriarcado de los y las revolucionarias, para comenzar a superarlo radicalmente. El traspaso de nuestras experiencias insurgentes a las jóvenes generaciones no será integral hasta que no se cuente también el papel protagónico de la mujer combatiente en la lucha armada contra la opresión», dijo la comunicadora.
A su turno, el periodista Andrés Figueroa Cornejo hizo una presentación personal del libro, «Con Luis Vega la memoria actualiza sus deberes, alerta los principios, selecciona un relámpago del pasado y lo vuelve madera espesa y lección para imaginar las posibilidades del porvenir. De niño trabajador hecho de hambre y carretón en la orilla del Mapocho, a humanidad rebelde, fuerza agrupada y materia de insurgencia, esa conciencia tan encumbrada que enciende el pecho. «La oscura vida radiante» tituló ese proceso el narrador chileno Manuel Rojas, cuando Luis Vega debió contar unos 8 años de edad.
Luis relata en primera persona la militancia dura de los años 80 contra la tiranía. Como el guión de un muchacho aventurero, conspirador a tiempo completo de su pueblo, cada página del libro es el capítulo vertiginoso de la juventud amante de la libertad. Y no porque Luis fuera hijo de fulano o mengano. No porque Luis tuviera compromisos corporativos, familiares o nepotistas con la dirección de un partido político en particular. Todo lo contrario. A fuerza de maña, astucia, intuición de clase, vocación subversiva, pasta insumisa que rebusca su sitio en la lucha eficaz de los oprimidos, Luis debe conquistar sin padrinos su plaza en la resistencia armada contra el poder.
Sí. El Rodriguismo fue un carácter, un modo determinado de relacionarse con el mundo; una forma especial en que el excluido pronunció la rebeldía, el beso de la rebeldía, el riesgo permanente, la incertidumbre por rutina, la disciplina como antídoto del miedo. Ese temblor que ante el peligro empuja el hueso y corazón hacia adelante mientras sólo encuentra refugio en los hermanos elegidos. El Rodriguismo fue la pesadilla del opresor, del celador esclavista, del burócrata y los oportunistas que hacen negocio con los dolores humanos.
Como un texto audiovisual y una bitácora sostenida en la acción y el precipicio, las «Memorias de un combatiente» caminan los episodios de un pueblo que se agiganta tumbando obstáculos espantosos, traspasando las rejas de cualquier celda, encarando con inteligencia y creatividad infinita el horror de la opresión.
En efecto, y como tantas veces, el combate resuelto contra el capitalismo en silencio ha de ser, anónimo ha de ser, callado y sin medallas ni charreteras ha de ser. En la tarea invisible y antigua de los libres y los justos, excepcionalmente existe el reconocimiento público. Y en muchas ocasiones, sobra la soledad y la incomprensión. Luis lo deja claramente registrado en su obra. Hay alegría, sí; hay amor y promesas vagas para sobrevivir, ángeles para un final, una boca que respira ocasionalmente sobre la otra. Pero los combatientes del pueblo están allí para vencer colectivamente, para desbaratar la superioridad técnica del enemigo con el ingenio y la razón y la ética implacable proveniente de la convicción y el honor popular. Los combatientes del pueblo se realizan, manteniendo a raya su ego a fuerza de palos repetidos.
Y claro, yo sólo pasaba por aquí, apenas como fragmento de sombra de la memoria viva, y entonces doy con Luis Vega y su libro apasionante y los hermanos y hermanas, la camisa blanca y los jean por uniforme, una agrupación política y militar amiga de las tres letras, aprendiendo a última hora a secar velas y calcular los segundos de la mecha y el día del joven combatiente cuando tantos éramos chiquillos, la Villa Francia y Lo Espejo, las dirigencias estudiantiles; habiendo nacido unos años después que Luis, justo antes de que cerraran todos los boliches, raspando la olla de los 80.
Todavía no es, pero estamos convencidos de que será y hemos de vencer, porque este lugar no está mejor que antes, y sin el famoso factor subjetivo y la voluntad reunida y práctica de las clases trabajadoras y populares, no tenemos oportunidad ni de salir a la cancha a ofrecer aguante. En otras palabras, mientras vamos convenciéndonos nuevamente de que estamos condenados a la unidad y el que divide hoy, la historia enterrará; pues gracias Luis y hermano por este libro necesario, franco, sencillo, entretenido, auténtico y que refresca el ánimo para cambiar radicalmente la vida. Gracias por mí y por todos mis compañeros y compañeras, querido Luis. Por los que llevamos encima para recordarnos la ruta y por los que sobrevivieron, como tú, para contarlo».
Los próximos lanzamientos del libro están programados para el 4 de noviembre en la ciudad de La Serena, el 6 en Concepción y el 8 en Valparaíso.