La campaña de Turquía contra los kurdos: Cómo el imperialismo traicionó a Rojava
En las últimas semanas, la ofensiva de Hayat-Tahrir al-Sham (HTS) respaldada por Turquía ha logrado derrocar al régimen de Assad. En los medios de comunicación occidentales esto ha sido generalmente celebrado. Sin embargo, algo de lo que no se ha informado es del simultáneo avance turco en una parte de la Administración Autónoma Democrática de la Región Norte y Este de Siria (AANES) kurda, más comúnmente conocida como Rojava.
En las últimas semanas, Turquía ha seguido avanzando en territorio kurdo, tomando Tel Rifaat la semana pasada y Manbij, la última ciudad controlada por los kurdos al oeste del río Éufrates, en los últimos días. Las fuerzas turcas, junto con yihadistas aliados, bombardearon el puente de Qereqozac, que une las dos orillas del río, y probablemente intentaron tomarlo y cruzarlo, aunque fueron repelidas. Ya están llegando informes de ejecuciones masivas y violaciones. Ocho personas de una misma familia fueron asesinadas en un solo día en Ain Issa.
Erdogan aprovechó su oportunidad para avanzar las ambiciones imperialistas turcas patrocinando la ofensiva de HTS. Su intención es poner el norte de Siria bajo su control de facto y utilizar el recién instalado régimen yihadista de Damasco como su marioneta. Sobre todo, quiere aplastar la zona autónoma kurda y expulsar de la frontera turca a las milicias de la SDF vinculadas al izquierdista PKK, que han sido una espina en su costado durante años. Pretende aplastar las aspiraciones nacionales kurdas, apagando el faro de un Estado kurdo autónomo en Rojava.
El imperialismo occidental se había apoyado en los kurdos como los combatientes más capaces contra el ISIS desde 2014. Ahora está claro que se prepara una traición. Esto confirma una vez más: las nacionalidades pequeñas y oprimidas son tratadas como peones en los tratos de los depredadores imperialistas. No pueden depositar ninguna confianza en estos gánsteres.
La única manera de que el pueblo kurdo logre una independencia duradera y una auténtica libertad es luchando para derrocar a todos los regímenes podridos de la región, luchando junto a todos los pueblos oprimidos y explotados por una federación socialista de Oriente Medio.
La vendetta de Erdogan contra los kurdos
Todas las grandes potencias han contribuido en los últimos años a reducir a Siria a escombros. Pero Erdogan ha sido especialmente brutal. Turquía ha invertido mucho en grupos yihadistas, incluidos ISIS y HTS, y los ha apoyado como forma de reforzar sus propios intereses en la región. Para Erdogan no importa lo bárbaros que sean estos grupos, sólo cómo puede utilizarlos. Como los kurdos llevan diez años luchando contra los yihadistas en Siria, Erdogan los ve como una fuerza que está socavando sus planes.
Erdogan también ve a los kurdos como una quinta columna dentro del Estado turco. Los kurdos, que están repartidos entre Siria, Irán, Irak y Turquía, constituyen entre el 15 y el 20 por ciento de la población de Turquía. Por tanto, podrían ser una de las mayores amenazas para su gobierno y su sueño de una «gran Turquía». Las organizaciones kurdas controlan varios sindicatos en Turquía y el HDP, el partido político legal de izquierdas, que en su momento álgido estaba atrayendo muchos votos de los trabajadores y jóvenes turcos, lo que revela su potencial para ir más allá de su base predominantemente kurda. El HDP sigue ganando la mayoría en las elecciones en las regiones kurdas de Turquía. Por todos estos motivos, Erdogan tiene especial empeño en destruir al PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos), estrechamente asociado al PYD/YPG (las principales fuerzas kurdas en Siria).
