Ramzy Baroud •  Opinión •  16/01/2025

Israel ha destruido Gaza «para las generaciones futuras» y el mundo permanece callado

Israel ha destruido Gaza «para las generaciones futuras» y el mundo permanece callado

La primera referencia oficial a que Gaza se estaba volviendo cada vez más inhabitable la hizo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en 2012, cuando se calculaba que la población de la Franja de Gaza era de 1,8 millones de habitantes. El objetivo del informe titulado “The Gaza Strip: The Economic Situation and the Prospects for Development” [La Franja de Gaza: situación económica y perspectivas de desarrollo] no era meramente profético, sino advertir que si el mundo seguía sin hacer nada ante el bloqueo en curso contra Gaza, era inminente una catástrofe humanitaria. Con todo, se hizo poco, aunque la ONU siguió con su cuenta atrás y aumentó la frecuencia y urgencia de sus advertencias, esencialmente después de guerras importantes [contra Gaza].

Otro informe de 2015 de UNCTAD afirmó que la crisis en Gaza había empeorado después de la guerra más destructiva que había habido hasta la fecha, el año anterior. Esta guerra había destruido cientos de fábricas, miles de viviendas y había desplazado a decenas de miles de personas.

Sin embargo, Gaza debería haberse vuelto “inhabitable” en 2020, según los criterios de la ONU. Pero se hizo poco para remediar la crisis. La población aumentó rápidamente, mientras que los recursos, incluida la superficie terrestre de Gaza, disminuían debido a que la “zona de seguridad” israelí no dejaba de crecer. Las perspectivas de la “mayor prisión al aire libre del mundo” se volvieron aún más sombrías.

Con todo, la comunidad internacional hizo poco para responder al llamamiento de la UNCTAD y otras instituciones internacionales y de la ONU. La crisis humanitaria (que se encuadraba dentro de una prolongada crisis política, un asedio, la sucesión de varias guerras y una violencia cotidiana) empeoró y el 7 de octubre de 2023 llegó al punto de implosión.

Uno se pregunta si se podrían haber evitado la guerra y el genocidio actuales en caso de que el mundo hubiera prestado la menor atención a Gaza y a los gritos de las personas que estaban atrapadas detrás del alambre de espino y de las vallas electrificadas. Ahora todo es discutible. Se ha hecho realidad la peor perspectiva posible de una manera que ni siquiera las más pesimistas proyecciones de grupos palestinos, árabes o internacionales podrían haber previsto.

En estos momentos Gaza no solo es peor que “inhabitable” sino que, según Greenpeace, será “inhabitable para las futuras generaciones”, lo cual no depende de la resiliencia de las personas que habitan en Gaza, cuya legendaria determinación es indiscutible. No obstante, hay unas necesidades de supervivencia esenciales que ni siguiera el pueblo más fuerte puede sustituir con el mero deseo de sobrevivir.

Las emisiones de carbono de solo los primeros 120 días de guerra se calcularon en “la friolera” de 536.410 toneladas de dióxido de carbono. El 90% de esa mortífera contaminación “se atribuyó a los bombardeos aéreos y a la invasión terrestre de Israel», según Greenpeace, que concluyó que la suma total de emisiones de carbono “es mayor que la huella anual de carbono de muchas naciones vulnerables al clima”.

Un informe publicado prácticamente al mismo tiempo por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) describía un panorama igual de atroz de lo que ocurría en Gaza como consecuencia directa de la guerra. “Han colapsado el [sistema de] agua y el saneamiento”, declaraba en junio, y continuaba: “La zona costera, la tierra y los ecosistemas se han visto gravemente dañados”.

Pero se refería a una situación de hace más de siete meses, cuando parte de Gaza todavía estaba en pie. Ahora casi toda Gaza ha sido destruida. La basura se ha estado acumulando durante más de 15 meses sin que haya una sola instalación que la pueda procesar adecuadamente. Se han propagado las enfermedades y todos los hospitales han sido destruidos, quemados hasta los cimientos o arrasados por los bombardeos. Muchas de las personas que están enfermas se están muriendo en sus tiendas sin haber visto nunca un médico.

Al no haber nada de ayuda ayuda de fuera, lo natural era que el desastre empeorara. El pasado mes de diciembre Medecins Sans Frontieres publicó un informe titulado “Gaza: Life in a Death Trap” [Gaza: muerte en un trampa mortal]. El informe, cuya lectura es demoledora, describe la situación en la que está la infraestructura médica en Gaza, que se puede resumir en una sola palabra: inexistente. Entre octubre de 2023 y septiembre de 2024 Israel ha atacado 512 instalaciones médicas y ha asesinado a más de mil trabajadores y trabajadoras sanitarias, lo que significa una población que trata de sobrevivir durante una de las guerras más cruentas de las que se tienen noticia sin ningún tipo de asistencia sanitaria en condiciones. También se incluye casi medio millón de personas que padecen diferentes problemas mentales graves.

La Oficina de Medios de Comunicación del Gobierno de Gaza informó en diciembre [de 2024] que se calcula que hay 23 millones de toneladas de escombros a consecuencia del lanzamiento de 75.000 toneladas de explosivos, además de otras formas de destrucción. Todo esto ha liberado al aire 281.000 toneladas métricas de dióxido de carbono.

Cuando termine la guerra, se reconstruirá Gaza. Aunque la sumud (determinación) palestina es capaz de restaurar Gaza tal como estaba antes, por mucho tiempo que cueste hacerlo, un estudio de la Universidad Queen Mary de Reino Unido afirma que para poder reconstruir las estructuras destruidas se liberarán 60 millones de toneladas más de CO2 en un medioambiente que ya está gravemente dañado. Esto significa, en esencia, que incluso una vez que acabe la devastadora guerra contra Gaza y se acabe de reconstruir la Franja, el daño ecológico y medioambiental que Israel ha provocado permanecerá durante muchos años.

Resulta desconcertante que los mismos países occidentales que hablan sin descanso de proteger y preservar el medioambiente, y que advierten en contra de las emisiones de carbono, sean las misma entidades que contribuyeron a mantener la guerra contra Gaza ya sea armando a Israel o permaneciendo calladas ante las atrocidades que se están cometiendo. El precio de tamaña hipocresía es el prolongado sufrimiento de millones de personas y la devastación de su medioambiente. ¿No es hora ya de que el mundo despierte y clame colectivamente “¡ya basta!”?

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

Texto original: https://www.middleeastmonitor.com/20250109-israel-destroyed-gaza-for-generations-to-come-and-the-world-stayed-silent/


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