La ciudadanía pasa del parlamento europeo, los bancos no
Las elecciones en toda Europa nos dejan un resultado desolador. La mitad de los 350 millones de europeos han preferido ni molestarse en votar. Una enorme cantidad de trabajadores y trabajadoras europeas (más de 63 millones) además se han visto impedidos de participar por ser personas sin papeles, ni derechos. Las causas son muchas: la casi inutilidad institucional del Parlamento Europeo prácticamente sin competencias reales, la frustración sistemática de las promesas incumplidas por nuestros representantes, el discurso individualista que ha ido penetrando en nuestra cultura, la división y banalidad de muchas de las propuestas, lo que nos han llevado a un resultado que se aparta mucho de abrir una salida institucional a la realidad que sufrimos.
Estas elecciones muestran además como cualquier fuerza económica, a través de donaciones y apoyo mediático, puede impulsar falsos recambios que recojan el malestar y cansancio de la gente. Baste el caso del fenómeno “Se Acabó la Fiesta” constituido por gentes provenientes de UPyD y Ciudadanos que han conseguido ganarse a la gente sin hacer propuestas y simplemente jugando con el inmenso enfado de la población contra sus representantes.
Elección tras elección, los movimientos sociales vemos como nuestras demandas se recogen de manera muy limitada y fragmentada. Vemos como debates sobre las pensiones, la vivienda, la sanidad, las residencias o la paz son marginados de la discusión para simular una complicidad social en un proceso formal extremadamente alejado de la democracia real y participativa.
En la foto de los resultados hay un predominio conservador muy alejado de la realidad. Gana aparentemente el grupo popular de Von Der Layen, pero la inmensa mayoría de la ciudadanía europea siente un profundo desprecio por esa corrupta enfangada en las ayudas de la COVID19, a la empresa de su marido y a un gran número de escándalos.
Mientras resisten en el poder institucional gracias a procesos mediatizados por los medios de comunicación, la demagogia y el desencanto; la realidad de millones de personas trabajadoras contra los recortes, millones de campesinos contra las multinacionales o los estudiantes contra el genocidio de Palestina, muestran que debajo de las apariencias, este Parlamento está alejado de la realidad.
La realidad no puede ser camuflada por elecciones que en ningún caso pretenden conocer la opinión de la gente. Lo único que tratan es de legitimar nuevos recortes. Así ha sido en Argentina donde Milei llegó a una mayoría denunciando la corrupción imperante, pero con el propósito de despojar aún de manera más radical los derechos de las gentes. Hoy una parte de quienes lo votaron en los barrios populares de Buenos Aires, son quienes ahora sufren la brutal represión de un gobierno que está entregando a las oligarquías lo poco que quedaba de patrimonio público en Argentina. Entre otras cosas, las pensiones.
Igualmente, en Europa los resultados no auguran nada nuevo ni bueno. Estos serán utilizados por el poder financiero para intentar recabar más subvenciones y privatizaciones, mientras aplican más recortes a la ciudadanía.
El ascenso de las fuerzas de la demagogia y la extrema derecha se debe a la frustración de las promesas incumplidas por quienes prometieron un cambio profundo. Seguimos esperando que se cumplan las promesas de abolir la reforma laboral y ley mordaza, el desarrollo de Europa, la mejora de la cobertura sanitaria o educativa que se nos niega en nuestros barrios, el acceso de los jóvenes a la vivienda. Pero la salida no es votar a nuestros verdugos, sino abrir colectivamente un nuevo camino mediante la movilización social que debe proseguir a pesar de cualquier intento de deformar la voluntad y los deseos reales de la gente. Debemos mantener e incrementar nuestra lucha en defensa de la sanidad, la educación, los derechos sociales (dependencia, residencias, etc.) los derechos laborales (trabajo digno y con garantías), las pensiones públicas (pensiones mínimas dignas, pensiones de viudedad con el 100%, cierre
de la brecha de género en salarios y pensiones, derogación ley de los PPeP, cumplimiento de la auditoria de las cuentas de la Seguridad Social, mantenimiento tasa de reposición de las pensiones públicas), la defensa de la paz (frenar la guerra y el aumento de los gastos militares).
Desde COESPE como en los últimos años, seguiremos en las calles exigiendo las políticas que pueden generar vida digna y derechos públicos para la mayoría de la población. Es nuestra posición desde que nacimos y vamos a seguir extendiéndola a otros movimientos y países, reforzando el tejido social, la solidaridad y la organización frente a quienes nos quieren expropiar nuestros derechos y nuestra dignidad.
¡Gobierne quien gobierne, las pensiones y los derechos públicos se defienden!
Comisión de Portavocía COESPE.
11 de junio de 2024.