Por ello, en los últimos años Erdogan se ha propuesto aplastar a los kurdos, ya sea promoviendo indirectamente al ISIS o realizando ofensivas militares directas. En 2015, Erdogan bombardeó y atacó las zonas kurdas de Turquía, en una operación que dijo que era para atacar al PKK, pero que en realidad se dirigió en gran medida contra civiles. En 2018, mientras los kurdos seguían centrando sus energías en atacar al ISIS, Erdogan realizó un brutal ataque contra el territorio kurdo al oeste del Éufrates, asediando e invadiendo la ciudad de Afrin, que estaba en manos del PYD. Miles de personas murieron en esta ofensiva, denominada «Operación Rama de Olivo», y más de 150.000 fueron desplazadas.
Aunque a Erdogan le gusta posar como un antiimperialista -sobre la cuestión de Palestina, por ejemplo-, esto es totalmente falso. Él, como el resto de los líderes mundiales, son representantes de una clase capitalista podrida y en decadencia, que siguen arrastrando a Oriente Medio al infierno. Si este asedio turco a los kurdos no es repelido, sin duda traerá más tragedias.
Aliados poco fiables
Turquía es un Estado innegablemente poderoso. Pero, ¿quién está al lado de los kurdos?
Rojava se creó en 2013, cuando la revolución siria degeneró en una guerra civil reaccionaria en ambos bandos. El YPG está influido por las ideas del PKK y se considera una fuerza progresista y de izquierdas. Por ello se había ganado un eco masivo. Su verdadero apoyo siempre procedió, no de tal o cual facción poderosa, sino de las masas pobres y oprimidas, y no sólo en las zonas kurdas. Esta revolución podría haberse extendido a lo largo y ancho si hubiera estado ligada a un programa comunista revolucionario y a un llamamiento de clase a los pobres y a la clase obrera de Siria, Turquía, Irak e Irán, a través de los cuales la nación kurda está desmembrada.
La dirección de los kurdos, sin embargo, consideraba que la lucha tenía un carácter puramente nacional y que la cuestión de encontrar aliados militares era una cuestión puramente táctica, no política. Los estadounidenses -que habían prestado un enorme apoyo financiero y militar a los rebeldes yihadistas en Siria, lo que contribuyó a engendrar el monstruo de Frankenstein del ISIS- necesitaban un punto de apoyo para hacer retroceder al ISIS y restablecer una presencia en Siria. Trataron de utilizar a las YPG para este fin.
Ofrecieron a los dirigentes kurdos dinero, armas y apoyo a cambio de una alianza. Sin embargo, esto tenía un precio. A cambio, los estadounidenses pretendían utilizar a los kurdos, pero nunca planearon darles verdaderas garantías a cambio.
A partir de 2014, los estadounidenses organizaron a los kurdos en las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF). Se suponía que se trataba de una fuerza conjunta independiente del PYD/YPG. Pero, en realidad, los kurdos seguían estando en primera línea. Los estadounidenses que formaban parte de las SDF no llevaban insignias ni apellidos. Operaban en casi total secreto. Y, sin embargo, plantearon enormes exigencias a los kurdos, llamando a todos los objetivos militares y enviándolos contra ciudad controlada por el ISIS tras ciudad controlada por el ISIS. En total, entre 2015 y 2019, más de 11.000 kurdos murieron luchando contra el ISIS, frente a ocho estadounidenses.
Los kurdos fueron los combatientes más eficaces contra el ISIS. Estaban tratando de defender toda su forma de vida contra uno de las bandas más bárbaras sobre la faz de la Tierra. Pero los dirigentes de las SDF sacrificaron su independencia política a cambio de apoyo militar. Esto es lo que ha allanado el camino para el desastre al que se enfrentan ahora.
Los estadounidenses nunca estuvieron realmente del lado de los kurdos. Los utilizaron como instrumento para inclinar ligeramente la balanza de poder en Siria hacia Estados Unidos en contraposición a Rusia e Irán, mientras que Estados Unidos también cortejaba a Turquía y canalizaba escandalosamente dinero hacia grupos islamistas. Mientras tanto, tomaban todas las decisiones en cuanto a las ciudades que las SDF debían tomar, impidiendo que los kurdos trataran de extender la revolución en las zonas controladas por el gobierno sirio, o en Turquía.
Escandalosamente, la respuesta de los estadounidenses al ataque turco contra Afrin en 2018 fue aconsejar a Mazlum Abdi, el general de las SDF, que Afrin no era un objetivo estratégico. El Pentágono declaró «no los consideramos parte de nuestras operación “Derrotar al ISIS”… y no los apoyamos.»
Ante todo, los kurdos han pagado un gran precio político por el apoyo estadounidense. Las fuerzas kurdas de izquierda podrían haber sido la punta de lanza de un movimiento revolucionario en la región. Al mantenerse dentro de los límites de un movimiento nacional y al no romper con el capitalismo -condiciones sine qua non para el apoyo estadounidense- su apoyo quedó necesariamente limitado a la población kurda. El imperialismo estadounidense es la fuerza más reaccionaria del planeta. Es justa y universalmente odiado en todo Oriente Medio. El regalo envenenado del apoyo estadounidense no hizo sino aislar aún más la causa de los kurdos de las masas de toda la región.
Traicionados por el imperialismo
Afrin marcó la pauta de lo que sucedería después. Desde que el ISIS retrocedió en 2018, los estadounidenses han ido retirando gradualmente su apoyo a los kurdos. Durante un tiempo, esto dejó a los kurdos en un pacto de no agresión de facto con el régimen de Assad contra Turquía y los islamistas, pero eso nunca podría durar. La época en la que los kurdos podían mantener el equilibrio entre estas potencias y enfrentarlas entre sí ha llegado a su fin.
Turquía ha sustituido a Estados Unidos y Rusia como principal actor en el país, armando y suministrando a HTS. El precio que Turquía exigirá por su apoyo será que se haga la vista gorda a sus actividades. Para el imperialismo occidental, lo único que cuenta es conseguir todo el botín posible y los «hechos sobre el terreno». Ahora se basarán cada vez más en sus aliados turcos para hacerse con un trozo del pastel.
No sólo Estados Unidos, sino también el Reino Unido y Europa bailan ahora al son de Erdogan cuando se trata de los kurdos.
Las medidas represivas contra los grupos kurdos en el Reino Unido en las últimas semanas lo demuestran. Seis activistas kurdos fueron detenidos acusados de ser miembros de una organización terrorista, lo que demuestra una hipocresía extrema, ya que los gobiernos occidentales están debatiendo simultáneamente la eliminación de HTS de la lista de organizaciones terroristas. El mes pasado, Alemania dejó de bloquear la venta de 40 aviones Eurofighter Typhoon a Turquía. Se trata de una dura lección sobre la actitud real de los países imperialistas hacia los «derechos» de las naciones pequeñas.
Está claro que, ante esta reciente ofensiva turca, Abdi rogó a EEUU que interviniera en su favor. En lugar de ello, Estados Unidos negoció un falso alto el fuego en el que los kurdos se vieron obligados a abandonar la ciudad de Manbij en manos de las milicias respaldadas por Turquía. Biden dijo una vez a los kurdos que «las montañas no son vuestros únicos amigos». Esto puede ser cierto, pero él definitivamente no es uno de sus amigos.
¿Y ahora qué?
Acorralados, algunos sectores de los dirigentes kurdos están considerando la posibilidad de colaborar con el nuevo régimen. Los militares ya están tomando medidas en este sentido; por ejemplo, se está izando la nueva bandera siria en los edificios gubernamentales. Sin embargo, intentarlo esta estrategia sería un gran error.
La velocidad del colapso del régimen de Assad demostró que el viejo Estado se había podrido desde dentro. Es imposible decir con certeza qué vendrá después. Pero en la actualidad, otros grupos armados están llenando el vacío del Estado y el país está ocupado por una multitud de potencias imperialistas y señores de la guerra.
Las fuerzas de HTS se extienden desde Idlib hasta Damasco, hay agentes turcos directos en el norte, milicias drusas en el sur, Israel en los Altos del Golán, rusos en el oeste, grupos vinculados a Estados Unidos en el sureste, y el ISIS está empujando una vez más desde el desierto. En el bando de HTS, a pesar de todos sus intentos de reinventarse como «moderados», hay no pocos wahabistas de línea dura que sin duda están resentidos por la apuesta de al-Yolani por la respetabilidad.
Esto debe denunciarse como lo que es: una reacción total, producto del imperialismo y de un sistema capitalista putrefacto en Oriente Próximo, en el que ninguna de las facciones sirve a los intereses de ningún sector de las masas oprimidas de Siria. Lo que va a surgir no es un Estado democrático en el que los kurdos puedan encontrar un lugar, sino una brutal división sectaria.
En su punto álgido, el «sueño de Rojava» atrajo a millones de personas. Las SDF (más el PYD/YPG) poseían una gran cantidad de territorio en Siria, mientras que el PKK y el HDP tenían el poder de facto en toda una serie de regiones de las partes kurdas de Turquía, así como un importante tirón en Irán e Irak. En 2015, las masas de la Turquía kurda incluso se levantaron, dispuestas a rechazar los ataques del Estado turco. Pero por miedo a alienar a sus aliados, especialmente a los estadounidenses, el PKK cometió un error y se contuvo, cuando debería haber combinado el armamento de la población de estas zonas con métodos de lucha de clases y un llamamiento revolucionario a las masas kurdas y no kurdas explotadas de toda la región. Desde entonces, la dirección ha seguido por este camino de colaboración con las potencias imperialistas. Ahora los imperialistas están preparando una terrible traición.
Se han perdido muchas oportunidades. Dado lo podrido que estaba el régimen de Assad, si los kurdos hubieran presentado una posición progresista y clasista a las masas en Siria, podrían haber sido ellos los que hubieran derribado el régimen en lugar de HTS, lo que les habría colocado en una posición mucho más fuerte. El régimen de Assad era sólo un eslabón débil en la cadena del capitalismo en Oriente Medio, y muchos de los otros regímenes están igual de podridos. La transformación revolucionaria de Siria, dirigida por los kurdos, habría sido un faro para las masas de toda la región.
Ahora los kurdos están en la cuerda floja. La única salida posible es reconocer que la lucha por una patria no puede resolverse mediante una lucha militar puramente nacional. La libertad de los kurdos sólo puede venir a través de la lucha revolucionaria para derrocar a Erdogan y a los islamistas en Siria. Esto sólo puede lograrse mediante la lucha revolucionaria unida de las masas kurdas y no kurdas.
Lo que se necesita es separar a la clase obrera y a la juventud turcas de la clase dominante y del Estado. Con la inflación y el desempleo juvenil por las nubes en Turquía, el terreno está maduro para ello. Mientras tanto, en Siria, las masas pueden haber odiado a Assad, pero tampoco tendrán mucho amor por el nuevo régimen islámico.
Los comunistas defienden absolutamente el derecho de los kurdos a la autodeterminación. La lucha de los kurdos contra los Estados opresores que han llevado a cabo tantas atrocidades contra ellos es una lucha progresista y revolucionaria en el fondo. Puede resonar y encontrar simpatía en millones de trabajadores y jóvenes que luchan contra la austeridad, la dictadura y el imperialismo en todo el mundo.
Incluso ahora, luchando por construir un partido revolucionario que englobe a kurdos y no kurdos por igual, y utilizando un llamamiento clasista, conectando todas las luchas de los pueblos de la región con la consigna de una Federación Socialista de Oriente Medio, podrían tener éxito. Esta es la manera de defender Rojava y extender la revolución. Pero esto requeriría una ruptura total con el imperialismo, el colaboracionismo de clases y el capitalismo.